11.21.2010

La Última Resistencia (parte 2)

Abracé con fuerza a Green a las cinco de la tarde. La abracé con más fuerza a las seis, mientras observábamos el crepúsculo.
Ella suspiraba mucho, y en cada suspiro solo oí desesperanza. Yo me sentía igual, muy pronto iban a comenzar a salir los convertidos de donde quiera que estuvieran.
-Es hora -le dije con el último rayo de sol.
Salimos rápidamente del carro, junto a Colita y con nuestras armas y linternas en mano, y nos metimos a la casa más pequeña que encontramos.
-Cierra todo, voy a revisar el lugar.
Busqué con cautela el primer y el segundo piso. Abajo estaban la sala, la cocina-comedor, un baño de visita y un patio-lavandería descubierto. No habían convertidos y las despensas estaban completamente vacías. Me preocupó la falta de techo en el patio, pero no podíamos hacer mucho al respecto, a parte de mantenernos en silencio.
Arriba había una pequeña sala de estar con un par de sillones y una televisión rota, otro baño y dos cuartos. El primero había sido adaptado como almacén, estaba lleno de cajas con diversas etiquetas -"Julia", "Sonia", "Santiago", "Fotos", "Ropa bebés"-. Entré y pasé la linterna por cada rincón, solo para saber si era seguro. No me molesté en examinar más, no tenía ni las ganas ni el tiempo.
Al entrar al segundo cuarto, me encontré a espaldas de una mecedora con... algo en ella. Las moscas revoloteaban a su alrededor y la peste me llegó casi de inmediato. Aquello definitivamente estaba muerto, pero no por eso estaba a salvo. Me puse en guardia con el hacha e hice ruido para ver si reaccionaba. Luego de algunos segundos sin respuesta, comencé a acercarme con sigilo. Cuando estuve lo suficientemente cerca, pateé la mecedora con fuerza y puse el hacha en alto, pero el cuerpo simplemente cayó al piso, junto a un rifle simple. Aquel cadáver era el de un hombre mayor y era aparente que se había disparado en la cabeza, antes de ser presa de los convertidos. Solo entonces, noté que, en la cama del cuarto, se encontraba el cadáver de una mujer también mayor y también con un notorio disparo en la cabeza.
En fin, el lugar estaba vacío. Miré por la ventana que estaba frente a la mecedora; los muertos ya se movían por toda la calle.
Abajo, la luz del sol ya no iluminaba, Green solo contaba con su linterna para verme. Se había limitado a mover los muebles hacia la puerta y ventanas; no podíamos entablar nada, pues el ruido los atraería.
-Vamos arriba, tenemos que estar listos para cuando lleguen.
-Espero que lleguen.
-Lo harán.
Cogió el rifle del piso y esperamos cerca a la ventana.

***
Llegamos a la puerta del convento sintiendo que los corazones nos explotarían y la golpeamos como locos. Un guardia nos vio desde arriba y en seguida Clay gritó "¡Somos humanos!".
Los convertidos se encontraban a muy pocos segundos de nosotros. Seguimos golpeando y, cuando solo nos separaban cinco metros, la puerta se abrió y rápidamente nos tiramos adentro. El golpear de la puerta metálica cerrándose vino junto a el de una docena de garras golpeando a esta.
-Sobrevivientes -balbuceé entre jadeos-, en la ciudad... ¡no resistirán!
A nuestro al rededor no habían solo otras monjas, sino también varios ciudadanos que lograron refugiarse. Todos nos miraban como si estuviéramos pidiendo que cometan suicidio.
-Tendrán que hacerlo -dijo una mujer mayor, la madre encargada del convento-, no podemos salir de noche y menos ahora que han atraído a todos esos monstruos hasta nuestra puerta... ¿Eres tú, ...?
-Soy yo -respondió Clay- y nuestros amigos...
Una explosión en la ciudad interrumpió las palabras de Clay. Los golpes en la puerta cesaron inmediatamente y oímos a los convertidos correr en dirección del sonido.
-¿Qué fue eso? -gritó la madre al guardia que estaba arriba.
-Una bola de fuego se levantó, ahora hay un incendio a mitad de la ciudad.
Clay y yo nos miramos aterrados.
-¡Son ellos, tenemos que ir!
-Los convertidos ya se han ido de la puerta, podemos...
-Pero -me interrumpió- estarán todos juntos en el lugar de la explosión, con sus amigos.
Miré a todos a mi alrededor y solo encontré desaprobación.
-Madre... -comenzó a hablar Clay.

11.04.2010

Hola. Quiero escribir y terminar la historia zombie, pero estoy bloqueado. Ya sé qué quiero que suceda y cómo terminarla, pero no sé como llegar del punto en el que estoy a la siguiente idea que tengo.

HALP!

11.01.2010

Y recordé que, de acuerdo a planes que finalmente se cancelaron, hoy debí haber estado en Trujillo en la mañana y debería haber regresado a Lima hace poco. De acuerdo a esos planes, yo debí haber estado en Trujillo desde el sábado 30 en la mañana hasta hoy.
Pero estoy en mi cuarto tratando de terminar mi trabajo de historia.
Pero no me importa
Pero no extraño
Pero miento
Pero soporto

aaaala, cuánto drama. No me gusta, chau.

10.28.2010

The mask's day

That's what a really cool guy would do. He woul give his seat to the hot chicks standing next to him while waiting for some of their friends who are still in the store. But I'm not a cool guy at all, so fuck them. I'm more like an introverted asshole, a secret jerk... so fuck them. Fuck those specifically shiny, pretty, smiling people, they are oh so cool. Heck, some of them are even smarter than me, which I can't stand.
So fuck them, they won't have this seat, it's mine.

10.16.2010

hai.



Mis notas en estos últimos parciales bajaron en comparación a las del ciclo pasado... Definitivamente tiene algo que ver con el hecho de haber estado estudiando el mismo día en el micro. En fin, ya pasó, pero al parecer voy a tener que estudiar de verdad (cosa que no suelo hacer) para los finales.Quiero volver a tener un promedio alto, para estar en buen puesto y elegir un buen horario, o sea, uno que solo sea en las mañanas, como el de este ciclo. Es un poco matado tener 3 días a la semana clases a las 7, pero prefiero eso a regresarme a mi casa a las 5 o después... Por aquí las cosas se van poniendo peligrositas mientras más tarde sea. Ya me van queriendo robar como, uh... tres veces por mi casa, y ni siquiera era tan tarde, pero soy pro y no me dejo.
Pero ladrones no son los únicos que se me acercan.
Ayer regresaba a mi casa mientras pensaba "TGIF" y dispuesto a descansar un poco. Mientras esperaba a que cambie la luz para cruzar la arenales, última avenida antes de mi calle, se me acercó un chiquito que, en vez de pedir limosna como pensé que iba a hacer, me dio un muñeco de tela, este:
En la foto no se puede ver, pero en la etiquetita del costado solo hay un círculo con una equis encima.
Esta medio paja y es gratis, así que me lo quedo :D

9.22.2010

La Última Resistencia (parte 1)

Dormimos más de lo que hubiéramos querido. Nos despertamos pasadas las nueve de la mañana. Comimos algo rápido y continuamos nuestro camino.
Sin embargo, se nos quitó el malestar de haber perdido el tiempo en cuanto vimos las primeras casas a las afueras de la ciudad de Huancayo. Ya a esta distancia era posible ver como, en lo alto de una colina, se alzaba como una fortaleza el convento del que Clay nos había hablado. Diría que estaba casi al otro lado de la ciudad.
Entonces, ya a mitad de la ciudad, tuvimos que detenernos. Faer se bajó del carro de adelante y nos preguntó qué había sucedido.
-Se nos acabó la gasolina. ¿Ustedes todavía tienen?
-Sí. Me parece que va a ser suficiente para llegar.
-¿Nos pueden pasar un poco? -preguntó Green, con Colita, quien aún dormía, en brazos.
-No sé... -respondió Faer. No quería que pensemos que no le importábamos, pero tampoco quería correr un gran riesgo. Yo lo entendía- Tendríamos que darles la mitad y no sabemos si con eso nos alcance a ambos para llegar.
-Tienes razón -lo respaldé-, podríamos terminar con dos carros tirados.
Incluso si lográbamos encontrar algo de gasolina en los grifos cercanos, probablemente no sería suficiente y nos exponíamos un poco más. Por otro lado, en el convento seguramente tenían reservas del combustible y solo teníamos que esperar. Claro, eso era si había alguien ahí... De cualquier modo, era la mejor decisión para el grupo, por lo que acordamos en que ellos irían al convento y regresarían por nosotros. Prometieron no demorarse.
La abracé en el carro mientras veíamos cómo se alejaban rápidamente. Eran pasadas las tres de la tarde.

***
Manejaba tan rápido como podía en un lugar cuyas calles no conocía. Desde luego, el hecho de que no hubiera otros carros aceleraba la cosa.
Veía como nos acercábamos cada vez más al convento y mis ansias crecían. Sin embargo, la emoción y la preocupación por nuestros compañeros me hicieron manejar más rápido que lo que debía.
-¡Cuidado! -gritó Clay en cuanto doblamos una esquina y chocamos contra unos vehículos que habían quedado varados en medio de la pista y, además, impedían el paso.
Nos encontrábamos ya bastante cerca de nuestro objetivo, pero el sonido del choque había atraído a un grupo de convertidos; varios de ellos salieron de aquellos vehículos.
-Larguémonos de aquí -le dije a Clay mientras sacaba la escopeta. Disparar solo atraería a más de aquellos monstruos, por lo que solo lo haría de ser completamente necesario.
Así, comenzamos una carrera hacia el convento. Una carrera contra los convertidos; una carrera por nuestras vidas y las de nuestros amigos.

9.14.2010

I'm a thousand miles away, but, girl, tonight you look so pretty

Se sentó en la silla giratoria mientras yo cerraba la puerta con seguro y juntaba las cortinas del cuarto. Comenzó a darse vueltas. Me senté en mi cama y me quedé viéndola un rato. Comencé a sonreír como idiota conforme me iba acordando de todo lo que habíamos hecho ese día. El desayuno en la cama, el café después, larcomar después de almuerzo, puesta de sol, pizza junto a los otros dos, playa nocturna, frío, abrazos, risas, otro café.
-¿Qué película vamos a ver? -me sacó de mis pensamientos.
-Uhm... ¿"Amor a distancia"?
-Qué oportuno. Está bien.
Puse la película y me senté a su costado en la cama.
En verdad era graciosa, reímos tanto... Pero yo la vi sabiendo lo que iba a pasar, identificándonos.
Cuando terminó, se había quedado dormida sobre mi pecho. La acomodé y la tapé. Luego me eché de costado y nunca terminé de verla. No sé cuántas horas pasaron hasta que me quedé dormido, pero sé que le susurré:
-Lo lograremos, no te atrevas a rendirte.

9.07.2010

El diario

Me acurruqué en el asiento del copiloto con Colita en mi regazo y saqué un cuaderno cuyas hojas se habían hecho gruesas por haber sido escritas. Brown iba conduciendo.
-¿Vas a retomar tu diario?
-Sí.
-Que lo valga -dijo con una sonrisa y confiando en que así sería.
Pensé en cómo iba a comenzar un momento, mientras acariciaba a Colita. La última vez que escribí fue la noche antes de que abandonáramos la casa de Brown.
"En estos últimos meses, he vivido tranquilamente con Brown. Me ha demostrado lo mucho que me quiere haciéndome vivir de la mejor manera posible en este infierno... Pero no podía seguir haciéndolo, no por siempre.
Enfrentar la realidad tal y como es siempre me ha sido difícil. La verdad es que el mundo que conocíamos ha terminado y no he querido pensar en eso. Solo he pensado en mis alrededores y he vivido cada día sin preguntarme qué vamos a hacer en el futuro, qué va a ser de nosotros, qué va a pasar con la humanidad. El favor de Brown solo prolongó el tiempo que me tomaría pensar en todo esto; se lo agradezco, sé que lo hizo de buena fe, pero ya no hay tiempo para ilusiones, tenemos que definir nuestro destino.
Antes de partir, tuve una conversación con Clay. Casi llorando, me contó que, en el tiempo que estuvieron refugiados en la iglesia, había una mujer embarazada. No tenía ni un rasguño de los monstruos; sin embargo..., el niño nació como uno de ellos. No pude llorar solamente porque el terror me paralizó hasta el último cabello. El terror, la desesperación, la tristeza. Sentí que moría. Iba a decirle, pero continuó antes de que pudiera hablar. Dijo que no sabía qué iba a hacer la raza humana si esto ocurría siempre, pero que si nosotros estábamos vivos era por algo. No importa si parece que no hay esperanza, hay un motivo por el que cada uno de nosotros está vivo..."
Miré a Brown.
"Yo ya encontré el mío".
Luego de varias horas desde que partimos, el cielo se comenzó a oscurecer. Teníamos que decidir si seguiríamos o si nos ocultaríamos hasta el amanecer.
-Yo digo que continuemos, pero hay que preguntarles a Clay y a Faer -dijo Brown haciendo una señal con las luces para que ellos, que iban en el carro de adelante, se detuvieran.
-Brown está cansado -dije yo-, pero puedo reemplazarlo para que podamos seguir.
-Faer también lo está, pero yo no sé manejar -dijo Clay apenada.
-No se preocupen -dijo Brown-. Descansaremos. Busquemos algún lugar donde refugiarnos durante la noche antes de que se haga más tarde.
El lugar estaba literalmente desierto de convertidos, pero no nos queríamos arriesgar. Si incluso uno de ellos nos sorprendía dormidos, podía ser fatal para todos.
Aunque no encontramos ninguna construcción, dimos con varias cuevas, ya que ya nos encontrábamos en la parte de sierra del país. Escogimos una a cuyo fin pudimos llegar y estacionamos ambos carros en la entrada.
Me quedé dormida más o menos tranquila, porque había oscurecido hace ya varias horas y, sin embargo, no habíamos visto a ni un convertido.

9.02.2010

Hay ocasiones en las que me meto mucho en mis pensamientos, sin importar dónde esté. Cuando finalmente salgo, llego a una conclusión: I'm definitely not here.

9.01.2010

Whispers

Los Whispers o Susurros son seres que existen siempre que estén presentes en la mente de al menos una persona, incluso como un ser ficticio. Sin embargo, para manifestarse físicamente, al menos una persona debe creer que el Whisper realmente existe; y mientras más personas crean en él, más fuerte será.
Todos ellos fueron humanos en un principio y se convirtieron en Whispers por voluntad propia, mediante cierto ritual.
Un Whisper en el que nadie cree es como un espectador del mundo, no puede afectarlo de ninguna manera. Es por esto que, antes de convertirse, dejan alguna prueba de que son reales, como una fotografía, una carta o un dibujo.
Deshacerse de un Whisper es bastante complicado. Si bien su cuerpo físico se puede destruir -con menor o mayor dificultad, dependiendo de cuántas personas crean en él-, este se regenerará con el paso del tiempo. Para deshacerse efectivamente de la forma física de estos seres, se debe lograr que la persona o las personas que creen en él dejen de hacerlo y luego cometer suicidio, ya que uno solo puede tratar de destruir aquello que cree que es real. El Whisper no podrá afectar nuestro mundo hasta que alguien vuelva a creer en su existencia. Para deshacerse definitivamente de un Whisper, este debe ser borrado de todas las mentes en la que se encuentre o bien se debe matar a todos aquellos que lo tengan presente en su pensamiento.
Un Whisper está limitado a afectar a y a manifestarse ante solamente aquellas personas que creen en él. Basta que uno crea firmemente, para que el ser pueda manifestar su cuerpo completamente; si hay duda, solo podrá afectar levemente la realidad -dar un golpe a una puerta, empujar un vaso-.
Cuando suficientes personas creen en un Whisper, este puede comenzar a hacer cambios cada vez más fuertes en la realidad; este poder no afecta directamente a los humanos -no puede cambiar el rostro de alguien u obligarlo a hacer algo que no quiera-, pero puede usarse para modificar la percepción temporalmente y para intervenir en los sueños.
La mayoría de Whispers fueron personas enfermas, llenas de venganza o simplemente malvadas, que, por desgracia, hallaron esta forma de hacerse inmortales hasta cierto grado. Sin embargo, al ser conscientes de esta situación, algunas personas decidieron convertirse también, con el único propósito de combatir los intentos por parte de otros Whispers de hacer daño en nuestro mundo. Estos protectores son escasos, ya que uno debe sacrificar su vida para convertirse. Además, pocas personas saben efectuar el ritual y menos aún se atreven a realizarlo.
Existen rituales alternos que someten al Whisper a diferentes condiciones, aunque la idea principal de lo que son estos seres no varía.
***
Saqué esta idea de la saga de Boogeyman y de la película que vi ayer, Candyman. De esta última saqué la frase que me inspiró:
Candyman: I am the writing on the wall, the whisper in the classroom! Without these things, I am nothing. So now, I must shed innocent blood. COME WITH ME!
Probablemente haga una historia (o varias) sobre este concepto más adelante.

8.29.2010

El plan

La idea me llenó de curiosidad inmediatamente, era nuestra solución.
-Sigan. ¿Cómo vamos a hacer esto? -implicando que Green y yo aceptábamos.
-Hemos analizado la situación cuidadosamente -dijo Clay-. La costa está fuera de cuestión debido a que las ciudades y los pueblos están construidos sobre los valles y el resto es desierto. La selva no es especialmente buena para la agricultura.
-Así que iremos a la sierra. En primer lugar, el relieve nos puede permitir ver a los monstruos desde mucho más lejos si es que vienen en nuestra dirección; el clima frío también juega a nuestro favor, ya que, al estar muertos, no tienen calor corporal e irán congelándose.
-Por último, la agricultura es posible con antiguas técnicas como el uso de andenes.
Entonces me di cuenta que había un problema.
-Ustedes... ¿saben de cultivos?
Se miraron el uno al otro y luego a nosotros.
-No -respondió Clay-, pero conozco a personas que sí. Antes de venir a la costa a hacer mi primer servicio, vivía en un convento en la sierra; aparte de las monjas, que me conocen y ayudarán, el lugar era como una fortaleza situada en terreno elevado. Estoy segura que varios de los refugiados ahí tenían chacras.
-Espera -la detuvo Green-. No tenemos idea de lo que haya pasado allá...
Clay quiso responder, pero se calló al darse cuenta que decía la verdad.
-Sin embargo, es nuestra mejor opción.
Clay levantó la mirada y me dirigió una sonrisa.
-Y supongo que lo que necesitan es que compartamos nuestras provisiones para el viaje y para el tiempo que demore poner el plan en marcha. No hay problema.
-Excelente -Faer también sonrió-. Debemos levantarnos temprano mañana para aprovechar tanta luz como nos sea posible.
-Dejaremos todo listo antes de irnos a dormir y saldremos con el primer rayo de sol.
Nos repartimos la tarea de empacar todo lo necesario y comenzamos a hacerlo.
Green parecía haberlo aceptado; sin embargo, no la vi muy convencida. Se encontraba cerrando una maleta al lado de una ventana por la que entraba la luz de la luna.
-Hey...
Al dirigirme la mirada, pude ver en sus ojos el desánimo respecto al plan.
-¿Qué sucede?
-Creo que nos estamos dejando llevar, Brown. Es bastante arriesgado. Tiene que haber otra manera.
-Es arriesgado, pero vale la pena. Incluso sin el convento, el clima y el relieve nos facilitan el deshacernos de los convertidos. Estamos llevando todas nuestras provisiones, así que de todas maneras duraremos un tiempo.
Green no había estado pensando en el futuro durante el tiempo que estuvimos en la casa del grifo, solo pasábamos cada día como mejor podíamos, juntos. La llegada de Clay y Faer y su plan la habían hecho caer en cuenta de que nuestro estilo de vida no duraría para siempre. Y ahora...
-Tengo miedo, Brown.
La abracé tan cálidamente como pude y recostó su cabeza en mi hombro.
-No lo tengas. No voy a dejar que te pase algo malo. Lo prometo -terminé besándole la cabeza.

8.28.2010

I fail at making blogging decisions

Dejé pasar más tiempo del que debí para escribir este sueño, pero ahí va lo que me acuerdo, que creo que es lo más importante.
No estoy seguro de dónde estábamos, creo que Trujillo. En un momento nos subimos a un bus para llegar a la ciudad, donde se iba a comprar ropa. Cuando me dijo esto, yo estaba como "putamadre, me olvidé de traer plata, yo también quería comprarme ropa". Durante el recorrido creo que nos reímos bastante... No, no me acuerdo de más, pero que había más.

8.25.2010

The Pallid Man

I am feared amongst the feared.

I am he who you thought lived in your nightmares. You were just too sleepy to realize I was truly there.
I am he who watches you from across the street and follows you home. He who scratches the floor when you think you're home alone.
I am the dripping blood of an innocent's corpse.
I am the pain of cracking bones.
I am the spectre of corruption.

And I will be the last image on the rotting eyes of your dead body
for no one has seen me and kept breathing
for my voice is the sound of all hope dying
for my stare is like hellfire on your eyes
for my skin is the vision of the unholy

I am feared amongst the feared
for I am the Pallid Man.

/x/

Mi blog ha cambiado. Sí, definitivamente ha cambiado. Se ha convertido en un blog de historias y random posts. Ya no me siento cómodo escribiendo sobre mí. Tampoco siento la necesidad de hacerlo. Bueno, de vez en cuando, pero no es suficiente como para hacerlo.
Ya nada de ella, green, Italia ni de las que lo hubieran sido.
Ahora paso mi tiempo en /x/ y en otras cosas triviales, tratando de no pensar mucho.
Aún así, puede que de vez en cuando haga algo de canibalismo, pero muy poco, muy sutil. Como si te importara.

8.23.2010

Coco

Una conocida canción de cuna en Sudamérica canta "Duérmete, niño, / duérmete ya, / que viene el coco / y te comerá"

[...]

¿En serio? O sea, ¿EN SERIO?

8.18.2010

BOOM

Esto le sucedió al amigo de un amigo. Lo llamaremos Johnny.
Una noche, Johnny se había quedado hasta tarde en una sala de chat pública.

NymusNina: eres muy divertido
JDoe: jaja, gracias, tú también :p
JDoe: ya es de madrugada
NymusNina: taaantas horas hablando
JDoe: sí, no tienes sueño?
NymusNina: jaja, sí
NymusNina: pero, antes de irnos, mira esta página que acabo de encontrar

Johnny hizo clic en el link que le habían pasado. Se abrió la página más extraña que jamás hubiera visto. En ella, se sucedían rápidamente oscuras imágenes de fuera de este mundo. A pesar de que no pudo ver bien ninguna debido a la velocidad con la que pasaban ante sus ojos, fue rápidamente inundado por un escalofrío intenso. Inmediatamente trató de cerrar la página, pero se abrió un aviso con la palabra "boom" y su edad al costado. Johnny puso "Aceptar" en este aviso y la página se cerró.

NymusNina está desconectado/a.

Johnny se fue a dormir, seguramente su compañera de chat quiso asustarlo aprovechando la hora.
Al día siguiente, nuestro amigo amaneció con fiebre alta y un fuerte dolor de cabeza. Se quedó en cama y su mamá, incapaz de determinar qué le sucedía, llamó al doctor. Este revisó a Johnny una y dos y tres veces, pero no encontró ningún otro síntoma aparte de la fiebre y el dolor de cabeza, que aumentaban cada vez más. Tampoco encontró la causa de estos. El doctor se dio por vencido y le dijo a la madre de Johnny que lo lleve a la clínica al día siguiente para hacerle algunas pruebas.
Más tarde, llegó la señora que hacía la limpieza de la casa. "Asegúrese de dejarlo todo en orden y cuide a mi hijo, que está muy enfermo. Yo voy a salir, más tarde regreso". La señora de limpieza entró al cuarto de Johnny y salió instantes después.
"Señora", le dijo antes de que salga, "yo sé que me contrata para limpiar la casa, pero me va a tener que pagar extra si quiere que limpie la sangre y los trozos de carne de las paredes".

8.08.2010

La Tierra

[Nota: Ya que sería irreal que la monja y el mochilero hayan estado en la carretera todo el tiempo que Brown y Green han estado sobreviviendo (meses), ahora pasaron ese tiempo en la iglesia y decidieron huir al ver que no había esperanza en ese lugar. He editado la parte anterior, en la que ahora se puede leer este cambio.]

-¿Quién está ahí? -gritó Brown mientras apuntaba el cañón de la escopeta por una ventana del segundo piso hacia el auto que se acababa de estacionar frente al grifo.Las puertas se abrieron. Del asiento del conductor salió un joven; del otro, una chica con el cabello recogido en una cola. Salieron con las manos en alto.
-Somos sobrevivientes -dijo el joven con acento colombiano-, como ustedes.
-Solo estábamos buscando provisiones, no sabíamos que el lugar estaba ocupado. No queremos problemas -la chica hablaba con suavidad, pero con seguridad.
Miré la desconfiada expresión de Brown, quien aún les apuntaba.
-No parecen malos.
Me miró pensativo, tratando de determinar qué hacer.
-No queremos problemas -volvió a decir el colombiano-. Si quieren, nos vamos.
Lo miré con expectativa. Él me devolvió la mirada, tratando de pensar más rápido.
-Brown...
-Está bien. No -gritó por la ventana mientras bajaba la escopeta-, pueden entrar.
El incidente con Ezequiel lo había vuelto desconfiado. Si él, que le salvo la vida en un primer momento, intentó matarnos, ¿quién no lo haría? Aunque estábamos seguros de que para entonces ya no estaba cuerdo, tampoco podíamos confiar en cualquiera. Cualquiera podría tampoco estarlo.
Más tarde, después de dejar que se pusieran cómodos, aunque siempre con un ojo encima, estábamos sentados alrededor de la vieja mesa de madera de la cocina junto a los dos extraños.
-Tienen suerte -dijo Brown-, ya ha comenzado a oscurecer.
-No es por suerte sino gracias a ustedes que estamos a seguros -dijo la hermana.
-Somos...
-Eh, eh -lo interrumpió Brown. Iba a decir lo de los nombres-. Nada de nombres.
Luego de explicarlo, los extraños prosiguieron.
-Soy Clay. Soy una hermana que solía servir en la iglesia de un pequeño pueblo a pocos kilómetros de aquí.
-¿Eras una monja?
-Lo soy -lo corrigió-. Aquella iglesia fue en la que comencé mi servicio, el cual no duró mucho...
Le calculé entre veinte y veintipocos años.
-A mí llámenme Faer. Vine a mochilear de Colombia. Las criaturas me sorprendieron mientras visitaba uno de esos pueblitos que no aparecen en los mapas, el mismo en el que estaba su iglesia.
Le calculé más o menos la misma edad que a Clay. Ambos parecían personas fuertes de espíritu y voluntad, sobrevivientes y luchadores natos.
-Yo soy Brown, ella es Green. Bienvenidos. Hemos estado aquí desde hace unas semanas y hemos visto que por aquí no pasa ni un alma, lo que nos agrada. Pueden comer y quedarse con nosotros esta noche.
Reaccioné a sus últimas palabras mirándolo.
-Brown... -iba a protestar, pero él siguió.
-No me malentiendan. Estamos en medio de la nada aquí, no hay forma de conseguir alimentos ni medicinas aparte de los que tenemos almacenados. Como les dije, este lugar nos gusta por estar aislado y nos queremos quedar todo el tiempo que nos sea posible.
-Entendemos -dijo Clay con su serenidad sobrenatural-, pero nos gustaría proponerles un trato.
-Como bien has dicho -siguió Faer-, están en medio de la nada y tendrán que moverse tarde o temprano. ¿A dónde irán? A estas alturas, lo más probable es que las ciudades ya hayan sido vaciadas y los pueblos destruidos. Tendrán que enfrentarse a otros grupos de sobrevivientes por las pocas provisiones restantes.
-En lugar de ir en busca de comida, queremos hacer la nuestra propia, queremos cultivar.
Nos quedamos sorprendidos ante la idea, no habíamos pensado en algo así. Y era brillante.

7.03.2010

La Iglesia

No habían pasado más que unas semanas desde mi traslado a la iglesia de un pequeño pueblo pesquero cuando llegó aquella noche. Mi función, junto a dos monjas más, era asistir al Padre Julián en el quehacer diario.
El primero llegó en la tarde. Un hombre con un brazo desgarrado y chorreando de sangre llegó a duras penas a las afueras del pueblo, donde los pobladores lo vieron; inmediatamente lo trajeron para que reciba ayuda. Pensé que la herida había sido causada por la mordida de un animal que no podía identificar hasta que el hombre, entre jadeos causados por una fiebre que atribuí a una infección, me contó lo que había sucedido.
-Yo estaba yendo al pueblo vecino en mi camioncito, hermana, porque tenía que dejar una mercancía y de paso iba a visitar a mi compadre. Cuando llegué, no había nadie en la calle, pero seguí hasta la tienda donde iba a dejar las cosas. Cuando entro..., encuentro a varios... -se le hacía difícil hablar al recordar tal escena, incluso comencé a ver lágrimas en sus ojos- comiéndose a un... a un señor, hermana, ¡se estaban comiendo a un señor!
-¿Quiénes? ¿Bestias del campo?
-Eran bestias, hermana, pero no eran animales, no eran animales...
-¿Qué eran, entonces?
-Eran como nosotros, hermana, ¡hombres y mujeres como nosotros!
-¡¿Qué dices?!
-¡Estaban como poseídos por demonios: ojos desorbitados, bocas manchadas de sangre, carne humana en las uñas! Me vieron cuando entré y yo salí corriendo a mi camión. Ya habían algunos afuera también. Arranqué rápido, como pude, le puse segunda de frente y me largué. Pero, ya cuando estaba afuera del pueblo, vi por el espejo que se había metido uno por atrás; casi me choco cuando lo veo. Comenzó a golpear el vidrio que nos separaba. Vi que le sangraban las uñas y escuché algunos huesos de su mano romperse, pero él seguía golpeando como salvaje hasta que se rompió. Ahí mismito frené y me puse a correr al pueblo; ya estaba a medio camino. Él también se bajó y comenzó a perseguirme, era demasiado rápido. Me alcanzó y me tiró al piso. Me mordió el brazo cuando lo puse para protegerme la cara. No me soltaba, hermana, solo me lo saqué de encima cuando me arrancó un pedazo de carne. Me dolió como no se imagina, hermana, pero me tuve que aguantar para agarrar un piedrón y romperle la cabeza, solo así se quedó quieto. No se cómo he llegado al pueblo desangrándome...
-Pero ha llegado. No se preocupe, usted se va a mejorar.
-Pero ellos... ¿y si vienen?
-Descanse.
No le hice más caso al hombre. Encontré difícil creer lo que me había contado, pero algo dentro de mí me decía que era cierto. Recé por que no lo fuera, rogué que haya sido todo una mentira. Pero cayó la noche y lamenté que no lo haya sido.
Llegaron con la oscuridad, como si ellos la hubieran traído. Esprintaban y gruñían mientras el pueblo se convertía en un pequeño pandemónium. Los que lograban escapar venían a la iglesia, pues sabían que era la construcción más fuerte. Llegaban sangrando, llegaban llorando, llegaban gritando, llegaban preguntando "¿Por qué?" y yo no sabía que decirles.
La iglesia cerró sus gruesas puertas cuando lo único que se veía era aquel ejército de demonios viniendo hacia nosotros. Llegábamos a escuchar los desgarradores gritos de aquellos que no habían podido llegar a tiempo y que golpeaban la puerta mientras eran atacados, pero, aunque se me destruía el corazón, no podíamos hacer nada.
Caí llorando al piso y escondí la cara entre las manos.
-Entiendo su dolor, hermana -me dijo alguien con acento y me puso una mano en el hombro-, pero aquí tenemos gente que sigue viva y que la necesita. Vamos, ayudaré en lo que pueda.
Al levantar la vista, vi a un joven que definitivamente no era del pueblo: tenía más bien pinta de mochilero y, por el acento, pude determinar que era de Colombia. Me ofreció la mano para ayudarme a levantar y la acepté.
El Padre Julián y las otras dos hermanas ya se encontraban ayudando a los heridos, quienes constituían la mayor parte de los sobrevivientes, aunque también había algunos ilesos. Junto al joven, comenzamos a tratar los rasguños y mordidas de los pacientes. A pesar de que algunas heridas se veían mucho peor que otras, todos los heridos parecían sufrir por igual: fiebre y dolor generalizado.
-Usted tampoco es de aquí, ¿verdad, hermana?
-Hace poco me transfirieron desde la sierra, pero yo soy de Lima. No es necesario que me trates de "usted", "hermana" es suficiente.
El joven asintió y continuó.
-¿Cree que se rindan en algún momento? -preguntó refiriéndose a los golpes en la puerta de la iglesia.
-No lo sé..., tal vez para el amanecer...
Un alarido me interrumpió. Era el señor que había llegado en la tarde, estaba gritando de dolor. Nos acercamos para ver qué le pasaba. Luego de intentar tranquilizarlo por un buen rato, entró en coma durante varios segundos, después de los cuales murió.
Le dimos la espalda y vimos que todos habían presenciado lo sucedido. Pudimos ver tristeza especialmente en los ojos de aquellos que también habían sido heridos por las bestias; sin embargo, esa tristeza se convirtió en terror de un momento para otro y no entendimos por qué hasta que volvimos a voltear. Ahí estaba él, se había levantado y nos miraba fijamente, pero con una expresión inhumana; sus ojos inspiraban desesperanza.
No pasó ni un segundo para que se tirara rugiendo encima mío. Inmediatamente, el joven me lo sacó de encima y trató de inmovilizarlo, pero la bestia no se rendía. Las hermanas y yo tratamos de ayudar sujetándolo. Recé por un milagro mientras mis fuerzas se agotaban rápidamente. De repente, oímos un sonido de metal clavándose en carne y vimos como el padre Julián había clavado un candelabro en la boca de la criatura, la cual dejó de moverse por completo.
Nos hicimos para atrás, aliviados, pero había ahora una pregunta latente entre todos nosotros: ¿Les sucedería lo mismo a todos los que habían sido heridos por las bestias?
A medida que las horas pasaron, nuestro temor se confirmó cuando, uno a uno, los heridos se fueron transformando en monstruos. Al principio, tratamos de negarlo, de buscar otra explicación, pero, al transformarse el cuarto, era evidente que las mordidas y rasguños provocaban la transformación.
-¿Qué vamos a hacer, padre?
Cerca de la mitad de los refugiados habían sido mordidos o arañados por las criaturas. Y todos ellos nos miraban como si hubiera algo que pudiéramos hacer. Pero no lo había.
-No los podemos echar a la calle, ellos aún son humanos -le dije.
-Ya sé. Tendremos que ponerlos en cuarentena.
-¿A todos juntos? Pero no se transforman todos al mismo tiempo, el primero acabaría con los demás...
El sonido de un disparo interrumpió nuestra conversación. Uno de los heridos había acabado con su vida usando un revólver. Los demás vieron el arma como a un tesoro e instantáneamente se tiraron sobre ella. Tratamos de detenerlos, pero los mismos golpes del forcejeo nos alejaron. Su comportamiento ya era el de bestias.
Uno, dos..., cinco disparos. Seis cuerpos tendidos en el piso, unos pocos heridos llorando por no haber conseguido el arma, cerca de una docena aterrada de los otros sobrevivientes. Nosotros, en el infierno.
Horas después, estábamos al lado del último herido, esperando que se transformase para acabar con él, como habíamos hecho con los demás...
Pasaron semanas, meses en los que el pequeño grupo que quedábamos teníamos que arreglárnosla para conseguir comida, cada vez más escasa en el pueblo, a diario. En el transcurso de este tiempo también perdimos miembros del grupo. Nuestro número se reducía junto a nuestras esperanzas de seguir con vida.
Un día, encontré al joven que nos había estado ayudando alistando sus cosas para salir.
-¿A dónde vas?
-No lo sé, pero no me quedo aquí.
-¿Por qué? Te necesitamos...
-No hay comida más que para hoy y la tensión se siente. Sí, sé que debería quedarme a ayudar, a tratar de conseguir comida para todos, pero... es demasiada responsabilidad para mí. Lo siento mucho, hermana -dijo mientras se echaba la mochila al hombro-. Buena suerte.
Mientras lo veía marcharse, sentía como si dos personas se pelearan en mi interior; una quería quedarse a ayudar en lo que pudiera, aunque le costara la vida; la otra, irse. Después de una intensa lucha interna, la segunda ganó.
-¡Oye -le grité-, espera!
Volteó expectante.
-Me voy contigo.
Me sentí tan egoísta, pero tan feliz.
-Como quieras, hermana, pero vamos a correr mucho, así que te recomiendo que te pongas algo más cómodo...
Sonreí, me fui a cambiar de ropa y alisté una pequeña maleta.
-Oh, espera.
Bajé al primer piso con cuidado de no despertar a nadie y busqué algo que guardé desde la primera noche de terror en el pueblo. Regresé haciendo sonar la llaves de su camión en mis manos.
-Esto nos va a ser útil -dije mientras ambos sonreíamos.
Salimos por una ventana y nos alegramos al ver que la calle estaba vacía de esos monstruos. Por ahora.
-Por cierto -le dije una vez estuvimos en la carretera-, ¿cómo te llamas?
-Heh, lo mismo te iba a preguntar...

7.01.2010

El pasado

-Es tu turno de ir a comprar, Carlos -le dijo Andrea, apoyando medio cuerpo en la mesa.
-Pero, ¿para qué queremos más Coca-Cola?
-Porque aún tenemos ron... ah, y vodka, así que también trae jugo de naranja -respondió Ana.
-Me parece que ya es un poco tarde para salir a comprar -Lucía miraba su reloj.
-Bueno -dije-, yo te acompaño. ¿Vienes, Luis?
Este balbuceó algo inentendible producto del alcohol y volvió a caer sobre su mano de cartas.
-Supongo que no. Ya venimos.
Salimos de mi casa y nos dirigimos hacia la tienda en la esquina de mi cuadra que atendía las veinticuatro horas.
-¿Esta es la tercera o cuarta?
-La quinta, es la quinta vez que nos reunimos en mi casa desde que viajaron mis papás... -suspiré.
-Ahh, sí... En serio te pasas,...
-¡Eh! -lo interrumpí- ¿Escuchaste eso?
Había sido como una respiración profunda y agitada. Nos quedamos en silencio mientras esta se oía cada vez más cerca.
-Oye, regresemos.
-Sí -aceptó tan temeroso como yo.
Sin embargo, antes de que pudiéramos dar vuelta, tres criaturas de forma humana saltaron de la esquina y quedaron a varios metros de nosotros. No necesitamos ver más, la verdad, para correr de inmediato hacia mi casa. Corrimos como si el mundo se fuera a acabar (y lo iba a hacer), pero ellos eran bastante rápidos. Llegamos a mi puerta y Carlos comenzó a tocar el timbre como loco mientras yo sacaba desesperadamente la llave de mi bolsillo. Antes de que pudiera meterla, Andrea abrió la puerta y prácticamente me tiré adentro. Carlos estaba a punto de hacer lo mismo, pero lo cogieron una fracción de segundo antes. Dejó salir el grito más desesperado que he oído en mi vida mientras los tres monstruos se le tiraban encima y metían con fuerza sus garras sin filo en su cuerpo. Maldición, incluso nos llegó a salpicar sangre.
Incapaces de hacer otra cosa, cerramos la puerta de un golpe y pusimos tras ella lo que tuviéramos a la mano.
En shock, nadie pudo hablar ni moverse del piso en el que estábamos sentados por un par de horas. Excepto el borracho de Luis, que seguía tirado sobre su mano de cartas en la mesa.
Cuando se le pasaron los efectos del alcohol (al menos los que lo mantenían inconsciente), nos encontró a todos en el recibidor, con los ojos desorbitados y perdidos, inmóviles y con manchitas de sangre en nuestra ropa. Incluso creo que dijo algo, pero lo único a lo que le podía prestar atención era a la escena que se repetía una y otra vez en mi cabeza en la que Carlos era devorado.
Solo reaccionamos cuando, preguntándose que era el rasqueteo y los gruñidos que sonaban afuera de la puerta, se dispuso a tratar de abrirla (sí, solo se le pasaron los que lo mantenían inconsciente).
-¡No! -le gritamos los cuatro al unísono.
-¿Qué?
Me levanté y pensé en voz alta "la tele", mientras me dirigía a esta. Los demás me siguieron.
Esa noche, oí el anuncio más aterrador, algo que pensé pertenecía solo a las mas retorcidas pesadillas. No le creí a mis oídos cuando el reportero dijo: "Los muertos caminan".
La madrugada avanzaba sin que uno dijera cualquier cosa y mientras los arañazos y gruñidos en la puerta comenzaban a volvernos locos.
Luis rompió el silencio algunas horas después, aparentemente ya en sí.
-Escuchen, no podemos quedarnos aquí, tenemos que hacer algo.
Yo solo lo vi mientras hablaba, a ver qué proponía.
-Somos más que ellos, podemos razonar y podemos improvisar armas.
Aparentemente había estado pensando en lo que iba a decir.
-Solo nos deshacemos de esos tres y buscamos un vehículo para alejarnos de la ciudad.
No sonaba mal, excepto por un detalle.
-Luis, ir afuera es suicidio, esos tres no son los únicos que hay. Incluso si llegaran a subir a un carro, ¿cómo van a avanzar si varios de esos se les amontonan alrededor? Deberíamos quedarnos hasta saber un poco más sobre la situación, aquí estamos seguros.
-Si nos quedamos, puede que vengan más de ellos, ya deben de haber unos cinco afuera. ¿Cuánto más puede resistir tu puerta?
-Así que ahora son cinco, ¿planeas que cada uno mate...
-Shhh... escucha, se han ido.
Efectivamente, ya no oía nada.
-Es ahora o nunca.
-No estamos a salvo.
No me oyeron. Las chicas siguieron a Luis a la cocina y comenzaron a atar cuchillos a palos de escoba. También hicieron un par de molotovs con la botella de ron y con la de vodka.
-Vamos -les pedí-, no hagan esto.
-Vamos a necesitar tu carro -dijo Luis, ignorándome.
-Que me vaya a quedar no significa que no lo vaya a necesitar después.
-¡Qué terco que eres!
-Por favor -me dijo Ana-, lo necesitamos para no arriesgarnos tratando de abrir y prender otro.
-Si quieren ir en mi carro, va a tener que ser conmigo; y yo no planeo irme aún. Solo esperemos a saber más.
-No podemos hacer eso. Ahora dame las llaves o las tomo yo -me amenazó con uno de los cuchillos.
-¡Luis! -gritó Lucía.
Habían dos copias de la llave; sin embargo, si se llevaban el carro muy lejos, podría no volver a encontrarlo. De cualquier modo, no tenía opción ahora. Le señalé dónde estaban.
Momentos antes de que se fueran, les volví a pedir que no lo hicieran, se los rogué, pero no me hicieron caso.
-Voy a cerrar la puerta a penas estén afuera... Buena suerte.
Corrieron de mi puerta hacia el auto de mis padres, que estaba tan solo cruzando la pista. Pero, como si se tratara de una trampa, vinieron corriendo desde la otra calle unos diez convertidos. Luis tiró ambos cócteles molotov, pero el fuego no los detuvo, incluso ardiendo fueron tras ellos. Se defendieron con todas sus fuerzas, pero ellos siempre se volvían a levantar sin importar cuantas puñaladas hayan recibido. Terminaron siendo víctimas de sus dientes y garras. Con un último esfuerzo, Luis volteó para verme. Su mirada fue severa, pero, antes de soltar su último aliento, sonrió como lo hace un amigo.
Cerré la ventanilla de la puerta por la que había estado mirando y me senté en el piso, esperando con angustia que no vinieran por mí. Escuché los gruñidos afuera por una media hora, como si se hubieran quedado rondando, pero eventualmente se detuvieron. Cuando me asomé a ver, solo quedaban cuerpos chamuscados y los restos de mis amigos.
***
Me levanté con lágrimas en los ojos y sudando frío. Desperté a Green también.
-¿Sabes? Yo intenté salvarlos tanto, quise convencerlos, se los dije una y otra vez, pero no me escucharon..., no me escucharon...
-Brown -tomó mi mano fría con la suya cálida-, tomaron su decisión, no fue tu culpa.
-Eran mis amigos...
-Y por eso intentaste ayudarlos, eso es lo que cuenta, lo que tú hiciste por ellos, ¿entiendes? Lo que ellos hicieran estaba fuera de tus manos.
-Supongo... -dije mientras me volvía a echar-. Green.
-¿Sí?
-Gracias.
-No te preocupes, duerme.

5.23.2010

En mi semana de vacaciones de invierno, después de mis finales de primer ciclo, tuve una explosión creativa. La sola idea de tanto tiempo libre y tanto invierno rico me inspiraban. Cuando caminaba por la calle, veía la semilla de una historia en todos lados: "¿por qué están estas zapatillas tiradas acá?", ¿por qué ese tipo se viste así?", "¿qué es esa mancha en esa camioneta?", "¿por qué tengo la impresión de que hay menos gente hoy?" y muchas otras preguntas eran potenciales disparadores.
El sábado luego de la semana de exámenes me levanté bastante tarde por la fiesta de fin de finales, pero decidí levantarme temprano a partir del domingo, ya que la mañana era el momento del día que más me inspiraba.
El domingo comencé una historia sobre aquella mancha que vi en una camioneta de prensa del canal 5, cuyo estudio quedaba a pocas cuadras de mi casa y por el que pasaba a diario. Era sobre como un reportero se pasa de curioso y, por su cuenta, comienza a seguirle la pista a un asesino en lugar de llamar a la policía; a causa de esto se le culpa de un asesinato y comienza a dar caza al verdadero asesino para probar su inocencia. El problema es que es muy difícil para la presa cazar al cazador.
El lunes me volví a levantar temprano planeando acabar la segunda mitad de mi historia corta, pero, luego de unas cinco páginas, a eso de las diez, mi mamá me pidió que fuera al banco a hacerle un encargo. De mala gana, acepté. Fui en buzo y con mi casaca de promoción, que había comenzado a usar para el diario.
Crucé Cuba y entré a una calle perpendicular a esta. Aquí, llamó mi atención un gato, que, desde que entré en su campo de visión, me miraba fijamente, sentado en el jardín del frente de un edificio. Me paré donde estaba y le devolví la mirada fija al gato. El argumento de una historia comenzaba a nacer en mi cabeza, cuando algo más llamó mi atención: una chica en buzo de colegio pasó por la vereda contraria, en la que estaba el gato, presionó un botón en el intercomunicador del edificio y, al instante, le abrieron la puerta y entró en el pasadizo principal, donde ya no la pude ver.
Aunque solo conseguí ver su rostro brevemente, sabía que era muy linda. Lo otro que pude ver fue su cabello siendo sacudido por una leve brisa fría; era lacio, castaño claro y le llegaba hasta abajo de los hombros.
Eso bastó. Me encantaba.
***
PD: ¿Sugerencias para el título de esta nueva serie?

5.17.2010

What's it feel like to love?

Te repites una y otra vez que el amor apesta y que no estás enamorado
¡de ninguna manera!
y te dan risa aquellos que creen estarlo
¡qué saben!
y sin embargo...
sus "te quiero" te derriten aunque estén escritos
tienes el corazón en la boca cuando vas a llamarla
odias el momento en el que no tienes nada más que decirle
detestas tener que colgar
extrañas su voz y desearías haberle dicho más
aún así sonríes solo cuando la recuerdas.

5.12.2010

La Infección (parte 2)

-No estamos seguros -me dijo Green.
-No nos vamos a arriesgar. Entra ahí -respondí y la hice entrar en un armario.
Arrastré rápidamente el cuerpo del hombre hacia el marco de la puerta y me paré ahí.
-Aquí estamos, Ezequiel, sacando los cuerpos.
Comenzó a bajar los escalones frente a mí, lentamente, mientras hablaba.
-¿Y Green?
-Está afuera, cavando un pozo... Hey, mira esto, ninguno de los dos tiene mordidas.
-Tal vez tienen rasguños donde no se les vea.
-¿Como tu pierna?
-Como mi pierna, pero sin antibióticos.
-No sé, yo vi bastantes allá arriba.
-Entonces debieron haber muerto de cualquier otra cosa.
-¿Al mismo tiempo?, ¿con un arma en la mano?
-Deja de jugar, Brown. Sé que están infectados.
-Todos estamos infectados; el virus se activa con la muerte.
Noté que, al bajar las escaleras, cojeaba.
-¿Cómo sigue tu pierna?
-Está bien. Me inyectaron antibióticos, ¿recuerdas?
-Tal vez la infección logró avanzar antes.
-¡Dije que está bien!
-¡Déjame verla, Ezequiel!
-¿Sabes? -dijo mientras alistaba su arma- No tengo tiempo para esto, tengo una misión que cumplir.
Salté hacia un costado quedando afuera de la casa y protegido por la pared, aunque esta era de madera y no muy gruesa, por lo que tuve que mantenerme agachado y moviéndome para que sus balas disparadas al azar no me cayeran. Llegué a la esquina de la construcción y me asomé por esta a esperar a que saliera ahora que los disparos habían cesado. Sin embargo, no salió por la puerta, sino que saltó de imprevisto por la ventana detrás mío. Rodé por la esquina justo a tiempo para evitar un ráfaga más de balas. Una vez más hubo silencio, pero se interrumpió por un chasquido de lengua. Esperé a que entrara a mi campo de visión con la escopeta lista y apuntando hacia aquella esquina, pero lo oí volver a entrar a la casa y salir rápidamente por la puerta, con el hacha de Green en alto. A penas pude darme la vuelta estando agachado para bloquear el golpe con la escopeta, pero el impacto me hizo perder el equilibrio. Ezequiel volvió a levantar el hacha en el aire al mismo tiempo que yo le volvía a apuntar con la escopeta. En aquel segundo se detuvo el tiempo.
Sus ojos inflamados no eran los de antes, tenía ahora la mirada de un demente, llena de sinrazón.
Apreté el gatillo mientas el tiempo retomaba su ritmo normal y, casi instantáneamente, su pecho se abrió en sangre.
Respiré aliviado, le grité a Green para que saliera y me eché en la tierra. Se acercó al cuerpo de Ezequiel y recogió su hacha diciendo "gracias". Luego, se volvió hacia mí, sonrió y se me tiró encima.
-Yo lo termino -me dijo al oído.
-¿Qué... ah -entendí al ver el cuerpo del cadete levantándose. Los ojos de demente se habían ido y ahora eran los de una bestia.
Green tomó impulso con el hacha en horizontal y, con un golpe seco, partió la cabeza por la mitad.

5.08.2010

La Infección (parte 1)

El grifo no pertenecía a ninguna gran compañía; al parecer era un negocio familiar, pues la construcción de la tienda era de dos pisos, de los cuales supuse que el segundo era usado como vivienda.
Como pensamos, habían habido sobrevivientes en ese lugar, pero habían sido convertidos antes de que llegáramos. Los cadáveres de un hombre y una mujer mayores yacían en el piso con una escopeta en la mano del primero. Brown y yo miramos este hecho extrañados.
Ezequiel levantó la escopeta y se la dio a Brown. Luego, se adentró en la casa y lo seguimos.
-Está vacía y hay bastantes proviciones -dijo después de que la recorrimos por completo-. Incluso creo que podríamos quedarnos aquí un tiempo.
-Sí, no está mal -respondió Brown-; en medio de la nada.
No estaba en total desacuerdo con la idea, pero aislarnos ahí no era una solución definitiva, teníamos que proyectarnos un poco más. Además, el resto del mundo tenía que estar haciendo algo respecto a la situación actual y sería conveniente ser parte de eso, de una sociedad, otra vez.

***
El cuervo. Su mirada era tan profunda como agudo el dolor en mi pierna. Sí, me estaba mirando.
Su voz no tenía sonido, pero retumbaba en mi cabeza como mi propio pensamiento. Sí, me hablaba. Lo hacía desde el marco de la ventana. Me dijo que en mis manos estaba la salvación, que solo yo era capaz de traerle fin a este infierno, que había sido elegido. Me dijo que no importaba mi pasado.
Nunca fui el más sociable ni el más gracioso ni el más atrevido. Todo lo contrario, y en el cuartel, todos me jodían por eso. No cumplía los estándares; yo era único, pero ellos me veían raro. Sin embargo, yo sobreviví y ellos no. Yo fui astuto cuando el momento llegó, yo era apto para seguir viviendo. Ahora el cuervo me mostraba mi recompensa.
"Pero ellos ponen en peligro tu misión. Te han estado engañando, están infectados. ¡Mátalos, mátalos!"

***
-¿Por qué Ezequiel no te ayuda con esto? -le pregunté a Brown mientras sacábamos el cuerpo de la mujer afuera.
-Por lo que está mal de la pierna. No se lo he pedido, pero no se veía bien cuando me le acerqué; estaba sentado viendo fijamente por la ventana, sin moverse.
-Tal vez la infección logró avanzar.
-Tal vez... ¡oye! ninguno tiene mordidas -dijo refiriéndose a los cuerpos.
-Bueno, no es necesario que te muerdan para que te conviertas, basta con morir por cualquier motivo y que el cerebro esté bien. Además, si hubiera sido así, habríamos encontrado también a los que los infectaron.
-¿Entonces como crees que murieron?
-Un paro cardíaco podría ser.
-¿Y por qué tenía el hombre la escopeta en la mano?
-¿Qué tratas de decir?
-Que tal vez ellos no estaban muertos cuando llegamos... -habló en un susurro revelador.
Me horroricé y nos miramos en cuanto los pasos de Ezequiel comenzaron a sonar en el piso de arriba.
-Muchachos, tengo que hablar con ustedes...

5.06.2010

Yo seguiré buscando o seguiré escapando

"...porque cada canción me hable de ti, de ti, de ti... me hable de ti"

porque cada maldita canción me habla de ti
y no solo eso
cada cosa, todo, me habla de ti
y parece que me hablas a través de todo
que te veo en cada lugar
y que, cada vez que hay silencio,
escucho tu voz

"Por eso es que odio el silencio, por eso es que odio estar solo"

cada noche, antes de dormir
cada vez que veo manos entrelazadas
cada vez que no me animo a escuchar música antes de dormir
cada vez que aconsejo
pero no te quiero hablar
no quiero desgastarme sin que te des cuenta
mientras tú te desgastas por alguien más

prefiero canibalizarme

5.05.2010

Cold days...

...remind me of you
are dreamlike
make me feel like falling in love
and like falling too deep
they wrap my eyes in mist
and make my steps ice cold

5.02.2010

Hazme un favor

¿Podrías salirte de mi cabeza por unas horas? En serio, es que necesito leer un montón para la práctica de mañana y tú no me dejas. Me paro acordando de los buenos momentos que he pasado contigo, de las veces que nos hemos reído juntos y simplemente me salgo de la lectura. También me vienen a la mente todas las cosas que haría y te diría para hacerte reír. Y sé que todo esto te puede sonar muy bonito (o muy creepy), pero en verdad son muchas páginas las que tengo que leer... Así que te lo vuelvo a pedir: por favor, ¡aléjate de mi mente, maldita sea!

5.01.2010

La Herida

Los bastardos no pudieron seguirnos el paso. Sin embargo, no llegaríamos muy lejos con lo que nos quedaba de gasolina, teníamos que encontrar un grifo en la carretera.
No sabía, sinceramente, dónde estábamos. Nos salimos de la carretera central pues estaba plagada de los autos de todos aquellos que intentaron huir de la ciudad en las primeras horas del suceso y de sus cadáveres andantes. Lo único que sabía era que estábamos en medio de la nada y que a nuestra derecha, a lo lejos, se veía el mar, pero no porque estuviera cerca, sino porque lo único que nos separaba de él era un desierto de tierra árida.
Mi preocupación aumentaba con cada minuto que pasaba sin que viéramos un grifo. Al menos pude distraerme oyendo la conversación entre Green y el chico que encontramos. Perdón, que nos encontró.
-¿Te duele mucho? -preguntó ella mientras le revisaba la pierna.
-No.
-Vamos a desinfectarla y a aplicarte un antibiótico.
-¿Lo has... -sus palabras se interrumpieron por un gruñido de dolor que reprimió entre dientes al sentir el alcohol sobre la herida- ¿Lo has hecho antes...?
-No -respondió lentamente con una sonrisa, mientras aplicaba cuidadosamente el antibiótico con una jeringa. El cadete volvió a reprimir un gruñido-. Eso debería ser suficiente -terminó, vendándole la pierna.
El cadete dio las gracias secamente.
-Me llamo...
-Eh, espera -lo interrumpí-. Piensa en todas las cosas que has hecho desde que comenzó esto. ¿Aún crees que eres la misma persona? No creemos en los...
-Me llamo Ezequiel.
Me ignoró olímpicamente.
-A mi dime Green.
-Yo soy Brown -dije algo disgustado- y gracias por ayudarme allá en la ciudad. Por cierto, ¿cómo me encontraste?
-Había estado viviendo en un departamento abandonado no muy lejos de donde te encontré. Las provisiones de la zona parecían haberse acabado después de los meses que había estado ahí, así que fui un poco más lejos. Encontré un minimarket, pero, antes de poder coger cualquier cosa, el escándalo de los gruñidos llamó mi atención.
-Eres cadete, ¿verdad? -Green, al igual que yo, lo dedujo por su ropa- ¿Qué pasó con tu cuartel?
-Supongo que murieron... -dijo con una media sonrisa que nos enervó- Cuando todo comenzó, nuestro cuartel fue uno de los lugares a los que más gente acudió. Claro, pensarían que los protegeríamos y, de hecho, fue así durante varias horas. Pero varias de las personas que ingresaban habían sido heridas por -hizo una pausa para buscar el término adecuado- los muertos, las infecciones eran terribles y se nos comenzaban a acabar los medicamentos. Me di cuenta de lo que esto significaba a tiempo para poder escapar. Luego de algunas horas de haberlo hecho, vi que el cuartel había comenzado a arder en llamas.
Más que dolido por sus compañeros, parecía orgulloso por haber sobrevivido.
-¿Por qué no le avisaste a nadie?
-Nadie tenía tiempo para escucharme. Además, no quería arriesgarme a que me acusen de desertor y arruinen mi escape. No los necesitaba de todas formas.
-¿Entonces por qué viniste con nosotros? Si no necesitas a nadie, pudiste haberte ido luego de ayudar a Brown o, mejor aún, ni siquiera acercarte a ayudarlo -Green sonaba irritada.
-Ellos se condenaron solos, no fueron lo suficientemente inteligentes para sobrevivir; si los hubiera traído conmigo, habrían sido una carga. Pero ustedes son sobrevivientes, como yo, han sido astutos y han permanecido vivos por su cuenta. Simplemente pensé que podríamos hacer un buen equipo.
No pude evitar sentirme halagado por sus palabras; después de todo, tenía razón.
-Bueno, Ezequiel, pero, si vas a estar con nosotros, tenemos que estar seguros de que no nos vas a abandonar cuando te necesitemos.
-Somos un equipo, pero no dependo de nadie.
-...Como quieras -terminé.
A lo lejos me pareció un espejismo, pero, conforme nos acercamos, confirmé que era real: habíamos encontrado un grifo.
El lugar estaba abandonado, al menos por afuera. La construcción que vendría a ser la tienda estaba sellada con tablas en las ventanas, podrían haber sobrevivientes adentro.
-Voy a revisar mientras llenas el tanque -dijo Ezequiel mientras se acercaba a la puerta con el arma preparada. Lo vi abrirla, entrar y volví a lo mío. Segundos después, disparos me sobresaltaron. Ezequiel se asomó por la puerta y gritó:- Despejado.

4.27.2010

Sick

You're slowly killing me again
Who's there to blame?

eres como un cáncer dulce
como una droga con espinas

[...]

simplemente me enfermas
y me haces sentir tan mal...
que se siente bien

4.16.2010

La Huida

Como era de esperarse, el sonido del motor del auto había atraído a un paquete de convertidos hacia la casa. Maldije una vez más y comencé a disparar a medida que el grupo se acercaba. A pesar de mi excelente puntería, eran cada vez más y estaban cada vez más cerca.
-¡Oigan! -grité enfadado- Déjense eso para después, ¡miren lo que han hecho!
Los tórtolos entendieron inmediatamente lo que había sucedido y corrieron al segundo piso.
-¡Pero tenemos que irnos, mierda!
Cerré la puerta de golpe y puse tras de ella todo lo que había a la mano para hacerla durar. Los seguí escaleras arriba dispuesto a arrastrarlos si era necesario, pero ya venían de bajada con tres maletines en mano. El chico me dio uno.
-Síguenos y mete lo que puedas -indicó mientras corrían hacia la cocina.
Se movía bastante rápido, pero aún así pude identificar su rostro de terror y culpa.
Agua, enlatados y medicinas fueron las primeras cosas que me vinieron a la mente. Al parecer la chica ya tenía las medicinas. Me concentré en el agua que era lo más pesado y llené los espacios con algunas latas.
-Terminamos aquí -afirmé en cuanto vi sus maletines también llenos. A parte de ellos, cada uno llevaba un hacha contra incendios. El chico la llevaba amarrada de alguna forma en la espalda, pues con el brazo cargaba a una perrita. Lo miré con incredulidad y resoplé, pero no dije nada; había que pensar en una forma de salir.
Era imposible usar la puerta, así como el carro frente a ella. Me pareció que él pensaba lo mismo en ese mismo instante.
-Al jardín -indicó y corrimos otra vez-. Vamos a pasar a la casa del vecino por el muro -dijo señalándolo-, agarramos las llaves de su carro y salimos en él por la cochera.
¿Qué si no encontrábamos las llaves? ¿Y si el carro no estaba en la cochera o no tenía gasolina? Sin embargo, no se me ocurría nada mejor, al menos teníamos que tratar.
En ese momento escuchamos el temido crack de la puerta y cómo los convertidos entraban esprintando a la casa. Ayudé a los chicos a escalar el muro primero; para cuando ya iba yo subiendo, el grupo entró al jardín y un par de ellos me agarraron de la pierna. Pateando fuerte y con la ayuda de los otros dos, logré pasar, aunque no sin un buen forcejeo y algunos rasguños.
Rápidamente registramos la casa en busca de las llaves. Afortunadamente, las tenían a la vista, en un estante de la sala. Primera preocupación fuera.
Corrimos hacia el garaje, pero el vecino se interpuso en nuestro camino, saliendo de este mismo. Ya estaba apuntando cuando vi que un hachazo del chico destruía la cabeza brutalmente. Ya tenía un tiempo con esa cosa y no había sido en vano.
Mi segunda preocupación se fue al ver el carro ahí, ahora solo faltaba comprobar si tenía gasolina. El medidor decía que no, pero algunos carros solo mostraban cuánto tenían en verdad cuando estaban encendidos, así que no perdí la esperanza y crucé los dedos mientras el chico metía la llave en el orificio y la giraba... El motor se encendió con un sonido satisfactorio y la aguja del indicador subió hasta la mitad del tanque, más que suficiente para largarnos de ahí.
El pequeño control de la puerta de la cochera estaba en el llavero de las llaves del carro. Al abrirla, empujamos a varios convertidos que ya habían comenzado a golpear la puerta y arrancamos con fuerza, sacándolos del camino antes de que fueran demasiados.
El motor los atraía mientras íbamos por las calles, pero los dejábamos atrás rápidamente. Eventualmente abandonamos la zona urbana y a los convertidos con ella. Íbamos ahora por la carretera sur y finalmente suspiramos de alivio.

4.12.2010

de hecho tengo ganas de hacer algo. Estoy muriendo otra vez. Chau.

4.11.2010

Horror

Hun, let's go to that park again
Hun, let's go to Barranco
Hun, walk through Miraflores with me
Hun, walk by my side, please

Will I ever see you again?
You taught me what true horror is

i'm scared of never seeing you again

But again, I'm just not real enough

4.08.2010

However...

He comenzado la universidad, las cosas han cambiado, mi vida comienza a tomar rumbo, conozco a nuevas personas, adquiero más responsabilidades. Y sin embargo...

aún se me revuelve el estómago cuando tengo que llamarte

4.07.2010

El cadete

Subí al carro de mis padres, lo encendí y me alejé varias cuadras de la casa. El ruido del motor ya comenzaba a atraer a los convertidos, pero aún así lo forcé para que sonara más. Atropellé a varios, aunque algunos se volvían a levantar y varios otros venían por atrás. Los atrasé un poco, salí del auto y me paré sobre él con hacha en mano. Conforme iban tratando de alcanzarme, me deshacía de ellos con un solo golpe en la cabeza, como lo hacía Green... A medida que me iba deshaciendo de ellos, el grupo se hacía más y más grande.

***
Fuertes gruñidos repentinos me distrajeron de mi búsqueda de alimentos. Dudé un segundo eterno y finalmente decidí ir a ver de qué se trataba con un bufido. Salí del mini market y aceleré en la bicicleta hacia donde el sonido me guiaba. Un chico, loco o muy estúpido, destruía las cabezas de los muertos desde el techo de un auto, aunque ya lo tenían rodeado un buen número y no duraría mucho más tiempo así. Saqué mi fusil y puse una bala en cada cabeza con increíble precisión.
-¡¿Qué crees que estás haciendo?! -le grité mientras seguía disparando.

***
¿Qué estaba haciendo...?
Ahí, en medio de dientes y garras y gruñidos, recordé su sonrisa, su voz, el tacto de su piel, la sensación de su cabeza junto a la mía.
Me abrí paso brutalmente con el hacha entre el ya reducido grupo de convertidos, subí al auto y aceleré hacia la casa.
Encontré la puerta abierta y una nota en el recibidor:

"Hijo de puta"

Me disponía a salir a buscarla, cuando escuché ruidos provenientes de la cocina. Con el hacha en alto me acerqué silenciosamente. Lentamente puse mi mano sobre la puerta, pero, antes de empujarla, esta se abrió de golpe. Green quitó rápidamente su mirada de sorpresa y la cambió por una de enojo.

***
No tenía tiempo de pensar en la frase sarcástica que hubiera querido decir, así que puse mi peor tono de voz y le dije:
-¿Qué haces...
Pero, antes de que pudiera terminar, dejó caer su hacha al suelo y me abrazó por primera vez. Me apretó con fuerza, pero con cuidado y susurró:
-Me equivoqué, tú eres mi razón... mi razón para seguir viviendo.

***
Seguí al chico hasta una casa. Entré poco después que él, pero dudo mucho que se haya percatado de mi presencia.
Miré la escena sin comprender y algo fastidiado. Crucé los brazos, golpeé el piso con la punta del pié y resoplé mientras esperaba a que acabe. "Dios... no hay tiempo para esto, no en el fin del mundo".

4.02.2010

El día

Al regresar a la casa almorzamos rápidamente y nos pusimos a trabajar en el generador de inmediato. Logramos adaptarlo con éxito para que funcione siempre que alguien estuviera pedaleando, por lo que pudimos comenzar a darnos gustos extras como cargar el iPod de Brown y baterías recargables que usamos para varios aparatillos; aunque ya estábamos bastante acostumbrados a vivir casi sin electricidad, por lo que usábamos las baterías en linternas y walkie-talkies.
Los límites de nuestras búsquedas de provisiones se ampliaron. Comenzamos a buscar en supermercados, los cuales Brown no se había atrevido a entrar por la la cantidad de convertidos que debían estar refugiándose del sol en un lugar tan grande como ése; sin embargo, siendo dos y estando armados con hachas, que cada vez utilizábamos más diestramente, obtuvimos la confianza necesaria. También me dijo que, gracias a mí, ahora no solo buscaba alimentos no perecibles, sino también aquellos que aún demorarían en vencer; por esto, nuestro menú diario era cada vez más variado.
La diversión consistía en charlas sobre los temas más extraños e inimaginables que, sorprendentemente, ambos disfrutábamos. Mirábamos juntos las estrellas en la noche, silenciando los gruñidos con la música de su iPod; obviamente teníamos que compartir los audífonos, lo que dejaba una oreja expuesta, así que simplemente manteníamos las cabezas bien juntas.
Teníamos un juego. Cada vez que salíamos en búsquedas contábamos de cuántos convertidos nos deshacíamos, ganaba el que hubiera eliminado más. Este jueguito ocasionó que también usáramos bastante de nuestro tiempo libre discutiendo las maneras más efectivas de deshacerse de ellos; yo siempre prefería un golpe directo a la cabeza, era más rápido; él destruía primero una pierna para tumbarlos y luego la cabeza, era más seguro. Siempre me pareció extraño poder dar tan buenos golpes con el hacha, considerando que la mayor parte del tiempo era una carga bastante pesada, pero, cuando estaba frente a un convertido, me sentía tan fuerte que el peso casi desaparecía y sentía el arma como parte de mi cuerpo. Debía ser la adrenalina.
Pasaron los meses y llegamos a tener tanta confianza que llevamos la cama de dos plazas de sus padres y la pusimos en el lugar de la de plaza y media que había en su cuarto y comenzamos a dormir juntos sin que esto fuera una situación incómoda o comprometedora, solo dormíamos.
Habría dicho entonces que teníamos nuestro propio paraíso en el infierno, no obstante, una mañana desperté para no encontrarlo a mi lado. Bajé al primer piso aún algo somnolienta y lo encontré sentado en el piso, apoyándose en la puerta principal, con su hacha al costado, cabizbajo.
-Brown, ¿qué haces?, ¿estás bien?
No respondió, así que me arrodillé frente a él y le levanté la cabeza. Pude ver desesperanza en sus ojos.
-Brown...
-No tiene sentido... -susurró oscuramente-, una vida así no tiene sentido.
-¿De qué hablas?
-De nosotros, Green. ¿Qué se supone que estamos haciendo?, ¿jugando a la casita en el infierno? ¿Para qué quieres sobrevivir?, ¿tienes alguna meta?, ¿alguna razón? ¡Nada! Este mundo ya se acabó y nosotros no podemos aceptarlo. Un día se va a acabar la comida, el agua, la gasolina, las fuerzas...
-Vamos a encontrar una manera de seguir adelante cuando eso pase.
-Supón que lo hacemos, ¿y luego qué?, ¿planeas que reconstruyamos la sociedad tú y yo?, ¿que acabemos con todos los monstruos?
-Tienen que haber otros sobrevivientes...
-¡Despierta! Hemos recorrido la ciudad por meses y no hemos encontrado a nadie vivo.
-¡Solo hemos visitado algunos distritos! ¿Qué hay del resto de Lima?, ¿el resto del Perú?, ¿del mundo? ¿Esperas que simplemente perdamos la esperanza?
-Yo ya la perdí...
Se levantó pesadamente, agarró su hacha y abrió la puerta.
-¿Qué vas a hacer?
-No tienes que seguirme si no quieres. Adiós Green.
Salió a la calle y comenzó a correr.
-¡Brown! -le grité desde el frente de la casa- ¡No me puedes dejar! ¡Sabes que no voy a sobrevivir sin ti! ¡Me estás matando, Brown!
El último grito salió con lágrimas.

3.28.2010

El amanecer

Me desperté perezosamente, pero temprano. Recordé que Green había ido a mi cuarto en la noche, porque la ventana de su cuarto, que había sido el de mis padres, daba a la calle y se oían claramente los gemidos y demás ruidos de los convertidos. Estaba bastante perturbada cuando la vi parada en mi puerta, diría que tratando de contener el llanto. Fui un tonto; a pesar de que la cama de mis padres era mas cómoda, olvidé el detalle de la ventana.
Cuando levanté la vista hacia mi cama, ella no estaba ahí. Bajé a la cocina y ahí la vi, preparando el desayuno. Volteó a verme y sonrió, luego devolvió su atención al pedazo de pastel seco que estaba cortando.
-Gracias por prestarme tu cama -dijo terminando de servirlo y comenzando a cortar otro pedazo- ¿Qué tal dormiste tú?
Yo había dormido en el sillón de mi cuarto. No tan cómodo como el de la sala tal vez, pero, si estaba a su lado, no me importaba.
-Bien -dije, creyéndomelo-. Gracias por hacer el desayuno.
No sabía por qué hasta entonces no me había terminado el pastel, tal vez para no sentir que la leche era lo único que necesitaba refrigerarse.
-De nada. Por cierto, la leche evaporada no necesita refrigerarse.
Me sentí como un idiota.
-Y como ya no queda pastel, creo que nos vamos a ahorrar la gasolina del generador.
-Sí -respondí, sonriendo torpemente-, ahora solo lo usaremos para cocinar.
Guardó silencio mientras servía la leche en la segunda taza. Le ayudé a llevar el desayuno a la mesa.
-¿Y qué vamos a hacer cuando se acabe la gasolina?
-Bueno, tenemos bastante comida enlatada que no necesita cocinarse...
-De todas maneras sería bueno sacarle más provecho al generador sin depender del combustible.
Comencé a sospechar lo que estaba pensando.
-Podemos adaptarlo para que funcione con esa bicicleta que tienes ahí.
-Has estado explorando, ¿eh? -dije jugando.
-¡Si es mi casa! -sonrió traviesa.
-Lo es, lo es. Bueno, podemos trabajar en eso, pero tendrá que ser en la noche. Aprovechemos la luz del día para buscar provisiones.
Los convertidos tenían cierto rechazo hacia la luz solar. No los dañaba, pero probablemente les lastimaba los ojos como cuando has estado a oscuras mucho tiempo y sales a un día brillante. Aún así, si veían una potencial víctima en las calles, no habrían dudado en salir esprintando en pos de ella, apretando los párpados con fuerza.
Luego de terminar el desayuno, le entregué uno de los cuchillos más grandes de la cocina.
-Solo en caso de emergencia. Si tienes a uno encima, se lo clavas a través del ojo -no pude evitar sonreír.
-Suena divertido -dijo, para mi sorpresa, maliciosamente.
-Pero trata de que no te salpique nada, esas cosas son hervideros caminantes de bacterias. Hablando de eso, lo que vamos a buscar hoy son antibióticos; si encontramos alguna otra cosa útil, la llevamos, pero eso es lo principal.
No había necesitado medicamentos hasta ahora, pero hace poco había visto que la mayoría estaban vencidos y sabía que podrían ser vitales en algún momento.
Agarré otro cuchillo y salimos con la bicicleta que hasta entonces usaba como transporte.
-Vamos a necesitar otra -le dije.
-Vamos a necesitar dos más, si queremos adaptar el generador.
-Tienes razón. Estoy seguro que el vecino tiene un par que no usa.
Entramos por una de las ventanas, que ya estaba rota, y nos dirigimos a su patio. Ahí estaban las dos que solían pertenecer a los hijos del vecino y una de ellas era una bici rosada para niña.
-Espero que no creas que me voy a subir en eso -dijo Green refiriéndose a esta.
-Eh..., la usaremos para el generador.
Dejamos la rosada en mi casa y partimos hacia la farmacia.
-¡Miraaa! Tienen esos caramelitos verdes para el resfrío -dijo mientras se llenaba los bolsillos de estos.
-Shhh. Pueden haber convertidos en el almacén.
-Oh, lo siento -bajó la voz considerablemente.
Cautelosamente entramos a la parte de atrás de la farmacia y buscamos esos antibióticos. Lo único útil que encontramos fueron jeringas desechables, algodón y unas botellas de alcohol.
-¿Alguna idea? -pregunté susurrando y desanimado.
-Creo que hay una clínica cerca...
-Los hospitales y las clínicas debieron ser los primeros lugares a donde todo el mundo fue a buscar medicamentos; además, mucha gente murió ahí.
-Me dejas sin ideas, Brown -en su desgano subió la voz sin querer y oímos un gruñido. Lentamente retrocedimos hasta la puerta. A dos pasos de estar fuera del almacén, una convertida con uniforme de farmacia saltó desde los estantes y frente a nosotros. A tropezones salimos del cuarto y cerré la puerta justo a tiempo para escuchar un horrible golpe seco seguido de arañazos y gruñidos.
Sabiendo que la puerta era una solución temporal, salimos disparados hacia las bicicletas y simplemente pedaleamos de frente. Para cuando nos calmamos habíamos avanzado ya varias cuadras.
-¿Te golpeaste muy fuerte? -sabía que, en la desesperación, la había tirado al piso de un empujón.
-No, estoy bien -respondió, recuperando el aliento.
-Perdón.
-No, perdóname a mí. Por mi culpa nos escuchó.
-Está bien, ya fue.
Nos dimos cuenta que estábamos frente a la estación de bomberos. Supuse que en las primeras horas del ataque, las personas habían ido o a los hospitales y clínicas o a las estaciones de policía, no donde los bomberos. Mejor aún, estos sí habían salido a ayudar, por lo que el lugar debería estar desierto y con las provisiones intactas. Efectivamente, pudimos llenar nuestras mochilas de antibióticos y varios otros medicamentos, además de varias latas de comida y botellas de agua. Para cargar esto último tuvimos que ir a donde guardaban el equipo y coger un par de maletines. Ahí también encontramos hachas contra incendio...
-¿Estás pensando lo mismo que yo? -dijo casi estando segura de que así era.
-Visitemos a nuestra farmacéutica favorita...
Cogimos las hachas más pequeñas que encontramos, ya que la mayoría tenía un peso considerable, nos deslizamos con ellas por el tubo de emergencia y en segundos estuvimos pedaleando otra vez llenos de adrenalina.
La puerta del almacén de la farmacia había quedado a medio romper. A través de ella vimos a la convertida parada de frente contra el muro del fondo y apoyándose en él. Varias veces los había encontrado así cuando no estaban atacando, pero me limitaba a alejarme cautelosamente. Ahora también nos movíamos con cautela, pero acercándonos. Nos detectó y volteó con un rugido al mismo tiempo que le enterraba el hacha entre el cuello y el hombro; y Green, en un costado. No murió al instante, pero calló al piso, donde le acabé partiendo la cabeza.
-¡Maldito! ¡Yo iba a hacer eso!
Solo le sonreí jadeando y regresamos a las bicicletas.
A noche, cuando no podía dormir, me preguntaba como sería mi vida si no la hubiera conocido. No es que piense que seria muy diferente o mucho mejor, pero me preguntaba de quién estaría enamorado, si estaría enamorado, si habría visto menos sangre...
Es como si simplemente ya no debiera pensar en eso o terminaría demente. No sé qué hacer, no sé qué creer.

3.24.2010

La Cena

No había mucho para escoger, casi todo era comida enlatada. También tenía un cuarto de pastel seco que de alguna manera había sobrevivido en el congelador, lentejas, galletas, arroz, papas y camote. Como ingredientes tenía aceite, harina, miel y azúcar.
Freí papas, hice arroz y abrí una lata de sardinas.
Mis opciones para el líquido consistían en agua pura, leche evaporada, unas cuantas infusiones y una botella de vino. Serví este último.
Nuestra mesa solo era iluminada por un par de velas.
-Qué romántico, Mr. Brown -bromeó. Ya le había dicho que el generador solo se usaba para el congelador y la cocina.
-Eso me dicen.
-Menos mal que el vino no contribuye -nos reímos juntos.
-Lo saqué porque es una ocasión especial.
-Lo sé -respondió con una sonrisa y nos quedamos viendo al otro, situación que se volvió increíblemente incómoda luego de dos segundos, así que bajamos la mirada a nuestros platos rápidamente.
Colita se paró en dos patas y comenzó a pedirme comida rascándome la pierna. Le di una sardina y se la llevó a la alfombra.
-Qué linda. Y hasta ahora no la he escuchado ladrar.
-Es en parte porque le enseñé a que no lo hiciera, aunque creo que también lo hace instintivamente. Ya sabes: si no nos escuchan, no nos buscan.
-Yo tenía un Jack Russell Terrier, lo sacaba a pasear al parque de por mi casa.
Sonreí entendiendo lo que sentía por él.
-¿Por dónde vivías?
-Miraflores.
-¿En serio? Estamos en Miraflores. ¿Era el parque Tradiciones?
-Siii.
Ahora sabía dónde la había visto. Estaba paseando a Colita y la vi a lo lejos, paseando a su perro. Pensé en que, si nuestras mascotas se encontraban, tendría la excusa perfecta para hacerle el habla; y, como si me leyera la mente, Colita se acercó a su perro. Nada más de estar cerca, las correas ya se habían enredado creando una escena de película. Sin embargo, cuando las desenredamos, solo tuve el valor de decirle "¿Es macho?", pregunta cuya obvia respuesta fue "Sí". Luego simplemente nos alejamos.
-Creo que te he visto ahí -me dijo.
-Claro, ¡eres tú! Sabía que te había visto antes; las correas de nuestros perros se enredaron una vez.
-Ahhh -recordó- ¡eres tú! -y rió conmigo- ¡Brindemos por eso!
Levantamos las copas, que logré encontrar, y brindamos con la mirada en los ojos del otro.
-Por las coincidencias.
-Por haberte encontrado.

3.22.2010

La Noche

Lo primero que vi al despertar fue a aquel chico, parado a mi costado y extendiéndome un vaso de agua. No lo recibí de inmediato, sino que me quedé mirándolo, confundida, mientras mis pensamientos se reordenaban; sin embargo, espacios en mi mente quedaron vacíos.
Al ver que no recibí el vaso, comenzó a tomarse el agua.
-¿Cómo te sientes?
-Perdida...
-Te encontré en la trastienda de un grifo, encerrada con llave en un cuartito. ¿Recuerdas algo?
Recordaba poco; los masivos avisos de emergencia en todos los noticieros antes de que lo único que transmitieran fuera un texto indicando que nos quedemos en nuestras casas y no confiemos en nadie, el caos, la sangre, los gritos, el silencio.
-Mi familia y yo estábamos en la calle..., no recuerdo para qué.
-Buscando comida tal vez.
-No creo, mi papá y mi primo habrían ido solos. Creo que buscábamos refugio... Sí, debió ser eso, porque estábamos cargando nuestras provisiones. Lo último que me acuerdo es que nos encontramos con otro grupo de sobrevivientes.
-No debe haber sido hace mucho, sino ya habrías estado despierta.
-Bueno, gracias por sacarme de ahí. ¿Cómo te llamas?
-Eh..., no creo en los nombres.
-¿Ah?
-Después de todo lo que ha pasado, todo lo que he hecho... y lo que no, ya no me siento con derecho a usar mi nombre. Simplemente ya no soy esa persona.
-Tiene sentido.
-Dime Brown.
-¿Tu color favorito? -pregunté sonriendo.
-No -sonrió también-, así se llama un personaje de una de mis películas favoritas. Bueno, él es Mr. Brown, pero no me gustan las formalidades.
Reí un poco y pensé en un apodo para mí.
-Green.
-¿Tu color favorito? -preguntó casi riéndose.
-Sí -me reí también.
Por primera vez noté al pequinés que me miraba atentamente desde la alfombra. Al ver que lo había visto comenzó a mover la cola.
-¿Y él? -pregunté con una voz inevitablemente tierna.
-Ella -me corrigió-. Es Colita -dijo al mismo tiempo que la miraba y sonreía ampliamente. La perrita agitó la cola con tantas ganas que pensé que estaba a punto de sonreír.
Ya casi era completamente de noche para entonces.
-Descansa, voy a preparar la cena y te llamo.

3.21.2010

The air was surreal that day

Yo estaba ahí, a la hora indicada, el día indicado, el mismo día de siempre a la hora de siempre.
Pero no había nadie. ¿Por qué no había nadie? Se suponía que debía estar ahí, era el día y la hora.
Recordando bien, varias cosas del día no habían tenido sentido.
El gimnasio ese día cerraba a la 1; sin embargo, llegué a las 2 y me quedé hasta las 4. También es costumbre que vaya y regrese del gimnasio en micro, pero no recuerdo la ida; del regreso solo recuerdo haber salido del gimnasio con mi ropa de hacer ejercicio puesta, lo siguiente era yo frente al lugar de siempre, a la hora indicada, esperando, con mi ropa de calle favorita y sin rastro de transpiración. Luego estaba en mi casa.
A pesar de no recordar ni la ida ni la vuelta al gimnasio, me recuerdo caminando en la calle. Veía micros, buses y autos completamente vacíos, incluso sin conductor, avanzando por la pista. El aire se hacía espeso al respirar y nublaba un poco la vista, hacía que se me subiera la sangre a la cabeza y me mareaba. Pero luego todo era ligero, casi no tocaba el piso al caminar y todo brillaba tanto que cegaba.
-¿Qué carajo pasa?
-Debes estar muerto o soñando.
-No puedo estar soñando, porque vi la hora varias veces mientras esperaba; no puedes ver la hora ni leer en los sueños.
-¿Tenías reloj?
-No.
-¿Celular?
-No.
-¿Cómo viste la hora?
-Simplemente la vi. ¿Ves?, otra cosa sin sentido.
-Debes estar muerto.
-Imposible, porque, si lo estuviera, nadie podría verme y he hablado con varias personas hoy. Personas vivas.
-Momento. Tu día ha estado lleno de cosas que deberían ser de una manera, pero que, sin embargo, eran de otra; por lo tanto podría darse que estas personas deberían estar vivas, pero no lo están y, al estar muertas como tú, pueden verte y hablar contigo.
-Pero... he hablado con diferentes personas hoy, con mi familia, la secretaría del gimnasio, el entrenador, el cuidador de mochilas, un tipo equis me pidió la hora en la calle, la gente que caminaba en dirección contraria a la mía se hacía a un lado para pasar y hasta he jugado con Tifa... ¿Es posible que todos ellos...
-Es posible... Y eres el primero que se da cuenta.
-Y, en total, ¿cuántos?, ¿cuántos estamos muertos? ¿Qué ha matado a tanta gente sin que se den cuenta?
-Algo muy rápido. ¿Una bomba tal vez?, ¿una atómica?
-Imposible, las construcciones están intactas... -me callé de imprevisto.
-¿Qué pasa?
-El Ángel de la Muerte.
-¿La vara de Moisés?
-Sí, es el única arma capaz de matar selectivamente y, al parecer, instantáneamente.
-Alguien la usó contra todos los que estuviesen en el distrito.
-Espera... La cantidad de personas que he visto en las calles es algo menor a la que siempre veo, ¿crees que, así como puedo interactuar con otras personas muertas, las vivas me sean invisibles?
-Podría ser...
-Eso tendría sentido, significaría que el arma fue usada contra todos los que viven en el distrito. No la vi, porque no estaba muerta y no estaba muerta, porque no vive acá.
-Todo se conecta muy bien, pero, aunque reconozco que yo misma sugerí que estás muerto, creo que deberíamos comprobarlo.
-Tienes razón.
Me levanté del sillón y subí a mi cuarto. Frío, pálido y rígido yacía mi cuerpo sobre mi cama.

3.19.2010

La Tarde

Colita se sentó frente al sillón grande, viendo atentamente como yo echaba cuidadosamente a la chica en este.
La había encontrado en el almacén de la tienda del último grifo al que había ido para conseguir gasolina para el generador. A pesar de que la puerta había estado con candado, me parecía un milagro que los convertidos no se hubieran dado un banquete con ella.
Jalé una silla al costado del sillón y me senté, esperando, como si fuera a despertar en cualquier momento. A penas lo hice, Colita comenzó a rascarme la pierna con sus patitas, indicando que la cargue. La puse en mi regazo y, mientras la acariciaba, le pregunté:
-¿Quién es, Colita?, ¿la conoces?
Contemplé a la chica un rato y tuve la ligera sensación de haberla visto antes..., aunque simplemente podría haber tenido rasgos comunes..., pero, viéndola un poco más, noté que era bastante única. ¿Dónde la había visto? ¿Una vez en un sueño? Cursi. Pero verla así no dejaba de recordarme a la película de Disney de La Bella Durmiente.
Miré a Colita. Ella había sido mi única familia durante casi tres meses y se lo agradecía, pero, al parecer, tendríamos una nueva miembro.
En el estante atrás mío había una foto de mi verdadera familia. Mis padres habían viajado a Francia poco antes de que estalle la guerra; en cuanto esta era inminente decidieron regresar a casa de inmediato... así como otros varios cientos de personas. En su última llamada telefónica me dijeron que su vuelo había sido postergado por tercera vez por falta de asientos disponibles, pero que tenían lugares asegurados en el siguiente... También me dijeron que me amaban.
A medida que comenzaba a anochecer, el frío aumentaba. Toque su brazo descubierto para comprobar que estaba fría. Deslicé mi mano hasta la suya y la sujeté.
-Vas a despertar, ¿verdad?
De pronto me vino la idea de que podría estar enferma, así que toqué su frente con el dorso de mi mano. No había fiebre.
Subí al que solía ser el cuarto de mis padres y regresé con una frazada para cubrirla. Me aseguré de que estuviera bien abrigada y fui a la cocina a servirme un vaso de agua; mientras lo hacía me pregunté cuál sería su nombre. No tenía cara de Andrea ni de Lucía ni de Natalia...; única como era, no se me ocurría ningún nombre con solo verla.
Al regresar a la sala noté que la chica comenzaba a mover los párpados y su respiración iba tomando el ritmo del de una persona despierta. Simplemente me paré a su costado, con el vaso en la mano, y esperé.

3.18.2010

El comienzo del fin

Junio, 2010
Una pequeña aldea de Francia es infectada con un nuevo virus. Los síntomas son fiebre alta, mareos, vómitos y fotosensibilidad. Las autoridades de salud hacen su mejor esfuerzo, pero no encuentran cura. La denominaron Fiebre Negra.

Setiembre, 2010
El virus se ha esparcido rápidamente y ha llegado ya a algunas zonas de Asia y África. Al parecer se contagia por aire. Aún no hay cura, pero los primeros pacientes comienzan a recuperarse.

Diciembre, 2010
El virus finalmente llega a América y a Oceanía. Los primeros pacientes parecen haberse recuperado del todo y las únicas muertes reportadas han sido debido a malos cuidados durante la enfermedad.

Marzo, 2011
Se estima que la totalidad de la población de la Tierra está o ha estado antes infectada con el virus en algún momento. Los enfermos son bien cuidados pues parece que los que ya han tenido la Fiebre Negra han desarrollado inmunidad.

Mayo, 2011
Son ya muy pocos los pacientes que aún sufren de la Fiebre. El mundo agradece esta segunda oportunidad y vuelve a su curso normal.

Julio, 2011
Una acalorada discusión entre Norteamérica, La Unión Europea y las principales potencias de Asia se da por los pocos yacimientos de petróleo restantes, los cuales se encuentran el Medio Oriente.

Octubre, 2011
Las reuniones entre los líderes mundiales no llevan a nada y la situación empeora cuando los principales países del Medio Oriente fuerzan a las diferentes empresas petroleras a retirarse de su territorio, a pesar de haber contratos de por medio. Se teme lo peor.

Noviembre, 2011
Comienza la Tercera Guerra Mundial.

Diciembre, 2011
A pesar de haber pasado solo un mes, ya se han reportado miles de muertes alrededor del mundo, producto de la guerra. Sumado a esto hay reportes de extraños y violentos disturbios en varias ciudades del planeta.

Enero, 2012
Autopsias de diferentes cadáveres revelan que el virus de la Fiebre Negra nunca abandonó el organismo, sino que se mantuvo en un estado de letargo y se reactiva con la muerte del infectado, alojándose en el cerebro y tomando control del cuerpo. Las naciones en guerra se dan cuenta de lo que sucede y detienen inmediatamente el conflicto, pero ya es muy tarde, varios millones de personas han muerto en todo el mundo. Y los muertos caminan.

3.16.2010

Discriminación

mamá: hoy soñé con ropa blanca, estaba...
yo: el blanco simboliza muerte
mamá: qué?
yo: sí, los esqueletos son blancos, La Muerte es blanca, no has escuchado eso de "la muerte en un caballo blanco"?
mamá: qué?
yo: el rojo también simboliza muerte
mamá: si?
yo: sí, por la sangre que es roja
mamá: ah, claro...
yo: y el negro también simboliza muerte
mamá: por qué?
yo: porque la simbología de los colores es racista D: