5.08.2010

La Infección (parte 1)

El grifo no pertenecía a ninguna gran compañía; al parecer era un negocio familiar, pues la construcción de la tienda era de dos pisos, de los cuales supuse que el segundo era usado como vivienda.
Como pensamos, habían habido sobrevivientes en ese lugar, pero habían sido convertidos antes de que llegáramos. Los cadáveres de un hombre y una mujer mayores yacían en el piso con una escopeta en la mano del primero. Brown y yo miramos este hecho extrañados.
Ezequiel levantó la escopeta y se la dio a Brown. Luego, se adentró en la casa y lo seguimos.
-Está vacía y hay bastantes proviciones -dijo después de que la recorrimos por completo-. Incluso creo que podríamos quedarnos aquí un tiempo.
-Sí, no está mal -respondió Brown-; en medio de la nada.
No estaba en total desacuerdo con la idea, pero aislarnos ahí no era una solución definitiva, teníamos que proyectarnos un poco más. Además, el resto del mundo tenía que estar haciendo algo respecto a la situación actual y sería conveniente ser parte de eso, de una sociedad, otra vez.

***
El cuervo. Su mirada era tan profunda como agudo el dolor en mi pierna. Sí, me estaba mirando.
Su voz no tenía sonido, pero retumbaba en mi cabeza como mi propio pensamiento. Sí, me hablaba. Lo hacía desde el marco de la ventana. Me dijo que en mis manos estaba la salvación, que solo yo era capaz de traerle fin a este infierno, que había sido elegido. Me dijo que no importaba mi pasado.
Nunca fui el más sociable ni el más gracioso ni el más atrevido. Todo lo contrario, y en el cuartel, todos me jodían por eso. No cumplía los estándares; yo era único, pero ellos me veían raro. Sin embargo, yo sobreviví y ellos no. Yo fui astuto cuando el momento llegó, yo era apto para seguir viviendo. Ahora el cuervo me mostraba mi recompensa.
"Pero ellos ponen en peligro tu misión. Te han estado engañando, están infectados. ¡Mátalos, mátalos!"

***
-¿Por qué Ezequiel no te ayuda con esto? -le pregunté a Brown mientras sacábamos el cuerpo de la mujer afuera.
-Por lo que está mal de la pierna. No se lo he pedido, pero no se veía bien cuando me le acerqué; estaba sentado viendo fijamente por la ventana, sin moverse.
-Tal vez la infección logró avanzar.
-Tal vez... ¡oye! ninguno tiene mordidas -dijo refiriéndose a los cuerpos.
-Bueno, no es necesario que te muerdan para que te conviertas, basta con morir por cualquier motivo y que el cerebro esté bien. Además, si hubiera sido así, habríamos encontrado también a los que los infectaron.
-¿Entonces como crees que murieron?
-Un paro cardíaco podría ser.
-¿Y por qué tenía el hombre la escopeta en la mano?
-¿Qué tratas de decir?
-Que tal vez ellos no estaban muertos cuando llegamos... -habló en un susurro revelador.
Me horroricé y nos miramos en cuanto los pasos de Ezequiel comenzaron a sonar en el piso de arriba.
-Muchachos, tengo que hablar con ustedes...

4 comentarios:

Nati Jota dijo...

Ay una vez escribí algo así de infectarse, pero sobre la gripe porcina y una movida así. Flashee un toque. Pero fue justo en esos tiempos y estaba en un divague en clase de geografía... Y sí, cuestión de esperar, y mientras...
divertirse.

Laura Sánchez dijo...

Creo que me gusta más cuando pones fragmentos de relatos :)

Azul dijo...

Gracias. Lo sé, ese ha sido siempre mi estilo, pero siempre he querido probarme que puedo hacer una historia larga y completarla, y descubrí que haciéndola de a pedcitos se me hacía más fácil.

V dijo...

Me pareció emocionante...

Seguiré leyendo.
A mí también se me hace más sencillo escribir por partes y realmente no sé muy bien por qué ocurre así.

Un saludo:

V