Pero no había nadie. ¿Por qué no había nadie? Se suponía que debía estar ahí, era el día y la hora.
Recordando bien, varias cosas del día no habían tenido sentido.
El gimnasio ese día cerraba a la 1; sin embargo, llegué a las 2 y me quedé hasta las 4. También es costumbre que vaya y regrese del gimnasio en micro, pero no recuerdo la ida; del regreso solo recuerdo haber salido del gimnasio con mi ropa de hacer ejercicio puesta, lo siguiente era yo frente al lugar de siempre, a la hora indicada, esperando, con mi ropa de calle favorita y sin rastro de transpiración. Luego estaba en mi casa.
A pesar de no recordar ni la ida ni la vuelta al gimnasio, me recuerdo caminando en la calle. Veía micros, buses y autos completamente vacíos, incluso sin conductor, avanzando por la pista. El aire se hacía espeso al respirar y nublaba un poco la vista, hacía que se me subiera la sangre a la cabeza y me mareaba. Pero luego todo era ligero, casi no tocaba el piso al caminar y todo brillaba tanto que cegaba.
-¿Qué carajo pasa?
-Debes estar muerto o soñando.
-No puedo estar soñando, porque vi la hora varias veces mientras esperaba; no puedes ver la hora ni leer en los sueños.
-¿Tenías reloj?
-No.
-¿Celular?
-No.
-¿Cómo viste la hora?
-Simplemente la vi. ¿Ves?, otra cosa sin sentido.
-Debes estar muerto.
-Imposible, porque, si lo estuviera, nadie podría verme y he hablado con varias personas hoy. Personas vivas.
-Momento. Tu día ha estado lleno de cosas que deberían ser de una manera, pero que, sin embargo, eran de otra; por lo tanto podría darse que estas personas deberían estar vivas, pero no lo están y, al estar muertas como tú, pueden verte y hablar contigo.
-Pero... he hablado con diferentes personas hoy, con mi familia, la secretaría del gimnasio, el entrenador, el cuidador de mochilas, un tipo equis me pidió la hora en la calle, la gente que caminaba en dirección contraria a la mía se hacía a un lado para pasar y hasta he jugado con Tifa... ¿Es posible que todos ellos...
-Es posible... Y eres el primero que se da cuenta.
-Y, en total, ¿cuántos?, ¿cuántos estamos muertos? ¿Qué ha matado a tanta gente sin que se den cuenta?
-Algo muy rápido. ¿Una bomba tal vez?, ¿una atómica?
-Imposible, las construcciones están intactas... -me callé de imprevisto.
-¿Qué pasa?
-El Ángel de la Muerte.
-¿La vara de Moisés?
-Sí, es el única arma capaz de matar selectivamente y, al parecer, instantáneamente.
-Alguien la usó contra todos los que estuviesen en el distrito.
-Espera... La cantidad de personas que he visto en las calles es algo menor a la que siempre veo, ¿crees que, así como puedo interactuar con otras personas muertas, las vivas me sean invisibles?
-Podría ser...
-Eso tendría sentido, significaría que el arma fue usada contra todos los que viven en el distrito. No la vi, porque no estaba muerta y no estaba muerta, porque no vive acá.
-Todo se conecta muy bien, pero, aunque reconozco que yo misma sugerí que estás muerto, creo que deberíamos comprobarlo.
-Tienes razón.
Me levanté del sillón y subí a mi cuarto. Frío, pálido y rígido yacía mi cuerpo sobre mi cama.
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