8.24.2014

En lo que Vaz se estaba metiendo

Se levanta de la cama como si odiara las mañanas. Deja las sábanas destendidas y arrastra los pies descalzos hasta la cocina. Sirve una taza de café tan amargo como su expresión. Sin azúcar. Prende un cigarrillo y lo alterna con la taza para llevárselo a la boca. Deja caer la ceniza por toda la cocina.

La televisión solo está prendida para hacer ruido, pero esta mañana algo le llama la atención.

-Y en el programa de anoche de Perú Tiene Talento, un misterioso mago enmascarado fascinó al público con sus trucos de hielo...

Levanta una ceja. Primero, incrédulo, al ver las imágenes del programa de anoche. Luego, completamente furioso al darse cuenta de lo que ese imbécil está haciendo en televisión nacional. La taza se hace añicos entre sus dedos y los pedazos manchados de sangre caen al piso.

-Nos va a joder como no tiene idea...

Se pone el sobretodo negro con capucha encima de la ropa con la que durmió, y un par de botas negras. Coge sus llaves. Sale del departamento.

-Ese "mago" me va a escuchar.

Su sombra se proyecta hacia arriba conforme va bajando las escaleras del edificio.

8.15.2014

...and counting

El viejo director de cine llega su casa. Es domingo, así que no hay ningún criado; incluso, le ha dado el día libre a su mayordomo y al guardia de la puerta. No teme mucho por su vida ni por un posible asalto; en parte porque confía en su sistema de seguridad, en parte porque no le importa.

Nunca le tuvo miedo a la muerte, mucho menos lo haría ahora que su edad era avanzada y la amenaza de esta era cada vez más real. Recuerda una cita sobre la muerte siendo la siguiente gran aventura.

Suena el timbre.

Duda por un momento; si bien no siente miedo, está extrañado de que alguien lo busque a esa hora. Se dirige a la puerta mientras se pregunta quién podría ser; su hermana no está en la ciudad, las jóvenes amigas, a las que ama como a hijas, estarían más bien descansando para el siempre pesado lunes que se avecina, los criados estarían haciendo muy buen uso de su día de des...

Sus pensamientos se interrumpen abruptamente ante la persona que se presenta frente a él al abrir la puerta. A pesar de los cuarenta años en los que no la ha visto y que han caído sobre ella tanto como sobre él mismo, reconoce sin esfuerzo las mejías sobre las cuales solía pasar lentamente sus dedos, reconoce los ojos en los que se perdía, reconoce los labios que le sonreían en media luna. Ella lleva esa mirada que parece preocupada, que usa en situaciones sentimentales difíciles.

El silencio entre ambos es pesado y oscuro; parece impenetrable, pero él lo rompe.

-Hey.
-Hola.

Él piensa en tantas frases, pero todas le parecen muy cliché: "ha sido mucho tiempo", "no puedo creer que estés aquí", "¿cómo has estado?".

-Pasa.

La conduce al comedor iluminado por solo una lámpara de pie que crea una burbuja de luz amarilla alrededor de la mesa. Le ofrece un asiento y sale a la cocina.

Mientras el anfitrión se encuentra ausente, ella examina la gran casa. Reconoce la decoración art nouveau que a él siempre le gustó, aunque diluida con un toque de minimalismo. Ve el reloj de péndulo detrás del asiento que sería de él: son las diez y cincuenta y seis.

Regresa de la cocina con dos tazas de café y pone una frente a ella.

-Y, bueno, ¿cómo has estado?
-Bien... bien, ¿y tú?
-Cumplí mucho de lo que quería, estoy donde siempre quise estar.

Ella recuerda de lo mucho que él hablaba de su sueño y le sonríe. Él le devuelve la sonrisa de manera cortés. Entonces pareciera que poco a poco recuperan la confianza perdida, como si se estuvieran volviendo a conocer, hablan de cuarenta años de historia que han tenido cada uno por su cuenta. Incluso llegan a reír juntos otra vez.

-Asumo que viste la entrevista.
-Sí. Fue el impulso final que necesitaba para... venir.

Él le da el último sorbo a su café y pregunta:

-Y, ¿lo encontraste? ¿Encontraste a la persona con la que querías pasar toda tu vida?
-Sí, lo encontré.
-¡Genial!, ¿desde hace cuánto estás con él?

Ella vuelve a mirar el reloj y cuenta en voz baja.

-Quince minutos.

***
Nota del autor: No hablo directamente de mi vida personal en mi blog, pero creo que esto amerita una pequeña explicación. Esta historia tiene una primera parte.

Ambas partes fueron creadas en mi cabeza en el mismo momento: cuando terminé con mi ex. Claro, primero pensé en una y después se me ocurrió seguirla con esta, por eso está dividido. De hecho, estaba pensando en publicar la segunda parte "cuando regresáramos" (no creo ser el único que piensa esto en los primeros días después de una ruptura).

Sin embargo, con el tiempo superé este episodio y ya ni pensaba ni tenía ganas de regresar con ella. Pero esta segunda parte aún estaba en mi cabeza, la historia estaba aquí incompleta. Mucho tiempo no quise escribirla y publicarla porque pensaba "pucha, la gente va a creer que todavía no la supero, que espero regresar con ella y nada que ver". Básicamente, no la escribí por miedo a lo que fueran a pensar de mí, pero siempre quise hacerlo, porque es una historia que me parece me ha salido bien, está bien escrita y me daba pena dejarla incompleta. También corriendo el riesgo de que me pudiera olvidar en algún momento de esta segunda parte.

Así que hoy finalmente decidí hacerlo, por amor a la historia y a mí mismo. Y porque creo que esta es una de las características más importantes del arte: tomar algo triste y convertirlo en algo bueno. En este caso, en un cuento. Espero que lo hayan disfrutado.

PD: perdonen la falta de modestia al haberme imaginado como un gran director de cine hahahaha.