9.07.2010

El diario

Me acurruqué en el asiento del copiloto con Colita en mi regazo y saqué un cuaderno cuyas hojas se habían hecho gruesas por haber sido escritas. Brown iba conduciendo.
-¿Vas a retomar tu diario?
-Sí.
-Que lo valga -dijo con una sonrisa y confiando en que así sería.
Pensé en cómo iba a comenzar un momento, mientras acariciaba a Colita. La última vez que escribí fue la noche antes de que abandonáramos la casa de Brown.
"En estos últimos meses, he vivido tranquilamente con Brown. Me ha demostrado lo mucho que me quiere haciéndome vivir de la mejor manera posible en este infierno... Pero no podía seguir haciéndolo, no por siempre.
Enfrentar la realidad tal y como es siempre me ha sido difícil. La verdad es que el mundo que conocíamos ha terminado y no he querido pensar en eso. Solo he pensado en mis alrededores y he vivido cada día sin preguntarme qué vamos a hacer en el futuro, qué va a ser de nosotros, qué va a pasar con la humanidad. El favor de Brown solo prolongó el tiempo que me tomaría pensar en todo esto; se lo agradezco, sé que lo hizo de buena fe, pero ya no hay tiempo para ilusiones, tenemos que definir nuestro destino.
Antes de partir, tuve una conversación con Clay. Casi llorando, me contó que, en el tiempo que estuvieron refugiados en la iglesia, había una mujer embarazada. No tenía ni un rasguño de los monstruos; sin embargo..., el niño nació como uno de ellos. No pude llorar solamente porque el terror me paralizó hasta el último cabello. El terror, la desesperación, la tristeza. Sentí que moría. Iba a decirle, pero continuó antes de que pudiera hablar. Dijo que no sabía qué iba a hacer la raza humana si esto ocurría siempre, pero que si nosotros estábamos vivos era por algo. No importa si parece que no hay esperanza, hay un motivo por el que cada uno de nosotros está vivo..."
Miré a Brown.
"Yo ya encontré el mío".
Luego de varias horas desde que partimos, el cielo se comenzó a oscurecer. Teníamos que decidir si seguiríamos o si nos ocultaríamos hasta el amanecer.
-Yo digo que continuemos, pero hay que preguntarles a Clay y a Faer -dijo Brown haciendo una señal con las luces para que ellos, que iban en el carro de adelante, se detuvieran.
-Brown está cansado -dije yo-, pero puedo reemplazarlo para que podamos seguir.
-Faer también lo está, pero yo no sé manejar -dijo Clay apenada.
-No se preocupen -dijo Brown-. Descansaremos. Busquemos algún lugar donde refugiarnos durante la noche antes de que se haga más tarde.
El lugar estaba literalmente desierto de convertidos, pero no nos queríamos arriesgar. Si incluso uno de ellos nos sorprendía dormidos, podía ser fatal para todos.
Aunque no encontramos ninguna construcción, dimos con varias cuevas, ya que ya nos encontrábamos en la parte de sierra del país. Escogimos una a cuyo fin pudimos llegar y estacionamos ambos carros en la entrada.
Me quedé dormida más o menos tranquila, porque había oscurecido hace ya varias horas y, sin embargo, no habíamos visto a ni un convertido.

No hay comentarios: