5.23.2010

En mi semana de vacaciones de invierno, después de mis finales de primer ciclo, tuve una explosión creativa. La sola idea de tanto tiempo libre y tanto invierno rico me inspiraban. Cuando caminaba por la calle, veía la semilla de una historia en todos lados: "¿por qué están estas zapatillas tiradas acá?", ¿por qué ese tipo se viste así?", "¿qué es esa mancha en esa camioneta?", "¿por qué tengo la impresión de que hay menos gente hoy?" y muchas otras preguntas eran potenciales disparadores.
El sábado luego de la semana de exámenes me levanté bastante tarde por la fiesta de fin de finales, pero decidí levantarme temprano a partir del domingo, ya que la mañana era el momento del día que más me inspiraba.
El domingo comencé una historia sobre aquella mancha que vi en una camioneta de prensa del canal 5, cuyo estudio quedaba a pocas cuadras de mi casa y por el que pasaba a diario. Era sobre como un reportero se pasa de curioso y, por su cuenta, comienza a seguirle la pista a un asesino en lugar de llamar a la policía; a causa de esto se le culpa de un asesinato y comienza a dar caza al verdadero asesino para probar su inocencia. El problema es que es muy difícil para la presa cazar al cazador.
El lunes me volví a levantar temprano planeando acabar la segunda mitad de mi historia corta, pero, luego de unas cinco páginas, a eso de las diez, mi mamá me pidió que fuera al banco a hacerle un encargo. De mala gana, acepté. Fui en buzo y con mi casaca de promoción, que había comenzado a usar para el diario.
Crucé Cuba y entré a una calle perpendicular a esta. Aquí, llamó mi atención un gato, que, desde que entré en su campo de visión, me miraba fijamente, sentado en el jardín del frente de un edificio. Me paré donde estaba y le devolví la mirada fija al gato. El argumento de una historia comenzaba a nacer en mi cabeza, cuando algo más llamó mi atención: una chica en buzo de colegio pasó por la vereda contraria, en la que estaba el gato, presionó un botón en el intercomunicador del edificio y, al instante, le abrieron la puerta y entró en el pasadizo principal, donde ya no la pude ver.
Aunque solo conseguí ver su rostro brevemente, sabía que era muy linda. Lo otro que pude ver fue su cabello siendo sacudido por una leve brisa fría; era lacio, castaño claro y le llegaba hasta abajo de los hombros.
Eso bastó. Me encantaba.
***
PD: ¿Sugerencias para el título de esta nueva serie?

5.17.2010

What's it feel like to love?

Te repites una y otra vez que el amor apesta y que no estás enamorado
¡de ninguna manera!
y te dan risa aquellos que creen estarlo
¡qué saben!
y sin embargo...
sus "te quiero" te derriten aunque estén escritos
tienes el corazón en la boca cuando vas a llamarla
odias el momento en el que no tienes nada más que decirle
detestas tener que colgar
extrañas su voz y desearías haberle dicho más
aún así sonríes solo cuando la recuerdas.

5.12.2010

La Infección (parte 2)

-No estamos seguros -me dijo Green.
-No nos vamos a arriesgar. Entra ahí -respondí y la hice entrar en un armario.
Arrastré rápidamente el cuerpo del hombre hacia el marco de la puerta y me paré ahí.
-Aquí estamos, Ezequiel, sacando los cuerpos.
Comenzó a bajar los escalones frente a mí, lentamente, mientras hablaba.
-¿Y Green?
-Está afuera, cavando un pozo... Hey, mira esto, ninguno de los dos tiene mordidas.
-Tal vez tienen rasguños donde no se les vea.
-¿Como tu pierna?
-Como mi pierna, pero sin antibióticos.
-No sé, yo vi bastantes allá arriba.
-Entonces debieron haber muerto de cualquier otra cosa.
-¿Al mismo tiempo?, ¿con un arma en la mano?
-Deja de jugar, Brown. Sé que están infectados.
-Todos estamos infectados; el virus se activa con la muerte.
Noté que, al bajar las escaleras, cojeaba.
-¿Cómo sigue tu pierna?
-Está bien. Me inyectaron antibióticos, ¿recuerdas?
-Tal vez la infección logró avanzar antes.
-¡Dije que está bien!
-¡Déjame verla, Ezequiel!
-¿Sabes? -dijo mientras alistaba su arma- No tengo tiempo para esto, tengo una misión que cumplir.
Salté hacia un costado quedando afuera de la casa y protegido por la pared, aunque esta era de madera y no muy gruesa, por lo que tuve que mantenerme agachado y moviéndome para que sus balas disparadas al azar no me cayeran. Llegué a la esquina de la construcción y me asomé por esta a esperar a que saliera ahora que los disparos habían cesado. Sin embargo, no salió por la puerta, sino que saltó de imprevisto por la ventana detrás mío. Rodé por la esquina justo a tiempo para evitar un ráfaga más de balas. Una vez más hubo silencio, pero se interrumpió por un chasquido de lengua. Esperé a que entrara a mi campo de visión con la escopeta lista y apuntando hacia aquella esquina, pero lo oí volver a entrar a la casa y salir rápidamente por la puerta, con el hacha de Green en alto. A penas pude darme la vuelta estando agachado para bloquear el golpe con la escopeta, pero el impacto me hizo perder el equilibrio. Ezequiel volvió a levantar el hacha en el aire al mismo tiempo que yo le volvía a apuntar con la escopeta. En aquel segundo se detuvo el tiempo.
Sus ojos inflamados no eran los de antes, tenía ahora la mirada de un demente, llena de sinrazón.
Apreté el gatillo mientas el tiempo retomaba su ritmo normal y, casi instantáneamente, su pecho se abrió en sangre.
Respiré aliviado, le grité a Green para que saliera y me eché en la tierra. Se acercó al cuerpo de Ezequiel y recogió su hacha diciendo "gracias". Luego, se volvió hacia mí, sonrió y se me tiró encima.
-Yo lo termino -me dijo al oído.
-¿Qué... ah -entendí al ver el cuerpo del cadete levantándose. Los ojos de demente se habían ido y ahora eran los de una bestia.
Green tomó impulso con el hacha en horizontal y, con un golpe seco, partió la cabeza por la mitad.

5.08.2010

La Infección (parte 1)

El grifo no pertenecía a ninguna gran compañía; al parecer era un negocio familiar, pues la construcción de la tienda era de dos pisos, de los cuales supuse que el segundo era usado como vivienda.
Como pensamos, habían habido sobrevivientes en ese lugar, pero habían sido convertidos antes de que llegáramos. Los cadáveres de un hombre y una mujer mayores yacían en el piso con una escopeta en la mano del primero. Brown y yo miramos este hecho extrañados.
Ezequiel levantó la escopeta y se la dio a Brown. Luego, se adentró en la casa y lo seguimos.
-Está vacía y hay bastantes proviciones -dijo después de que la recorrimos por completo-. Incluso creo que podríamos quedarnos aquí un tiempo.
-Sí, no está mal -respondió Brown-; en medio de la nada.
No estaba en total desacuerdo con la idea, pero aislarnos ahí no era una solución definitiva, teníamos que proyectarnos un poco más. Además, el resto del mundo tenía que estar haciendo algo respecto a la situación actual y sería conveniente ser parte de eso, de una sociedad, otra vez.

***
El cuervo. Su mirada era tan profunda como agudo el dolor en mi pierna. Sí, me estaba mirando.
Su voz no tenía sonido, pero retumbaba en mi cabeza como mi propio pensamiento. Sí, me hablaba. Lo hacía desde el marco de la ventana. Me dijo que en mis manos estaba la salvación, que solo yo era capaz de traerle fin a este infierno, que había sido elegido. Me dijo que no importaba mi pasado.
Nunca fui el más sociable ni el más gracioso ni el más atrevido. Todo lo contrario, y en el cuartel, todos me jodían por eso. No cumplía los estándares; yo era único, pero ellos me veían raro. Sin embargo, yo sobreviví y ellos no. Yo fui astuto cuando el momento llegó, yo era apto para seguir viviendo. Ahora el cuervo me mostraba mi recompensa.
"Pero ellos ponen en peligro tu misión. Te han estado engañando, están infectados. ¡Mátalos, mátalos!"

***
-¿Por qué Ezequiel no te ayuda con esto? -le pregunté a Brown mientras sacábamos el cuerpo de la mujer afuera.
-Por lo que está mal de la pierna. No se lo he pedido, pero no se veía bien cuando me le acerqué; estaba sentado viendo fijamente por la ventana, sin moverse.
-Tal vez la infección logró avanzar.
-Tal vez... ¡oye! ninguno tiene mordidas -dijo refiriéndose a los cuerpos.
-Bueno, no es necesario que te muerdan para que te conviertas, basta con morir por cualquier motivo y que el cerebro esté bien. Además, si hubiera sido así, habríamos encontrado también a los que los infectaron.
-¿Entonces como crees que murieron?
-Un paro cardíaco podría ser.
-¿Y por qué tenía el hombre la escopeta en la mano?
-¿Qué tratas de decir?
-Que tal vez ellos no estaban muertos cuando llegamos... -habló en un susurro revelador.
Me horroricé y nos miramos en cuanto los pasos de Ezequiel comenzaron a sonar en el piso de arriba.
-Muchachos, tengo que hablar con ustedes...

5.06.2010

Yo seguiré buscando o seguiré escapando

"...porque cada canción me hable de ti, de ti, de ti... me hable de ti"

porque cada maldita canción me habla de ti
y no solo eso
cada cosa, todo, me habla de ti
y parece que me hablas a través de todo
que te veo en cada lugar
y que, cada vez que hay silencio,
escucho tu voz

"Por eso es que odio el silencio, por eso es que odio estar solo"

cada noche, antes de dormir
cada vez que veo manos entrelazadas
cada vez que no me animo a escuchar música antes de dormir
cada vez que aconsejo
pero no te quiero hablar
no quiero desgastarme sin que te des cuenta
mientras tú te desgastas por alguien más

prefiero canibalizarme

5.05.2010

Cold days...

...remind me of you
are dreamlike
make me feel like falling in love
and like falling too deep
they wrap my eyes in mist
and make my steps ice cold

5.02.2010

Hazme un favor

¿Podrías salirte de mi cabeza por unas horas? En serio, es que necesito leer un montón para la práctica de mañana y tú no me dejas. Me paro acordando de los buenos momentos que he pasado contigo, de las veces que nos hemos reído juntos y simplemente me salgo de la lectura. También me vienen a la mente todas las cosas que haría y te diría para hacerte reír. Y sé que todo esto te puede sonar muy bonito (o muy creepy), pero en verdad son muchas páginas las que tengo que leer... Así que te lo vuelvo a pedir: por favor, ¡aléjate de mi mente, maldita sea!

5.01.2010

La Herida

Los bastardos no pudieron seguirnos el paso. Sin embargo, no llegaríamos muy lejos con lo que nos quedaba de gasolina, teníamos que encontrar un grifo en la carretera.
No sabía, sinceramente, dónde estábamos. Nos salimos de la carretera central pues estaba plagada de los autos de todos aquellos que intentaron huir de la ciudad en las primeras horas del suceso y de sus cadáveres andantes. Lo único que sabía era que estábamos en medio de la nada y que a nuestra derecha, a lo lejos, se veía el mar, pero no porque estuviera cerca, sino porque lo único que nos separaba de él era un desierto de tierra árida.
Mi preocupación aumentaba con cada minuto que pasaba sin que viéramos un grifo. Al menos pude distraerme oyendo la conversación entre Green y el chico que encontramos. Perdón, que nos encontró.
-¿Te duele mucho? -preguntó ella mientras le revisaba la pierna.
-No.
-Vamos a desinfectarla y a aplicarte un antibiótico.
-¿Lo has... -sus palabras se interrumpieron por un gruñido de dolor que reprimió entre dientes al sentir el alcohol sobre la herida- ¿Lo has hecho antes...?
-No -respondió lentamente con una sonrisa, mientras aplicaba cuidadosamente el antibiótico con una jeringa. El cadete volvió a reprimir un gruñido-. Eso debería ser suficiente -terminó, vendándole la pierna.
El cadete dio las gracias secamente.
-Me llamo...
-Eh, espera -lo interrumpí-. Piensa en todas las cosas que has hecho desde que comenzó esto. ¿Aún crees que eres la misma persona? No creemos en los...
-Me llamo Ezequiel.
Me ignoró olímpicamente.
-A mi dime Green.
-Yo soy Brown -dije algo disgustado- y gracias por ayudarme allá en la ciudad. Por cierto, ¿cómo me encontraste?
-Había estado viviendo en un departamento abandonado no muy lejos de donde te encontré. Las provisiones de la zona parecían haberse acabado después de los meses que había estado ahí, así que fui un poco más lejos. Encontré un minimarket, pero, antes de poder coger cualquier cosa, el escándalo de los gruñidos llamó mi atención.
-Eres cadete, ¿verdad? -Green, al igual que yo, lo dedujo por su ropa- ¿Qué pasó con tu cuartel?
-Supongo que murieron... -dijo con una media sonrisa que nos enervó- Cuando todo comenzó, nuestro cuartel fue uno de los lugares a los que más gente acudió. Claro, pensarían que los protegeríamos y, de hecho, fue así durante varias horas. Pero varias de las personas que ingresaban habían sido heridas por -hizo una pausa para buscar el término adecuado- los muertos, las infecciones eran terribles y se nos comenzaban a acabar los medicamentos. Me di cuenta de lo que esto significaba a tiempo para poder escapar. Luego de algunas horas de haberlo hecho, vi que el cuartel había comenzado a arder en llamas.
Más que dolido por sus compañeros, parecía orgulloso por haber sobrevivido.
-¿Por qué no le avisaste a nadie?
-Nadie tenía tiempo para escucharme. Además, no quería arriesgarme a que me acusen de desertor y arruinen mi escape. No los necesitaba de todas formas.
-¿Entonces por qué viniste con nosotros? Si no necesitas a nadie, pudiste haberte ido luego de ayudar a Brown o, mejor aún, ni siquiera acercarte a ayudarlo -Green sonaba irritada.
-Ellos se condenaron solos, no fueron lo suficientemente inteligentes para sobrevivir; si los hubiera traído conmigo, habrían sido una carga. Pero ustedes son sobrevivientes, como yo, han sido astutos y han permanecido vivos por su cuenta. Simplemente pensé que podríamos hacer un buen equipo.
No pude evitar sentirme halagado por sus palabras; después de todo, tenía razón.
-Bueno, Ezequiel, pero, si vas a estar con nosotros, tenemos que estar seguros de que no nos vas a abandonar cuando te necesitemos.
-Somos un equipo, pero no dependo de nadie.
-...Como quieras -terminé.
A lo lejos me pareció un espejismo, pero, conforme nos acercamos, confirmé que era real: habíamos encontrado un grifo.
El lugar estaba abandonado, al menos por afuera. La construcción que vendría a ser la tienda estaba sellada con tablas en las ventanas, podrían haber sobrevivientes adentro.
-Voy a revisar mientras llenas el tanque -dijo Ezequiel mientras se acercaba a la puerta con el arma preparada. Lo vi abrirla, entrar y volví a lo mío. Segundos después, disparos me sobresaltaron. Ezequiel se asomó por la puerta y gritó:- Despejado.