11.21.2010

La Última Resistencia (parte 2)

Abracé con fuerza a Green a las cinco de la tarde. La abracé con más fuerza a las seis, mientras observábamos el crepúsculo.
Ella suspiraba mucho, y en cada suspiro solo oí desesperanza. Yo me sentía igual, muy pronto iban a comenzar a salir los convertidos de donde quiera que estuvieran.
-Es hora -le dije con el último rayo de sol.
Salimos rápidamente del carro, junto a Colita y con nuestras armas y linternas en mano, y nos metimos a la casa más pequeña que encontramos.
-Cierra todo, voy a revisar el lugar.
Busqué con cautela el primer y el segundo piso. Abajo estaban la sala, la cocina-comedor, un baño de visita y un patio-lavandería descubierto. No habían convertidos y las despensas estaban completamente vacías. Me preocupó la falta de techo en el patio, pero no podíamos hacer mucho al respecto, a parte de mantenernos en silencio.
Arriba había una pequeña sala de estar con un par de sillones y una televisión rota, otro baño y dos cuartos. El primero había sido adaptado como almacén, estaba lleno de cajas con diversas etiquetas -"Julia", "Sonia", "Santiago", "Fotos", "Ropa bebés"-. Entré y pasé la linterna por cada rincón, solo para saber si era seguro. No me molesté en examinar más, no tenía ni las ganas ni el tiempo.
Al entrar al segundo cuarto, me encontré a espaldas de una mecedora con... algo en ella. Las moscas revoloteaban a su alrededor y la peste me llegó casi de inmediato. Aquello definitivamente estaba muerto, pero no por eso estaba a salvo. Me puse en guardia con el hacha e hice ruido para ver si reaccionaba. Luego de algunos segundos sin respuesta, comencé a acercarme con sigilo. Cuando estuve lo suficientemente cerca, pateé la mecedora con fuerza y puse el hacha en alto, pero el cuerpo simplemente cayó al piso, junto a un rifle simple. Aquel cadáver era el de un hombre mayor y era aparente que se había disparado en la cabeza, antes de ser presa de los convertidos. Solo entonces, noté que, en la cama del cuarto, se encontraba el cadáver de una mujer también mayor y también con un notorio disparo en la cabeza.
En fin, el lugar estaba vacío. Miré por la ventana que estaba frente a la mecedora; los muertos ya se movían por toda la calle.
Abajo, la luz del sol ya no iluminaba, Green solo contaba con su linterna para verme. Se había limitado a mover los muebles hacia la puerta y ventanas; no podíamos entablar nada, pues el ruido los atraería.
-Vamos arriba, tenemos que estar listos para cuando lleguen.
-Espero que lleguen.
-Lo harán.
Cogió el rifle del piso y esperamos cerca a la ventana.

***
Llegamos a la puerta del convento sintiendo que los corazones nos explotarían y la golpeamos como locos. Un guardia nos vio desde arriba y en seguida Clay gritó "¡Somos humanos!".
Los convertidos se encontraban a muy pocos segundos de nosotros. Seguimos golpeando y, cuando solo nos separaban cinco metros, la puerta se abrió y rápidamente nos tiramos adentro. El golpear de la puerta metálica cerrándose vino junto a el de una docena de garras golpeando a esta.
-Sobrevivientes -balbuceé entre jadeos-, en la ciudad... ¡no resistirán!
A nuestro al rededor no habían solo otras monjas, sino también varios ciudadanos que lograron refugiarse. Todos nos miraban como si estuviéramos pidiendo que cometan suicidio.
-Tendrán que hacerlo -dijo una mujer mayor, la madre encargada del convento-, no podemos salir de noche y menos ahora que han atraído a todos esos monstruos hasta nuestra puerta... ¿Eres tú, ...?
-Soy yo -respondió Clay- y nuestros amigos...
Una explosión en la ciudad interrumpió las palabras de Clay. Los golpes en la puerta cesaron inmediatamente y oímos a los convertidos correr en dirección del sonido.
-¿Qué fue eso? -gritó la madre al guardia que estaba arriba.
-Una bola de fuego se levantó, ahora hay un incendio a mitad de la ciudad.
Clay y yo nos miramos aterrados.
-¡Son ellos, tenemos que ir!
-Los convertidos ya se han ido de la puerta, podemos...
-Pero -me interrumpió- estarán todos juntos en el lugar de la explosión, con sus amigos.
Miré a todos a mi alrededor y solo encontré desaprobación.
-Madre... -comenzó a hablar Clay.

4 comentarios:

M. dijo...

MÁAAAAS

cantaalma dijo...

aosdmnasñdasd
qé paja ._.

Lucía dijo...

pta justo yo estoy afanadasa con eso de los zombies te juro que alaaa es mi cosa mas favorita sobre la tierra *w* creo que si nserio pasara una castástrofe de estas los humanos nos convertiríamos en criaturas aún más crueles y estúpidas x_x

"Sobrevivientes -balbuceé entre jadeos-, en la ciudad... ¡no resistirán!"

monjas bastardas x)

Mercedes Eat World dijo...

bien ah