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5.22.2011

This is where we remember.

En el jardín de la residencia había un pequeño lago artificial. A la orilla se sentaba el Padrino, cara descubierta, máscara sobre la cabeza, con un cigarrillo en mano. Tenía la vista perdida sobre el agua de cristal.

-¿Estás bien? -Cisne se había acercado gateando desde atrás. También llevaba la máscara sobre la cabeza y un mechón de cabello negro cayendo sobre su rostro.
-Sí... solo que... La Noche del Cambio -ella lo miraba con expectación- algo sobre ella aún no me cuadra.
-¿Qué cosa?
-Bueno, las criaturas vinieron de otra dimensión, podría decirse que son los equivalentes de los animales de esta; entonces, ¿no debieron haber atacado más especies? Me parece imposible que solo existan tres formas de vida allá, ¡deberían ser cientos de miles!. Y luego pensé en otra pregunta -Cisne lo seguía con atención, sus ojos clavados en él-, ¿por qué atacaron? Los animales, por más agresivos que sean, no invaden las ciudades ni atacan a sus habitantes. Creo que... alguien los estuvo controlando.
-¿Eso crees?
-Sí y... es preocupante ¿Quién podría hacer algo así y por qué querría hacerlo?
-Sea quien sea no se ha mostrado, tal vez no haya motivo para preocuparse.
-No sé..., no puedo evitar hacerlo.
-Tranquilo -sonrió y le puso una mano en el hombro-. Tienes que estar relajado para tus nuevos alumnos.

El Padrino volteó a verla con una sonrisa y rió.

-Tienes razón.
-¿Te acuerdas cuando nos enseñaste a nosotros?

Volvió a reír y respondió:

-Cómo olvidarlo...
***
El Padrino nunca supo qué había sucedido con sus padres; se crió en un orfanato, en el que conoció a los que serían sus mejores amigos de ese momento en adelante. Siendo el mayor del grupo, lo seguían a todos lados y lo acompañaban en sus aventuras fantásticas en el jardín de su hogar. Claro que no fue así siempre.

Él, desde niño, había sido muy reservado. Solía jugar solo con sus cubos de plástico, armando torres y castillos. Los otros doce chicos no se conocían entre sí aún, pero tenían algo en común: lo miraban con curiosidad; a él y a sus construcciones, impresionantes para un niño de cinco años.

Jana fue la primera en acercársele.

-¿Cómo te llamas?

Él no respondió.

-¿Jugamos?

La niña no esperó respuesta. Se sentó frente a él, con los cubos en medio, y comenzó a armar una torre. Después de unos instantes, el pequeño habló finalmente.

-Eres buena.

Ella sonrió.

-Pero tenemos que reforzar los muros. Los dragones vendrán por el este.
-¿Qué necesitamos?
-Los cristales de la cueva -señaló un pequeño matorral.
-Vamos -dijo tomándoselo en serio.

Los dos niños se adentraron en los arbustos... y los demás los siguieron. No solo acababa de hacer amigos, sino también compañeros de aventura.

-Vengan -les hizo una seña para que se fijaran debajo de su cama, de donde sacó varias máscaras de papel maché. Los niños estaban maravillados.
-¿Tú las hiciste?
-Claro. ¿Quieren una?
-¡Sí! -respondieron al unísono.
-Jana primero. ¿Qué animal te gusta?

Crecieron juntos para ser inseparables.

Al ver que llevaban sus máscaras a todos lados, una de las madres del orfanato bromeó con otra:

-¡Pareciera que estamos en una mascarada!

Estas palabras llegaron a los oídos del Padrino, ya de unos ocho años. Y le gustaron.

-¡Escuchen! A partir de ahora nos conocerán como La Mascarada.

Los niños amaron la idea. No tenían mucho, pero tenían lo necesario para divertirse sin fin: sus mentes. Los niños amaban sus vidas hasta ese momento.

Sin embargo, cinco años después, al cumplir el Padrino trece años, llegó un hombre viejo al orfanato. Entró a la oficina principal y salió media hora después al cuarto de los chicos.

-Hola -las arrugas de su cara se marcaron al sonreir-, me llamo Henno, soy tu tío-abuelo, pero puedes decirme tío... o Henno... o tío Henno, como prefieras.

-¿Me va a llevar? -preguntó levantándose la máscara.

Los otros doce niños estaban parados detrás de él, mirando a Henno a través de sus caretas. El viejo respondió sabiamente.

-Veo que has hecho buenos amigos acá. Sí, vas a vivir conmigo de ahora en adelante, pero puedes venir a visitar el orfanato cuando quieras. -Se arrodilló para estar a su altura al ver que bajaba la cabeza- No estés triste, te aseguro que no perderás a ninguno de ellos; además -susurró en su oído-, vas a ver que esto te beneficiará más de lo que crees.

El niño lo miró intrigado por sus palabras y rápidamente identificó que se encontraba frente a una nueva aventura, una de proporciones que nunca habría logrado imaginar y cuyo fin no llegaría sino hasta muchos, muchísimos años después.

-Está bien. Déjame despedirme, tío -pidió mientras se volteaba a ver a sus amigos-. La Mascarada permanecerá unida... los veo mañana.

Había decidido terminar su despedida con una sonrisa, pero el grupo tenía otros planes. Lo acorralaron en un gran abrazo grupal.

El chico se subió al auto con su pequeña maleta y el tío Henno condujo hacia una parte alejada del centro de Delaran. Llegaron a una elegante zona residencial y se detuvieron frente a unas rejas con las iniciales del tío, H. L. Estas se abrieron al comando de voz de Henno.

Siguieron avanzando. El camino pasaba por una gran área verde y terminaba en una pileta, frente a la gran mansión. El estilo de la construcción era neo-victoriano con acabados góticos. Desde donde estaba, el futuro Padrino no podía ver el fin de ella.

Ambos pasaron y fueron recibidos por el mayordomo. Henno presentó a su sobrino-nieto.

-Luego te conocerán los demás criados. Por ahora, deberías ir a escoger tu habitación... mi casa es grande, pero no la comparto con nadie, así que tienes muchas opciones. Bienvenido.

El chico, incapaz de articular palabras ante tanto lujo, sonrió de oreja a oreja y corrió escaleras arriba con su maleta en mano.

Escogió una habitación con vista al enorme jardín trasero, en el cual había un gazebo blanco, una amplia piscina, un lago artificial y un camino de piedras blancas a lo largo de todo el pasto. Una muralla de frondosos pinos terminaba el paisaje.

Acomodó sus pocas pertenencias en los cajones de una cómoda y colgó su máscara sobre el espejo. Se sentó sobre la cama y contempló los finos acabados victorianos en la madera de los muebles y el papel tapiz dorado con marrón de las paredes. Sentía que había viajado al pasado y le encantaba.

A la hora de la cena, Henno presentó a su sobrino a los otros empleados de la mansión; eran unos diez, a parte del mayordomo, que tenían que hacerse cargo de que todo esté en orden. Una vez se hubieron retirado, comenzó a hablar con el chico.

-Me imagino que te han estado dictando clases en el orfanato; bueno, mañana vendrá un tutor para continuarlas. Pero, a parte de eso, hay otro tipo de clases que te daré yo personalmente. Pásate por mi estudio luego de cenar -terminó con una sonrisa tierna.

El Padrino asintió. Sabía que estaba cerca a algo grande, y ya quería saber de qué se trataba.

Semanas después, en una de sus visitas al orfanato, se lo contó a sus amigos.

-Mi tío me está enseñando magia.
-¿Magia de verdad?
-Sí... bueno, dice que aún no la podemos poner en práctica, pero ir aprendiéndola nos dará una ventaja cuando sea posible.
-¿Será posible?
-Creo que sí... me ha mostrado un libro... Quiero creer.
-Suena interesante -dijo Jana.
-Sí, deberías enseñarnos algo algún día.
-¡Sí!
-Creo que lo haré -sonrió ante la aprobación de La Mascarada.

Los años pasaron y el Padrino probó ser un prodigio no solo académico, sino también en el campo de la magia, contentando a su tío.

-Me alegra haberte poder pasado todo mi conocimiento en tan poco tiempo -dijo tiempo después, en su lecho de muerte-, he dedicado toda mi vida a esto y veo que rendirá sus frutos contigo, querido sobrino. No solo te dejo todas mis posesiones materiales, sino también todo mi conocimiento, lo más valioso que tengo. A partir de ahora deberás seguir tú, aunque no necesariamente solo -le guiñó un ojo. El joven ya sabía a lo que se refería-. Gracias por hacerme orgulloso.
-Seguiré adelante, Henno -dijo sosteniendo su mano entre las suyas y con una lágrima rodando por su mejilla-, seguiré adelante.

Habiendo alcanzado la mayoría de edad recientemente y contando con la riqueza de su tío, el Padrino estaba en condición de adoptar a La Mascarada. Y así lo hizo.

Recordó su propio rostro al ver los de ellos cuando estuvieron frente a la mansión, y rió.

-¡Escogan sus cuartos, niños! -bromeó.
-¡Nada de niños!

Con la dedicación de su tío, el Padrino instruyó a sus amigos en el arte de la magia durante un par de años. Hasta que decidieron fundar La Familia.

Compraron un sanatorio en desuso a las afueras de la ciudad y lo llenaron de vida... de magia; este sería su cuartel general. Seleccionaron cuidadosamente a sus primeros miembros y les encargaron que le pasaran la voz a las personas que creyeran apropiadas para la sociedad.

La Familia y sus miembros crecieron en número y en conocimiento en pocos años.

La teoría mágica era extensa, pero aún así llegó el día en el que la última miembro de La Mascarada la dominó. Y pasó a usar una máscara elegida ya hace muchos años.
***
Mandy y David se acercaron por el camino de piedras blancas.

-Estamos listos... -la voz de Mandy se fue apagando. Era la primera vez que veían al Padrino sin su máscara, y no se veía mucho más viejo que ellos. Le echó unos veintipocos.

Ambos magos sonrieron.

-Muy bien. Escuchen, la magia consiste en comunicarle nuestra voluntad a la realidad para que la cumpla. El medio que usamos para esto son los sigilos, símbolos mágicos. Y el precio que hay que pagar es el Éter... Eso es la magia a grandes rasgos. -Abrió El Libro de Hécate sobre el pasto- En estas páginas comienza todo.

5.15.2011

This is where you thank us.

El gobernador era un hombre mayor, alto, de facciones rectas y cabello cano. Vestía un terno azul oscuro y una camisa blanca con delgadas rayas verticales también azules. Su corbata era azul marino con detalles dorados y tenía un adorno de oro en ella.

Su imponente voz pronunciaba palabras humildes. La Mascarada estaba sin palabras, se habrían visto sus rostros estupefactos si no hubieran tenido las máscaras puestas.

-No sabemos cómo agradecerles...
-No es necesario, señor Gobernador -respondió con seriedad el Padrino-. Esta también es nuestra ciudad. La Familia se hará cargo de las reparaciones necesarias y de comenzar a poner esta ciudad en estado habitable, como habíamos dicho antes.
-Avíseme si necesitan algo.
-No se preocupe, señor.

En el transcurso de los siguientes días, La Familia entera trabajó sin descanso. Las construcciones dañadas fueron reparadas y los escombros de las destruidas fueron retirados. Se terminaron de adaptar las granjas y los invernaderos para que funcionasen con sigilos. Todos los paneles solares fueron reemplazados por los sigilos que producían Éter a partir del sol. Se construyeron canales que llevaban el Éter de los paneles y de los ríos a un complicado conjunto de sigilos que trataban el Éter líquido y lo convertían en algo parecido a electricidad púrpura, la cual podía ser llevada por toda la ciudad con más facilidad que el líquido.

Se crearon diferentes artefactos mágicos. Estos eran creados por medios mágicos y funcionaban con Éter, pero el usuario no necesitaba saber magia para usarlos. Era la manera de La Familia de hacer la vida tan fácil como antes sin tener que compartir el conocimiento mágico.

Mientras se adaptaba la ciudad, los delarianos vivían en sus hogares y eran asistidos por miembros de La Familia para satisfacer sus necesidades básicas.

Pronto, un distrito había quedado completamente habitable y con todas las comodidades que solía ofrecer la tecnología.

-Esto, Panda -el Padrino admiraba el brillo púrpura que bailaba por sobre las calles, llevando la energía mágica a todos lados-, sí es una razón para celebrar.

La Mascarada se había alojado en el Palacio de Gobierno durante este tiempo. Un día, aún lejos de terminar las obras en la ciudad, el Gobernador los llamó a un largo salón en cuyo centro había una mesa, también larga, hecha de piedra índigo pulida bellamente. Las paredes estaban adornadas por cuadros de gobernadores anteriores con marcos de oro. La decoración en general era sobria, fina y elegante.

El Gobernador se sentó en el asiento de uno de los extremos; el Padrino, en el del extremo contrario. Los demás miembros de La Mascarada tomaron los asientos laterales.

-Señores -los enmascarados se sintieron raros ante tal nombramiento; habrían preferido "jóvenes"-, el pueblo de Delaran me ha expresado su voluntad de cumplir la petición que La Familia hizo en un principio a manera de agradecimiento, a pesar de que su organización no ha insistido desde el incidente de la invasión a la ciudad. Van a pagar la cuota o a trabajar en las minas.
-Nos alegra que sea así -respondió el Padrino con una sonrisa bajo la máscara; ya había decidido volver a requerir el pago de la ciudadanía una vez terminaran las obras- y que los delarianos se den cuenta de lo que hacemos por ellos. Por otro lado, señor Gobernador, quería decirle que nos gustaría el establecimiento de una institución encargada de todos los asuntos mágicos; esta estaría a cargo de nosotros, por su puesto.
-No veo ningún inconveniente con eso -el Gobernador se encontraba aliviado de conservar su puesto.

La reunión terminó, pero La Mascarada aún tenía un asunto pendiente, aunque más interno. Esta vez se reunieron en una sala de estar que se les había cedido aparte de los cuartos. También los acompañaban Mandy y David.

-¿Qué será, entonces? -preguntó Búho.
-Una votación parece lo más justo -respondió Panda.
-Entonces -dijo el Padrino- ¿quiénes están a favor?

Durante este tiempo, cada miembro de La Mascarada había tenido tiempo de conocer bien a la pareja y ambos muchachos se habían esforzado en estrechar lazos con los magos. El resultado: trece manos levantadas.

-Está decidido. Mandy, David, bienvenidos a La Familia.

4.14.2011

This is where we fight.

El sol se había alzado hace ya una hora.

El sigilo solar convertía la luz en Éter, pero diferente al fluvial. El Éter solar consistía en radiación y solo podía ser almacenado en medios físicos que contasen con un sigilo de contención solar, el cual estaba cosido en todas las túnicas de La Familia; por eso estas brillaban con luz áurea.

Los sigilos de escudo también estaban cosidos en las túnicas y lo que hacían era hacerlas resistentes como el titanio, pero también quitarles algo de flexibilidad y aumentar su peso, aunque esto último era compensado por los sigilos de mejora física.

Lobo se lanzó contra el alarido del subterráneo. Cada golpe de sus puños cubiertos de Éter era como la explosión de una granada. La bestia retrocedió y rugió ante la ráfaga de golpes que iba destruyendo su monstruoso cuerpo. Finalmente quedó una masa humeante con los tentáculos destrozados. Esta abrió su boca de múltiples dentaduras, que había quedado al aire, y dejó salir un último chirrido antes de que Lobo dejara caer una pequeña esfera de Éter dentro de ella. Instantes después, mientras él se retiraba de la escena, una explosión se alzó a su espalda.

En el resto de la ciudad el ejército mágico de La Familia -que, aunque menos numeroso que el de Delaran, estaba mucho mejor armado- combatía a las bestias y defendía a los delarianos junto a los soldados.

Ya que ahora contaba con una fuente mayor de energía, La Mascarada ya no tenía que moderar tanto su uso de Éter... y podía divertirse más.

Félin, acompañada por un escuadrón de La Familia, luchaba contra los monstruos del centro de la ciudad. Usaba su sigilo para amplificar los impulsos eléctricos de su propio cuerpo y lanzarlos como cadenas eléctricas hacia los lobos-araña. Una vez que uno era alcanzado por la descarga, ella aprovechaba los impulsos eléctricos de la bestia, con lo que la cadena saltaba a la criatura más cercana a la primera. De esta forma, la cadena adquiría potencia con cada salto.

Un delirio se mostró, junto a varios alaridos, ante el escuadrón. Los magos intentaron atacar, pero los monstruos eran muy fuertes como para ser afectados lo suficiente por los sigilos cinéticos. Entonces, las bestias contraatacaron; el delirio elevó su inmensa garra en el cielo y dio un zarpazo más rápido de lo que hubieran esperado. Varios magos cayeron heridos mientras que otros lograron esquivar el golpe mortal por centímetros.

Félin dirigió el arco eléctrico, ya bastante sobrecargado, hacia la titánica bestia y mantuvo la descarga. El delirio comenzó a agitarse, probablemente de dolor, y a correr hacia ella, aplastando todo a su paso. La maga intensificó la descarga tanto como pudo, pero la bestia no se detenía.

-Mierda -susurró para sí misma.

El delirio llegó a la posición de Félin con la garra elevada, pero en ese momento un haz de luz lo cegó por unos pocos segundos, en los cuales la maga desapareció de la vista. Había impregnado sus extremidades de electricidad estática y ahora se encontraba trepando rápidamente por el desagradable cuerpo del monstruo hacia su cabeza. Al llegar, la criatura intentó usar sus tentáculos para derribarla, pero la maga se movía como el rayo y se hizo camino hacia el rostro. Rápidamente sobrecargó uno de sus puños y con él golpeó uno de los ojos negros de la bestia. Esta rugió y se sacudió frenéticamente, pero ella mantuvo su posición gracias a la estática. Entonces, generó una esfera electromagnética y la introdujo en el orificio que acababa de hacer.

Félin se deslizó velozmente hacia el suelo y una explosión eléctromagnética iluminó el cielo de la mañana. El delirio cayó pesadamente sobre las calles de Delaran.

Liebre estaba, a diferencia de los demás miembros de La Mascarada, sola. Así lo pidió ella.

Se encontraba parada en medio de una de las zonas residenciales; esperaba. Segundos después llegó una horda de monstruos, encabezada por un delirio. Las criaturas se dispusieron a acometer contra Liebre, pero esta activó su sigilo en el momento justo.

Extendió ambas manos en dirección a las bestias y sus ojos parecieron adquirir brillo. Los monstruos se quedaron paralizados frente a la visión que se presentaba ante ellos. Instantes después, todos comenzaron a correr despavoridos hacia las afueras de la ciudad.

¿Qué pudo haber elaborado la mente de la pequeña Liebre que fue capaz de crear tanto pánico en aquellas criaturas, incluído el colosal delirio?

Fuere lo que fuere, la maga se dirigió al próximo grupo de monstruos a repetir su acto.

Cisne, por su parte, congelaba el vapor de agua del aire y le daba forma de agujas de hielo que lanzaba contra las criaturas. Estas caían muertas al ser traspasadas por los proyectiles helados.

Deshacerse del delirio que la comenzó a atacar a ella y a su grupo fue más difícil, debido a que no podía hacer nada que destruyera la ciudad, como un tornado.

La bestia atacó lanzando ácido de los orificios de su cuerpo, pero Cisne congeló el fluido en el aire. Las agujas de hielo solo conseguían enfurecer al monstruo y hacerlo más agresivo; varias veces estuvo a punto de aplastar a la maga con sus tentáculos. Ella aprovechó el último de esos golpes y saltó sobre uno de los apéndices para llegar a la cabeza. Una vez ahí, creó tantos proyectiles gélidos como pudo a su alrededor y, antes de que la bestia la tumbara con un zarpazo, los dirigió todos contra los ojos. El delirio rugió de dolor, pero seguía vivo y botó a Cisne de su cabeza.

La caída libre fue detenida por Fradd, un miembro de La Familia, y su sigilo cinético.

La criatura ahora se tambaleaba furiosamente, destruyendo todo cuanto estuviera a su alcance.

-Si logramos que las agujas se entierren más en su cabeza, lo más seguro es que perezca -sugirió Fradd.
-Vamos a necesitar usar nuestros sigilos juntos. ¿Puedes elevarme a esa altura?

El mago asintió e hizo lo que se le pidió. Una vez en el aire, Cisne se concentró en su sigilo cinético para empujar las agujas hasta lo más profundo de la cabeza del monstruo. Este volvió a rugir espantosamente, pero esta vez cayó muerto.

-Ya puedes bajarme -le gritó al Fradd.

Ciervo también hacía lo suyo en otra parte de la ciudad.

Con su sigilo podía abrir heridas a cierta distancia. Las hacía profundas y a lo largo de los cuerpos de los monstruos; era como tener un bisturí gigante, invisible y flotante. Con este método se deshacía rápidamente de los invasores y ya tenía planeado qué hacer con el delirio que venía en su dirección.

Contrario a lo que aparentaba, Ciervo era una chica capaz de pensar con la cabeza fría y actuar rápidamente.

Comenzó abriendo heridas en las piernas de la gigantesca criatura; esto la enfureció e hizo que atacara con todas las partes de su cuerpo. La maga esquivó los ataques y esperó a que usara la cola, la cual unió a una de las piernas. Esto hizo que la bestia se confundiera y perdiera el equilibrio, con lo que cayó estruendosamente al piso. Ciervo intuía que su punto débil era la cabeza, la cual ahora tenía a su alcance. Rápidamente se acercó a ella y cortó los tentáculos con los que intentó atacarla el monstruo. Entonces partió la cabeza en dos sin siquiera tocarla y un olor cenagoso salió del interior de esta.

Ciervo se alejó velozmente, pues no soportaba el olor.

Luego de cerca de dos horas de luchar, Delaran había sido purgada casi por completo. Los miembros de La Mascarada se reunieron mientras el resto de La Familia se encargaba de los pocos lobos-araña que quedaban escondidos.

-Debo felicitarlos -dijo Panda-, hemos hecho un buen trabajo.
-Hemos tenido bajas y han habido víctimas -replicó el Padrino-, no veo motivo de felicitación.
-Nos hemos esforzado y hemos salvado tanta gente como pudimos -dijo Mariposa-. Pudieron haber habido más muertes.
-De cualquier forma -intervino Lobo-, Delaran está segura ahora, pero hay mucho daño que reparar.

El Padrino se alejó del grupo y elevó la vista al cielo. Liebre se le acercó.

-No contábamos con esto.
-Lo sé, no me siento culpable, pero tampoco con ganas de celebrar. Esto ha sido una tragedia.
-Tienes razón, por eso debemos hacerle caso a Lobo. Hay mucho por hacer.
-¡Miren quién viene! -les llamó la atención Búho.

El gobernador en persona se acercaba a ellos con una escolta.

-Yo me ocupo de esto -les dijo el Padrino-. Señor gobernador... -se dirigió a él una vez estuvo cerca, pero fue interrumpido.
-Padrino, en nombre de todo Delaran... he venido a darle las gracias.

4.08.2011

This is where you lose hope.

La Mascarada se reunió a las afueras de la ciudad. En este lugar había una alta construcción metálica en cuya cima se encontraba uno de los paneles solares que solían suministrar energía a la ciudad.

Subieron mientras el resto de La Familia esperaba abajo junto a Mandy y David.

Los ojos de Liebre se pasearon por el complicado patrón del sigilo que, inteligentemente, habían grabado con anticipación sobre el panel solar. Las líneas eran en su mayoría curvas y formaban figuras cálidas, astrales, soberbias. Ahora solo necesitaban activar el sigilo, y tendrían que hacerlo en tiempo récord por las vidas de los delarianos.

-El mismo procedimiento de antes -dijo el Padrino, confiando en cada uno de ellos.

Cerraron los ojos y extendieron los brazos. Comenzaron a visualizar la energía del sol entrando al sigilo, convirtiéndose en Éter.

Aunque el hecho de que tuvieran el Éter del río como fuente de energía hacía las cosas más fáciles, aún así les tomaría tiempo activar el sigilo.

En Delaran, los soldados hacían lo posible por conseguirle este tiempo a La Mascarada. Protegieron las entradas lo mejor que pudieron contra los lobos-araña, pero la llegada de nuevas criaturas, que incluso derribaron la muralla de árboles dejada por Carnero, los obligó a retroceder al interior de la ciudad.

Entre estas criaturas se encontraban varias del tipo que atacaron a Gallo y Panda en los invernaderos, cientos de ellas, tal vez miles, todas colosales. Las comenzaron a llamar 'alaridos' por el enloquecedor sonido que emitían antes de atacar.

Entonces hicieron su entrada a los que luego llamarían 'delirios', porque... porque era el único lugar del que pudieron haber salido. Se trataba de gigantescos bípedos, incluso más grandes que los alaridos. Sus pieles escamosas eran del color de algas oscuras y estaban cubiertas de una sustancia viscosa y altamente nociva; esta era secretada por innumerables orificios, los cuales, al verse en conjunto con la desagradable textura y arrugas de la piel, daban la impresión de que la criatura estaba formada por miles de rostros gritando.

Sus dos pares de brazos eran desmesuradamente largos y se arrastraban por el suelo con la postura jorobada de los delirios; cada dedo era una enorme cuchilla. Largas espinas óseas recorrían desde lo alto de sus cabezas, a través de sus espaldas y hasta la punta de sus colas reptiles. Pero serían las anchas cabezas los motivos de las pesadillas de los delarianos; estas parecían grotescos calamares abismales. Varias esferas negras y brillantes se encontraban incrustadas irregularmente en la cabeza y cumplían la función de ojos. Los nefastos tentáculos contaban con dientes negros en su lado interior; dos de estos tentáculos eran especialmente largos y hercúleos.

Estos titanes no eran numerosos, pero eran suficientes para acabar con la esperanza de todo Delaran.

El ejército cambió su estrategia y comenzó a tratar de hacer que la población pase desapercibida escondiéndola en las estaciones del subterráneo y defendiendo las entradas de los lobos-araña que lograban encontrarlas, mientras los delirios y alaridos se paseaban por la ciudad y se enseñoreaban de ella.

Mark y los otros amigos de Mandy y David se encontraban hechos manojos de nervios y lágrimas en una de estas estaciones. Se escuchaban los disparos con cierta frecuencia desde las escaleras, pero el silencio siempre regresaba y les daba una mínima sensación de seguridad.

-¡Fuego! ¡Fuego! -las voces de los soldados se escuchaban más desesperadas esta vez-. ¡Apunten a los tentáculos!

El fuego de los rifles se oyó más intenso que nunca, duró varios segundos y finalmente volvió el silencio, pero sin esa seguridad; esta vez era siniestro.

Un berrido abominable rompió el silencio desde la entrada de la estación. Entonces dos alaridos con los tentáculos manchados de sangre se hicieron presentes y los delarianos comenzaron a gritar, presas de la desesperación. Rápidamente entraron también varios lobos-araña a la escena, los cuales comenzaron a desgarrar a los ciudadanos uno a uno, mientras los alaridos los atrapaban con sus tentáculos y los llevaban hacia sus horribles bocas, con lo que sufrían la misma muerte que los soldados hace unos momentos.

-Entonces es así como acabamos... -dijo Mark para sí mismo, viendo la masacre, resignado a esperar su turno.

Pero estaba equivocado.

Una explosión se oyó desde la entrada y cuerpos destrozados de lobos-araña salieron volando, derramando una sustancia verdosa. Lobo entró junto a un grupo de miembros de La Familia. Tanto su túnica como la de los demás parecían impregnadas de luz solar.

Los miembros de La Familia contaban con sigilos de escudo en sus túnicas y de mejora física y cinéticos en guantes; algunos, los más avanzados, incluso tenían también sus sigilos personales con diferentes funciones. Haciendo uso de este arsenal mágico destruyeron rápidamente a las bestias.

Lobo canalizaba el Éter en esferas cuyo curso podía controlar, así como el radio de la explosión ,que causaban al entrar en contacto con su objetivo, para asegurarse de no herir a los delarianos.

-¡Esto recién comienza, perras! -Lobo se cubrió completamente de Éter mientras decía estas palabras.

3.27.2011

This is where we save you.

Cuando faltaba una hora para que saliera el sol, Gallo y Panda se acercaron corriendo hacia León y Cordero, quienes seguían cuidando la puerta norte.

-¡Déjalos entrar! -indicó Panda.
-¿Qué está pasando? -preguntó Cordero.
-Acabamos de freír a una... puta que nos atacó por los invernaderos -respondió Gallo.
-¿Una puta? -León estaba confundido.
-¡Sí, una puta!
-Un monstruo -explicó Panda-. Las dimensiones se han fusionado, ahora esas criaturas y nosotros estamos en el mismo mundo... Solo hemos visto una, pero tememos que vengan más en camino.
-Sí -continuó Gallo-, en cualquier momento... -pero sus palabras fueron interrumpidas por gritos de terror de la población- Típico...

Cientos de criaturas comenzaron a salir del bosque y se dirigieron hacia los delarianos. Estas se movilizaban haciendo uso de ocho largas patas, cuatro en la parte delantera del torso y cuatro más en la trasera, que recordaban a las de una araña, pero terminaban en cuatro potentes garras que formaban una cruz. El torso recordaba al de un gran lobo, así como la cabeza, aunque esta era bastante pequeña en comparación al resto del cuerpo y carecía de orejas y de cualquier detalle que sobresaliera; era casi lisa. El cuello era tan grueso como la cabeza, por lo que parecía que esta se unía directamente al torso. Los ojos eran pequeñas perlas ovaladas horizontalmente de color amarillo pálido. La boca se extendía a lo largo de casi toda la cabeza, era delgada y fina vista de frente, pero al abrirse la mandibula doblaba el tamaño del cráneo y dejaba a la vista largos colmillos y una lengua gris.

La criaturas, que llegaban casi a los dos metros paradas en sus ocho patas, estaban cubiertas completamente por una piel que parecía estar hecha de roca negra. Incluso el sonido que salía cuando se movían se asimilaba al de piedras chocando entre sí.


Los ciudadanos iban siendo atrapados y despedazados por las mandíbulas de las bestias, uno por uno. Ni siquiera los que lograban llegar a la ciudad estaban a salvo, pues los lobos-araña saltaban fácilmente por sobre los golems; su ferocidad los hacía parecer imparables. Pero los miembros de La Mascarada presentes intentaron contenerlos.

-¡Rápido! -gritó León- ¡Entren todos a la ciudad!

Comenzó a correr hacia las bestias. Al pasar a su lado, activaba su sigilo para conseguir una especie de intangibilidad con la que pasaba sus manos dentro de las criaturas, agarraba sea lo que sea que hubiera dentro de ellas y lo arrancaba de sus cuerpos. Los lobos-araña caían muertos instantáneamente.

Debido a la velocidad con la que se movían, Panda también tenía que acercarse considerablemente a las bestias para desvanecer partes de sus cuerpos sin las cuales estas morían. Hacerlas desaparecer enteras habría consumido mucho Éter.

Gallo decidió incendiar solo las cabezas de los lobos-araña. De esta manera no se convertirían en monstruos de fuego y podría causar el mayor daño gastando la menor cantidad de Éter posible. Si bien las bestias caían varios segundos después de comenzar a arder, Gallo podía atacar a una distancia considerablemente mayor de la que necesitaban León y Panda.

Por otro lado, Carnero quitó su voluntad de los ahora inservibles golems y en su lugar dio movimiento a los árboles del bosque, los cuales comenzaron a cruzar la pradera que separaba el bosque de la ciudad al mismo tiempo que se deshacían de los lobos-araña con latigazos de sus ramas y raíces. Una vez llegaban al límite de la ciudad se entrelazaban entre sí, formando una muralla.

-Eso va a detenerlos por un rato -dijo Carnero mientras los árboles seguían alineándose. El bosque entero parecía estar marchando hacia Delaran para protegerla-. León, necesitamos avisar a los demás -Carnero comenzó a luchar también, usando su sigilio cinético arrojaba a las bestias entre ellas-, encuentra a Mariposa.

León asintió. La velocidad mejorada y su habilidad para atravesar cualquier obstáculo que se le presentara lo hacían el más apto para llevar el mensaje. A pesar de detenerse un par de veces para ayudar a ciudadanos que eran atacados por las criaturas, llegó en pocos minutos a donde se encontraban los otros cinco miembros de La Mascarada, rodeados del ejército delariano... Si quería encontrar a Mariposa en aquel mar de soldados iba a tener que pasar por ellos primero.

-Bien -dijo el Padrino en medio del campo de batalla, aún ignorando la situación de afuera-, si cada uno se encarga de veinte mil...
-¡Fuego!

Dodo rápidamente disminuyó la gravedad a su alrededor para hacer que el grupo se eleve en el aire y evite las balas.

-¡León está ahí! -señaló Búho flotando en el aire.

Los soldados volvieron a disparar. Esta vez Mariposa transportó al grupo a uno de los techos.

-Tenemos que separarnos -indicó ciervo.
-Yo voy por León -dijo Mariposa.

Dodo surcó el cielo, siendo blanco de varios disparos, pero bloqueándolos todos con su sigilo. El sigilo de Búho tenía como efecto el incrementar sus reflejos, por lo que podía acercarse a los soldados evitando las balas con facilidad y luego vencerlos en combate mano a mano, aunque solo por las obvias ventajas que tenía sobre ellos. Ciervo, por otro lado, se mantenía oculta, metiéndose por varios callejones y saltando sobre los techos, y trataba de llegar al general, sabiendo que sin él, el ejército probablemente detendría su ataque. El Padrino levantaba y movía muros usando tanto el asfalto de las calles como el cemento de las construcciones circundantes para atrapar a los soldados en callejones sin salida alguna.

Mariposa estuvo al lado de León en un parpadeo.

-Hay criaturas atacando la ciudad -le dijo este último alarmado.
-¿Las dimensiones?
-¡Sí! Avisa a los que cuidan las otras puertas, diles que dejen entrar a los ciudadanos.
-Está bien. Espérame acá, ya vengo.

Mariposa desapareció y reapareció en menos de medio minuto, con su objetivo cumplido. Luego agarró a León del brazo y lo llevó hacia donde estaba el Padrino. Rápidamente le comunicaron la situación a los otros miembros también, pero aún tenían que terminar con el ataque del ejército.

Una vez más, Mariposa desapareció, ahora con la arriesgada intención de traer al general, pero no sería sencillo.

En cuanto estuvo detrás del imponente hombre, este volteó y la tumbó rápidamente, entonces tuvo una docena de rifles apuntándole a la cabeza. Logró regresar justo a tiempo, pues oyó como las balas chocaban contra el piso sobre el que ella había estado.

-Se me acaba la paciencia con estos hombres... Yo te acompaño, Mari -se ofreció el Padrino.

Una vez volvieron a estar con el general, el Padrino fundió los cañones de todas las armas con las que les apuntaron, incluyendo el gran revólver del general, lo que le dio suficiente tiempo a Mariposa para agarrar a este último y regresar los tres juntos con el resto del grupo.

Dodo elevó al general en el aire para privarlo de cualquier acción.

-Su gente está muriendo allá afuera -le gritó el Padrino enfadado.
-¿De qué hablan?
-Mari, llévalo a ver lo que está sucediendo afuera.

En las afueras de la ciudad, el general vio horrorizado las grotescas criaturas que comenzaban a invadir la ciudad y a los otros miembros de La Mascarada esforzándose por detenerlas.

-De... de acuerdo -al general le tomó un instante recuperar la voz una vez hubo regresado-. Trabajemos juntos. Ordenaré el alto al fuego.

Los soldados cesaron su ataque y escucharon a su general, quien ya había acordado el curso de acción con La Mascarada.

-Soldados, diríjanse al perímetro de la ciudad, ataquen a toda criatura hostil y protejan a nuestros ciudadanos a toda cosa. ¡En marcha!

Los soldados se apresuraron en cumplir las órdenes y trotaron hacia donde se les había indicado.

-Mari, por favor trae a los demás miembros de La Mascarada -pidió el Padrino-. Vamos a necesitarlos a todos para hacer nuestra parte.

3.24.2011

This is where they find us.

Gallo y Panda estaban en las afueras de la ciudad, reemplazando los sistemas computarizados de las granjas e invernaderos por sigilos de control y mantenimiento.

-Esto es más complicado de lo que parecía -se quejó Gallo.
-Sí, vamos casi dos horas y recién vamos por la mitad del primer invernadero. Puede que, entre adaptar los invernaderos, las granjas y las centrales de energía se nos pasen varias semanas...
-O varios meses... incluso con toda La Familia ayudando.

Ambos suspiraron.

-Tecnología inservible... -Panda desvaneció las computadoras que solían controlar el invernadero.

Gallo sacó un cigarrillo y lo prendió chasqueando los dedos.

-¿Puedes fumar con la máscara puesta?
-Sí -dijo y exhaló el humo-, las modificaciones que les hicimos son increíbles.
-Pero no creo que debas fumar acá... Ya sabes, ¡por el aire purificado y todo eso! -dijo indicando una obviedad, pero a Gallo pareció importarle poco.
-Solo será uno. Hagamos este sigilo.

Panda le mostró un dibujo con el sigilo que debían reproducir a la perfección. Gallina activó su sigilo de combustión y lo usó para marcar el piso metálico, haciendo el dibujo necesario.

-Espera. Creo que esa linea sigue un par de grados más a la derecha.
-¿Tanto importa?
-Sabes que sí...

Una mala comunicación con la realidad a través de los sigilos podía traer resultados completamente inesperados.

-Bueno, hazla tú.

Panda activó su sigilo y comenzó a hacer desaparecer las porciones de piso por las que debía seguir la línea.

-Panda -lo interrumpió.
-¿Uhm?
-¿Crees que eso se haya escapado de una de las granjas? -señaló a un enorme ser que parecía observarlos desde el otro lado de las paredes de vidrio del invernadero.
-¿Qué hablas... -respondió mientras volteaba a ver a lo que se refería- ¡¿Qué hablas?! ¡¿Qué es esa cosa?!
-No tengo idea... ¿Por qué no la desvaneces por si acaso?
-Es muy grande, no me alcanza el Éter.
-¡Desvanece su cerebro!
-¿Dónde está su cerebro?
-¿En su cabeza? -respondió con sarcasmo.
-¡¿Dónde está su cabeza?!

Y es que la criatura era completamente extraña. Un hedor terrible emanaba de su piel ocre arrugada. Docenas de largas piernas, que terminaban en tentáculos, salían de su también largo torso, el cual no era visible debido a las esferas semitransparentes, que posiblemente cumplían la función de ojos, que lo cubrían.

El extraño ser avanzó hacia ellos rompiendo el cristal de las paredes. Se paró en las piernas traseras y mostró el inferior de su torso, en el que había una gran boca circular con varios juegos de dentaduras y de la cuál salió un chirrido de otro mundo que casi vuelve locos a los Hermanos de Sangre.

-¡Mierda! -exclamó Gallo.
-¡Corre! -lo jaló Panda.

Gracias a los sigilos de mejora física pudieron salir de ese lugar y correr hacia el bosque con una velocidad inhumana; sin embargo, la bestia también se movía increíblemente rápido con sus numerosos tentáculos.

Panda intentó, aunque sea, desvanecer los tentáculos de la criatura para inmovilizarla, pero esta esquivaba los agujeros negros rápidamente. La única forma de hacerlo eficazmente era acercándose, pero al mismo tiempo era muy arriesgado.

-¡Quémalo! -dijo Panda agitado.
-Estamos en medio del bosque, ¿quieres que cause un incendio?
-Eh... ya sé. Distráelo, pero mantenlo en esta zona.

La criatura los atacó con uno de sus tentáculos, pero lo pudieron esquivar.

-¿Qué vas a hacer?
-Confía en mí. Que no se aleje de esta zona.

Panda se alejó varios metros de Gallo. El monstruo quiso seguirlo, ni siquiera giró para hacerlo, solo comenzó a moverse en dirección de Panda, pero Gallo lo detuvo empujándolo con el sigilo cinético.

Panda comenzó a correr formando un círculo alrededor del área en la que estaba la bestia y tocando todos los árboles en su camino para desvanecerlos, de manera que los árboles de aquella área estuvieran aislados. Luego regresó con Gallo.

-Ahora sí, prende todo.
-Entiendo.

Gallo extendió su mano derecha y incendió los árboles exteriores primero, dejando un pequeño espacio para salir con Panda. En cuanto estuvieron a salvo, incendió también este pequeño espacio. Ahora la criatura estaba encerrada en un círculo de fuego que rápidamente se cerró hacia ella.

Los Hermanos de Sangre vieron sin aliento como la bestia chillaba y rugía mientras las llamas la devoraban.

-Así que... -habló Gallo jadeando.
-Las dimensiones... -dijo Panda de la misma forma.
-¡Tenemos que decirle a los demás!

3.22.2011

This is where you doubt.

Luego de presenciar la escena, Ciervo salió del edificio y fue a reencontrarse con Mari y Búho.

En el camino comenzó a pensar que el Padrino se había comportado extraño, incluso le daba un poco de temor. Es cierto que no había lastimado a nadie, pero no podía evitar sentirse inquieta al recordar la manera en la que hablaba con el representante.

Encontró a sus compañeros frente a una casa en la que había una madre atrapada con su hija. Las habían encontrado gracias a los sentidos agudizados de Búho y Mari las sacaría de ahí mediante portales. Ciervo se encargaba de curar alguna herida que pudiera haber, aunque estas eran poco comunes y lo máximo que habían encontrado habían sido algunos cortes ocasionados por la desesperación de algunas personas al tratar de liberarse de donde estuvieran.

-¿Están bien? -preguntó Ciervo cuando Mari hubo sacado a la niña y a su madre.
-Sí, gracias -respondió la madre.
-Por favor, diríjanse hacia las afueras de la ciudad -dijo Búho entregándoles una antorcha-. Ahí se han reunido todos y llega la luz de la luna.

Solo había pasado una hora y ya habían revisado más de la mitad de la ciudad en busca de atrapados. Esto era gracias a la facilidad de Búho de encontrarlos y a la de Mari de llegar a cada hogar en un abrir y cerrar de ojos.

-Creo que se está comportando extraño -dijo Ciervo al no poder más con sus pensamientos.
-No te asustes -respondió Mari-, lo conocemos de años, no es un dictador, es nuestro amigo.
-Tendrías que haber visto como habló allá en la oficina.

De hecho, Ciervo estaba ahora preocupada por los chicos que había llevado ahí, pero le tranquilizaba que Dodo también estuviera con ellos.

-Esto es por lo que hemos estado trabajando y esperando -habló Búho-. Es normal que a la gente le incomode, pero después de todo esto les beneficia. Aunque, claro, él tiene un modo muy megalómano de expresarlo...
-Exacto. Es la megalomanía. Antes era como un hermano, no solo con nosotros, sino con toda La Familia; ahora... ya no sé.
-¿Te ha dicho algo que te haga pensar que se le está subiendo el poder?
-A mí no...
-¿A alguien de La Familia?
-Tampoco, pero... tampoco es como antes, divertido y cariñoso...
-¿Como antes? -intervino Mari- Han pasado solo unas cuatro horas desde que todo comenzó... Y encima estamos poniendo todas las cosas en orden, recuerda también que son las cuatro de la madrugada y no hemos dormido nada. Es normal que se muestre algo estresado ante todo esto, no tiene tiempo para divertirse ahora, ninguno de nosotros lo tiene.
-Cierto... esto es el motivo de nuestros años de estudio, es algo serio.

Pero Ciervo no podía quitarse la inquietud de la cabeza acerca del Padrino. Más que nada estaba preocupada por él.

Media hora después, habían terminado con los rescates.

-Hora de regresar -dijo Ciervo satisfecha de la labor.

Mari abrió un portal que los llevaría hacia la oficina.

-Damas primero.
-Qué graciosa -respondió Búho.

En la oficina, David y Mandy hablaban con el Padrino.

-Queremos aprender -dijo el chico.
-Sí, queremos hacer lo que ustedes hacen.
-Uhm, no, no hay forma -se negó el Padrino.
-Al menos déjanos quedarnos con ustedes, podemos aprender viendo para no incomodarlos.

El Padrino se quedó viendo una vez más a Mandy, que acababa de hablar. La negrura de la máscara ocultaba la dirección de su mirada, pero la chica sentía su mirada.

-Soy estudiante de medicina -David sacó de su trance al Padrino- y ya tengo experiencia. Pueden necesitar un médico ¿verdad?
-Ciervo ha leído varios libros de medicina... -había tenido que hacerlo para saber sacarle el máximo provecho a su sigilo de manipulación biológica.
-Pero un médico extra no les vendría mal, tal vez para las cosas menos importantes o por si surge algo para lo que... Ciervo no estuviera preparada.

El Padrino miró intermitentemente a ambos muchachos. Luego su vista volvió a quedar en Mandy.

Mari, Ciervo y Búho desaparecieron instantáneamente de las oscuras calles de Delaran y reaparecieron en la oficina. Ciervo se alivió al ver que los chicos estban bien, aunque no estaba segura de por qué se había preocupado.

-Y bueno -Búho se dirigió al Padrino-, ¿qué vamos a hacer con ellos?
-¿Quieres que los regrese afuera? -se ofreció Mari.
-No será necesario... A partir de ahora son miembros en etapa de prueba de La Familia.

Todos en el cuarto se quedaron sin palabras hasta que Dodo pudo articular.

-Vas a dejarlos... ¿ahora? ¿Ahora que es obvio que teníamos razón?
-Tiene razón -la respaldó Búho-, no sería justo para los otros miembros de La Familia que creyeron junto a nosotros sin tener otra evidencia que las palabras de el libro...
-Disculpen -David trató de intervenir tan respetuosamente como pudo-, pero nosotros nunca oímos de su organización antes. Si lo hubiéramos hecho, hay la posibilidad de que nos hubiéramos unido.
-La Familia se basa en amistad y confianza -repuso Mari-, nosotros no sabemos nada de ustedes.
-Dennos una oportunidad de ser parte de ustedes -pidió Mandy.
-Bueno... -el Padrino no estaba seguro de qué hacer-, lo mejor será que lo consultemos con los demás miembros de La Mascarada, luego tomaremos una decisión.

Ciervo se alivió aún más al ver que el Padrino seguía considerando la opinión de todos tan importante como la suya. Probablemente se había estado preocupando de nada.

Los cuatro enmascarados aceptaron la propuesta.

-Oye -Búho se dirigió hacia el Padrino-, Ciervo nos dijo que estuviste hablando con unos tipos del gobierno.
-Sí... vinieron con ganas de romperme las pelotas.
-Pues... han regresado con algunos amigos...

Búho escuchó a lo lejos los pasos de todo el ejército delariano marchando hacia el edificio y lo confirmó haciendo uso de visión térmica.

-¿Cuántos son? -preguntó Ciervo preocupada.
-Es todo el asqueroso ejército...
-Qué tercos -se quejó Dodo.
-Lo mismo opino -dijo el Padrino-, pero, por más que me encantaría que nos deshagamos de ellos de la manera fácil, tenemos que neutralizarlos sin hacerles daño...
-Si vamos los cinco, no debería ser muy difícil -lo animó Mari.
-Me imagino que no. Búho, ¿con qué están armados?
-Rifles de asalto y granadas más que nada. La mayoría de sus armas, incluyendo los mecas, tenían algún sistema de precisión electrónico. Aunque tienen algunos lanzacohetes de los antiguos.

No solo esto, sino que el ejército delariano contaba con cerca de cien mil soldados eficazmente entrenados en tácticas de guerra.

-Esto sería más fácil si los demás miembros de La Familia pudieran hacer uso de la magia desde ya -le dijo Ciervo al Padrino.
-Lo sé, pero no sabíamos que el choque ocurriría de noche, tendremos que esperar a que salga el sol en una hora y media... Y, aún así, la energía mágica se va a demorar algo en acumularse y en que sea suficiente para todos... Qué estrés.
-¿Y el sigilo del río? -preguntó Mari.
-No tenemos tanques de agua para todos... De hecho, no tenemos ni uno más.
-Se están acercando -interrumpió Búho.
-Por favor, Mari -pidió el Padrino.
-Claro -respondió ella abriendo un portal para los cinco.

Aparecieron frente al ejército. El general, que no se esperaba la repentina aparición de los cinco enmascarados, reaccionó rápidamente gritando "¡Fuego!". La descomunal ráfaga de balas fue detenida por la pared de concreto que acababa de levantar el Padrino usando el material del piso y de las construcciones cercanas.

El ejército se dispersó rápidamente por las calles de la zona, rodeando el área en la que se encontraban los miembros de La Mascarada. Una granada derrumbó la pared que los había protegido y los cinco se encontraron rodeados por cuadras y cuadras de soldados por toda la zona. Se pusieron espalda con espalda y esperaron el fuego enemigo.

This is where you take us seriously.

El Padrino se encontraba en la oficina principal, ubicada en el último piso, del edificio de Radio Renacimiento. Lo acompañaba solamente Dodo, pues los demás se encontraban rescatando ciudadanos atrapados, atendiendo las puertas de la ciudad y adaptando las granjas e invernaderos para que funcionen con magia.

El lugar había sido acomodado rápidamente. Esferas de luz surgían de sigilos alrededor de la habitación y la iluminaban. El ascensor también estaba operativo gracias a la magia. Las puertas de este se abrieron y el Padrino oyó los pasos en el pasillo afuera de su nueva oficina. Ciervo entró sujetando a un muchacho rubio y a una chica de cabello negro.

-Búho los encontró mientras buscábamos atrapados. Lograron escabullirse.
-Increíble, los sentidos de Búho son como satélites -rió.

Mandy miró con temor como el Padrino hablaba sin que los labios se movieran, a diferencia de las otras máscaras. Esta no era la de un animal, pero su falta de expresión hacía que tampoco se viera humana.

-Monstruo... -murmuró ella, lo que le ganó la atención del Padrino.
-Bueno... -se vio obligado a hacer una pausa al observar su rostro-, eso es ofensivo.
-Si tú estás detrás de todo esto -habló David-, tiene razón.
-Yo no ocasioné esto, pero traje una solución por la cual he dedicado casi toda mi vida hasta el momento. ¿Querían que les de el trabajo de mi vida así como así?
-Pero, ¿con qué derecho te apropias de nuestra ciudad?
-De todas formas su ciudad es inhabitable en este estado. No pueden ver absolutamente nada a penas cae la noche, no tienen ningún servicio... ¡no pueden ni abrir sus puertas! Yo reviviré su ciudad al amanecer sin que me lo hayan pedido y a cambio quiero retribución. Me parece que es justo.
-No todos pueden pagar tu precio...
-Vaya... ustedes son lentos. Por eso doy la opción de que paguen con trabajo.

Un miembro de La Familia entró a la larga oficina.

-Padrino, hombres del gobierno solicitan una audiencia.
-¡Negocios! Excelente. Diles que pasen. Ustedes pueden tomar asiento -se refirió a Mandy y a David-, luego terminaremos de hablar.

Entró un representante del gobernador de Delaran acompañado de un escuadrón de las fuerzas especiales. Esto hizo suponer a los tres miembros de La Mascarada presentes que las armas de fuego, al menos las primitivas, funcionaban, así que se prepararon.

-Bienvenidos, caballeros -dijo sin darle oportunidad de hablar al representante, quien se quedó con la palabra en la boca-. Me imagino que están aquí para hacer negocios -el Padrino esperaba que los ciudadanos hubieran quedado con el gobernador en que trabajarían y que el representante venía a discutir las condiciones de trabajo, pero las cosas no eran así de fáciles.
-De cierta manera... podría decirse que sí -respondió el representante y continuó-. En nombre del gobernador vengo a exigir la ciudad de vuelta, así como el conocimiento que usted posee para regresar Delaran a su estado habitable.

El Padrino se quedó en silencio un momento, con los dedos cruzados sobre su escritorio. Luego se paró lentamente.

-Como les explicaba a estos chicos antes de que ustedes llegasen, les estoy haciendo un favor al revivir la ciudad y solo espero retribución... -su voz parecía irritada- Ahora si...
-No estamos de acuerdo -lo interrumpió.
-Como iba diciendo, si no están de acuerdo, simplemente salgan, ¿entienden?
-Hubiera querido que esto acabe bien -se lamentó el representante e hizo una seña.

El escuadrón de asalto alzó sus rifles y dispararon hacia los tres miembros de La Mascarada. Los miembros de La Familia que cuidaban la puerta corrieron hacia ellos, pero se detuvieron al ver lo que había sucedido.

Dodo había aumentado la gravedad del área de la trayectoria de las balas, de manera que estas cayeron al piso casi instantáneamente luego de ser disparadas.

-Gracias, Dodo -dijo el Padrino mientras apreciaba satisfecho el rostro atónito del representante del gobernador. Luego se dirigió a él y al escuadrón de asalto-. Díganle al gobernador que debería ser más agradecido -se acercaba mientras decía esto-. Lárguense.

La gente del gobierno salió casi corriendo de la oficina, pero el representante se detuvo en la puerta.

-¿Quién eres?

Aquel de la máscara blanca regresó a su asiento con tranquilidad y desde ahí, otra vez con los dedos entrelazados, respondió:

-Soy El Padrino.

3.20.2011

This is where you meet your new rulers.

Pronto, los astutos pobladores de Delaran estaban en las calles, con antorchas improvisadas o linternas, desfilando hacia las afueras de la ciudad, a donde la luz de la luna sí llegaba. Muchos de ellos llevaban carpas y provisiones. Y en el camino, junto a ellos, habían figuras encapuchadas de negro, pero estas se quedaron en la entrada de la ciudad, como esperando.

Al parecer, todo aparato electrónico, incluyendo simples relojes digitales, había dejado de funcionar; sin embargo, artefactos simples, como linternas y relojes de manecilla, funcionaban bien. Luego de un rato de experimentar con lo que tenía a la mano, David se dio cuenta de los dos problemas: primero, la fuente de energía; solo las baterías podían hacer funcionar ciertos aparatos debido a que estas producían energía mediante una reacción química. Segundo, la complejidad del objeto; cualquier cosa con circuitos era completamente inservible; mientras que simples máquinas mecánicas funcionaban perfectamente.

Ahora, la realidad de Delaran era la siguiente: absolutamente todos los sistemas de la ciudad estaban controlados por sistemas electrónicos, desde el reparto de agua hasta los medios de comunicación; las baterías químicas eran casi imposibles de encontrar debido a que eran consideradas muy contaminantes y habían sido reemplazadas por celdas eléctricas recargables, mucho más pequeñas y eficientes. El petróleo altamente refinado que se utilizaba para ciertas máquinas tampoco proporcionaba energía, al igual que la planta eléctrica al lado del río y los paneles solares con energía almacenada. La ciudad estaba muerta.

David y Mandy se mantuvieron junto a su grupo de amigos que por suerte no habían perdido de vista entre la multitud. Se mantuvieron cerca a la entrada norte de la ciudad y, en cuestión de pocas horas habían logrado hacer una pequeña fogata con lo que habían encontrado en el bosque, así como varios otros grupos de ciudadanos.

-No puedo creer que esté pasando esto -dijo Mandy.
-Yo tampoco... ¡no me lo explico! ¿Cómo puede ser que de la nada nuestra tecnología sea inservible?
-¿De dónde vamos a sacar comida...? -Mark había encontrado algo importante por lo que preocuparse.

Mandy se abrazó de David. Él la abrazó con el brazo derecho mientras se ponía la mano izquierda en la frente y miraba al cielo, probablemente era la primera vez que veía las estrellas directamente. Al bajar la vista pudo ver como trece figuras encapuchadas de negro entraban a la ciudad y eran recibidas por las que se habían quedado ahí. Una de las figuras volteó hacia David antes de entrar y a este casi le da un infarto. Aquel ser tenía un cuerpo humano, pero su cabeza parecía ser la de un león. Y es que, con medios mágicos, los antiguos antifaces de La Mascarada habían adquirido una apariencia extremadamente realista de sus respectivos animales, cubriendo toda la cabeza e incluso imitando movimiento facial y de labios. La máscara de Mari parecía una verdadera mariposa gigante posada en la cara de la chica. La máscara del Padrino seguía siendo blanca y sin expresión ni movimiento, pero ahora parecía ser parte de su piel y a través de los orificios para los ojos solo se veía negrura. El rededor de estos, así como los labios cerrados, estaban pintados de negro y habían dos pequeñas lineas curvas sobre los ojos, imitando delgadas cejas.

-¿Han... han visto eso?

Pero los acompañantes de David no habían estado prestando atención, aunque pronto lo harían.

Cerca de quince minutos pasaron y el cielo de Delaran se iluminó con lo que parecía ser un holograma proyectado desde el edificio de Radio Renacimiento, la estación oficial de la ciudad, el edificio más alto, situado en el centro de la ciudad.

Todos los ojos se posaron en la máscara blanca con detalles negros que se veía en el cielo.

-Buenas noches, ciudadanos de Delaran. Les habla el representante de La Familia. Como pueden haberse dado cuenta, ha tomado lugar un acontecimiento terrible: la tecnología que mantenía nuestra ciudad viva ha quedado inservible. Estoy seguro que esto ha causado diferentes problemas para muchos; de hecho, serviciales miembros de La Familia se encuentran ahora rescatando a varias personas que quedaron atrapadas debido a las cerraduras electrónicas y a ascensores.

>>Pero para eso estamos acá. Nosotros podemos devolverle la vida a esta ciudad, ya hemos comenzado a hacer los arreglos para lograrlo. Muy pronto, Delaran volverá a brillar y a estar llena de las comodidades y condiciones de vida que todos conocemos. ¡Y ustedes podrán disfrutar de ella! ...Por favor, acérquense a nuestros encargados en cualquiera de las tres entradas de la ciudad para negociar los precios.

La transmisión terminó abruptamente y los delarianos no sabían qué sentir. ¿Esperanza o miedo? De todas maneras tenían que acercarse.

En la entrada norte estaban León y Carnero junto a otros miembros de La Familia. Pronto hubo una multitud alrededor de ellos y acercárseles era increíblemente difícil, pero no fue necesario para que David, Mandy y sus amigos se enterasen del alto precio para vivir en la ciudad.

-Si no pueden pagar en dinero ni en propiedades, pueden hacerlo con trabajo -dijo Carnero ante las crecientes quejas.
-¿Qué clase de trabajo?
-Minería. Hay un mineral que necesitamos y se encuentra pasando el bosque del este, en las montañas en las cuales nacen los ríos Octubre y Otoño -respondió León con voz imponente.
-¡No pueden apropiarse de la ciudad!
-¡Esos hogares nos pertenecen!

Los delarianos comenzaban a agitarse y con razón. No tomó mucho para que quisieran entrar por el perímetro de la ciudad, pero fueron sorprendidos por gigantes de roca que lo patrullaban.

-¿Golems? ¿No pudiste ser un poco más original?
-Fue lo primero que se me vino a la mente. Además -agregó Carnero viendo como estos espantaban a la gente sin tener que si quiera tocarla-, cumplen su función muy bien.

El grupo de chicos se volvió a reunir alrededor de la fogata. Se agarraban las cabezas pensando en qué hacer, pero nada parecía una buena solución.

-Al parecer tendremos que ir a las minas -dijo Mark.
-¿Cómo supones que yo trabaje allá? -repuso Lía, una de las chicas del grupo.
-Estoy seguro que tu papá podrá hacerlo por ti.
-¿Y cómo esperas que lo encuentre, genio?
-¡Entonces propón otra solución!
-Entraré a la ciudad -interrumpió David.
-Incluso si lo logras, eso va a servir de poco -se opuso Mandy inmediatamente, consciente del peligro.
-Claro que sí. Si esos sujetos pueden revivir a Delaran y hacer estas cosas es porque tienen algo especial... o saben algo que nosotros no. Voy a conseguir ese algo.
-Estás mal... -trató de disuadirlo Mark- no solo es peligroso, sino también fantasioso. ¿Cómo planeas hacerle frente a esos tipos con las máscaras de animales si te los encuentras ahí adentro? ¡¿Cómo planeas quitarles su secreto?!
-Ya veré. Es lo mejor que puedo hacer; no voy a rendirme ante unos sujetos que creen que pueden venir y quitarnos la ciudad así no más.
-Entonces voy contigo -Mandy lo agarró del brazo. Él la miró a los ojos y se dio cuenta que iba a ser imposible que lo dejara ir solo. La abrazó.
-Está bien. Juntos somos invencibles. Pero vamos a necesitar su ayuda para entrar -se dirigió hacia el resto de su grupo. Solo quiero que distraigan a esos... golems para que podamos escabullirnos entre ellos.

El grupo se aseguró de estar lo suficientemente lejos de Carnero y León y puso su plan en marcha. David y Mandy se mantuvieron escondidos mientras el resto del grupo se dividía en dos y corría en direcciones opuestas, como si quisiera entrar. Con esto lograron captar la atención de ambos golems de la zona, los cuales siguieron a un grupo cada uno, dejando un espacio libre entre ellos para entrar. La pareja aprovechó la oportunidad y se lanzaron a la ciudad con antorchas en mano.

Uno de los golems llegó a ver como entraban a Delaran, pero solo tenía ordenes de permanecer en su sitio sin dejar que nadie pase, no de seguir a quien lo lograra.

3.19.2011

This is where we march to our fate.

-¡Vengan, miren esto!

Carnero veía por la otra ventana, la que daba al bosque. Cuando todos se acercaron, efectivamente, vieron el bosque, pero este terminaba mucho antes de lo que debería y le seguía una pradera que rápidamente daba lugar a un vasto desierto iluminado por la luna. El Padrino recordó las palabras del libro, las consecuencias serían impredecibles.

-Increíble... al parecer el choque ha tenido bastante magnitud -dijo Búho.
-¿Creen que... las dimensiones se hayan... fusionado? -preguntó Liebre temerosa.
-No hay manera de saberlo -respondió el Padrino-, los desiertos son completamente normales en nuestro mundo, puede que solo sea un reajuste geográfico... tendremos que esperar para estar seguros. Ahora -dijo alejándose de la ventana-, alisten sus sigilos; tenemos que ir al río Octubre.

Todos regresaron a sus habitaciones, se cambiaron a las túnicas y se pusieron sus máscaras respectivas. Además, cada uno se puso un par de guantes blancos con sigilos, símbolos mágicos, diseñados por cada uno.

Cada sigilo diferente tenía diferentes propósitos. Primero, común a todos, un sigilo de activación en el reverso de la mano izquierda; este les permitiría activar un sigilo más grande en conjunto para realizar hechizos de gran escala. Segundo, en la palma de esta misma mano, un sigilo de mejora física, que aumentaría su fuerza, velocidad y resistencia. Este requería una gran cantidad de energía mágica para su activación y mantenimiento, por lo que era inservible en ese momento. Tercero, en el reverso de la mano derecha, un sigilo cinético, cuyo consumo de energía mágica variaba dependiendo del objeto que se quisiera mover y la velocidad a la que se quisiera hacerlo, así como la distancia. Finalmente, la función del sigilo en la palma derecha había sido escogida por cada uno y era única. Estos eran mucho más complejos que los otros, había tomado varios años desarrollarlos y su consumo de energía mágica también era bastante alto.

El sigilo de Liebre le permitía distorsionar los estímulos sensoriales de manera que la percepción de estos se alteraba. Dodo tenía un sigilo que le permitía afectar la gravedad en una zona determinada. Ciervo creó un sigilo de manipulación de tejido, con el que podía tanto curar heridas, como causarlas. Cisne decidió crear un sigilo que le permitiera controlar las condiciones atmosféricas de un área elegida por ella. Félin hizo un sigilo que le permitiera controlar y crear corrientes electromagnéticas a diferentes escalas. El sigilo de Mariposa le permitía crear portales espaciales, con lo que lograría algo muy parecido a la teletransportación; sin embargo, el potencial de estos portales era mucho mayor, pero desconocido y, por lo tanto, peligroso para experimentar.

Lobo creó un sigilo que le permitiera manipular el flujo de energía mágica dentro de un cierto perímetro. León hizo un sigilo de asimilación con el que podría fusionarse con casi cualquier cosa que tocase. Carnero tenía un sigilo que le permitiría animar objetos inanimados y tener control sobre ellos. Búho creó un sigilo con el cual su percepción a través de los cinco sentidos se elevaría inmensamente, hasta llegar a saber y darse cuenta de cosas que otros no podrían. Panda hizo un sigilo con el cual podría abrir pequeños agujeros negros por décimas de segundo, las cuales eran suficientes para que todo lo que tocara el agujero se desvaneciera de la existencia; abrir un agujero más grande durante más tiempo implicaría un consumo constante de grandes cantidades de energía mágica. El sigilo de Gallo le permitía hacer entrar en combustión lo que él quisiera.

El Padrino miró su sigilo con cariño. Este era una versión avanzada del sigilo cinético; con él podría mover materia a nivel atómico, con lo que la controlaría en cualquier sentido. Solamente no podía crearla.

La Mascarada se reunió afuera del sanatorio mental y marcharon hacia el río Octubre. Todos llevaban tanques metálicos de agua vacíos colgando de sus espaldas.

-¿Tienes idea de lo ridículos que nos vemos con estas cosas? -dijo Gallo.
-Las necesitamos... -respondió El Padrino- Además no creo que se vean tan mal... -buscó aprobación en la mirada de los demás, pero no la encontró- Bien, se ven horribles...
-Al menos los hubiéramos pintado de negro para que vayan bien con las túnicas...
-Sí, el amarillo patito como que llama mucho la atención -Ciervo respaldó a Panda.

Solo por la máscara no se notaba lo irritado que estaba El Padrino.

-¡Bien! -se repuso- En marcha.

Al lado del río había un enorme sigilo cavado y una parte de este estaba sumergido en la orilla. La Mascarada se puso alrededor de este sigilo.

-¡Activen sus sigilos de... activación!
-Debimos haberles puesto otro nombre -dijo Félin.
-... ¿ya?
-Lo siento.
-Prosigamos. Recuerden, este va a ser nuestro primer hechizo y lo estamos haciendo juntos, como parte de la familia que somos. Nos puede tomar mucho tiempo llegar a la concentración necesaria para activarlo, pero valdrá la pena.

Cada uno en su respectivo lugar, guardaron silencio y cerraron los ojos. Visualizaron la energía mágica del río fluyendo a través de cada línea del sigilo cavado en el piso; al mismo tiempo se deshicieron de cualquier otro pensamiento que pudiera desconcentrarlos. El proceso duró unas dos horas, pero, finalmente, el agua del río comenzó a fluir a través del sigilo. Luego, lentamente, el agua en el sigilo fue adquiriendo un brillo púrpura y el sigilo quedó activado.

Todos miraron asombrados. Tenían magia frente a sus ojos y la habían hecho ellos mismos. La Mascarada se sentó, exhausta pero satisfecha.

-Excelente... ¡excelente! -dijo el Padrino mientras se limpiaba el sudor- Llenemos nuestros tanques, no nos volveremos a cansar de esta forma.

Así hicieron, llenaron los tanques de agua de sus espaldas hasta el tope. Este líquido recibía el nombre de Éter y era una fuente de energía mágica. El Éter irradiaba la energía, pero esta solo era consumida al ser absorbida por un sigilo, con lo que también disminuía la cantidad del líquido.

Cada miembro de La Mascarada activó su sigilo de mejora física. Entonces el tanque en la espalda ya no les pesaba más, el cansancio disminuyó considerablemente y decidieron que era hora de marchar hacia Delaran.

3.16.2011

This is where you realize nothing is gonna be alright.

Mandy y David se encontraban sentados en el lugar habitual del restaurante al que frecuentaban ir: segundo piso, al lado de la pared de vidrio que daba a la calle.

Las luces de Delaran se apreciaban bien desde ahí y hacían un buen espectáculo, pero la pareja las había visto tantas veces que ya no les prestaban atención.

-¿Te gustó?
-Claro que me gustó, David. Hemos venido aquí durante los pasados cuatro meses; es por algo- respondió algo dura.
-Claro...
-Escucha -suavizó la voz-, como te digo, me gusta este lugar, me gusta la comida, me gusta venir aquí contigo, pero... probar algo nuevo no nos vendría mal; Delaran es inmenso, deben haber varios lugares tan buenos como este.
-Tienes razón -se animó-, el próximo fin de semana iremos a explorar la ciudad, a ver qué encontramos.
-Mientras se vea decente...
-Todo en Delaran es decente, mi vida -dijo orgulloso de su ciudad. Ella sonrió en aprobación.

David pagó la cuenta y se encaminaron a la reunión de aquella noche.

-¿Amor? -dijo David mientras conducía.
-¿Sí?
-Gracias por tu paciencia; no sé cómo me soportas.

Ella rió antes de responder.

-Es que vales la pena... de verdad vales la pena.

Una vez llegaron, Mark, animado como siempre, les abrió la puerta del departamento.

-¡Hey! Felices... ¿cuántos cumplen?
-Cuatro, cuatro meses.
-¡Felices cuatro meses! Pasen, pasen, ya llegó la mayoría.

Saludaron a todos sus amigos y se sentaron en un sofá. David abrazó a Mandy y ella se acomodó en su pecho. Luego de un rato de haber estado tomando, conversando, jugando y riendo, Mandy tuvo una importante revelación:

-David... debimos haber traído algo.
-Tienes razón. Vamos antes de que se haga más tarde. Mark -dijo alzando la voz para que este lo escuchara-, vamos a la tienda, ya venimos.
-Ya, pero no se escapen a un hotel.
-Prometido.
-¿Seguro? -le dijo Mandy a David en voz baja y en broma.
-Sí... de todas maneras Mark nos puede prestar su cuarto.
-Te presto eeesta -los sorprendió Mark.
-Jaja, ya venimos.

La tienda estaba nada más cruzando la calle, pero Mark vivía en el décimo quinto piso, así que el ascensor se tomaba su tiempo, no porque no pudiera ir más rápido, sino porque hacerlo sería perjudicial para la salud de los chicos... y para el conserje que tendría que limpiar la cena del piso del ascensor.

La compra fue rápida y en menos de cinco minutos estuvieron otra vez frente a la puerta del ascensor, agarrados de la mano. Sin embargo, cuando David se disponía a presionar el botón para que se abrieran las puertas, la tierra comenzó a temblar.

Pronto, todas y cada una de las luces de Delaran se apagaron y el único sonido era el rugir de la tierra acomodándose, tal vez, a un nuevo orden. David y Mandy salieron a la calle y se quedaron ahí, abrazados.

Una vez todo hubo terminado, la pareja se encontró sumida en una oscuridad infinita, pues ni la luz de la luna ni mucho menos la de las estrellas podían atravesar la capa de nubes que se cernía sobre la ciudad. El silencio se rompió con los gritos y el llanto de los ciudadanos confundidos, pues lo que acababa de pasar era imposible en sus mentes; la ciudad siempre contaba con energía de emergencia almacenada en los paneles solares de las afueras de la ciudad.

David intentó ver su reloj de manecillas, pero le fue imposible. Aunque, si lo hubiera logrado, habría visto que la hora era doce y cuarto; y la fecha, el veintinueve de abril, la fecha en la que Delaran tuvo su noche más oscura. Y solo estaba comenzando.

3.15.2011

This is where you get to know me a little bit better.

El Padrino caminaba por los pasadizos subterráneos del hospital psiquiátrico abandonado con un antiquísimo libro en manos.

Este lugar logró quedar en pie luego de La Gran Catástrofe, pero fue olvidado y el bosque lo comenzó a envolver poco a poco. El Padrino lo encontró y junto a La Familia lo restauraron y convirtieron en su centro de reunión. Sin embargo, solo La Mascarada lo habitaba. El resto de miembros solo iban para educarse en el arte mágico y cuando eran convocados para alguna ceremonia, como la de aquella tarde.

El libro que El Padrino tenía en manos era El Libro de Hécate. Este contenía todo lo que su autor, varios siglos atrás, había recopilado sobre la teoría mágica a lo largo de su vida. Llegó a sus manos cuando él era nada más un adolescente. Tuvo que aprender griego para descifrar el libro y, cuando descubrió lo que decía, decidió no traducirlo, sino leerlo tal cual; decidió creer en las palabras del libro; decidió estudiarlo incansablemente sin perder la esperanza de que el ansiado día llegaría.

El Padrino puso el libro sobre una mesa metálica y abrió la primera página, la página que había leído por primera vez hace tantos años y que lo comenzó todo.

"Soy Hécate, conocida como la diosa de la magia, brujería, la noche, la luna, los espíritus y la necromancia. Sin embargo, soy una simple humana, pero que ha adquirido, junto a otros que también se hacen llamar dioses, conocimiento sobre la magia. Somos todos hechiceros.

No estamos seguros desde cuándo, pero en un determinado momento nuestro mundo chocó con otro; fue un choque leve, casi un roce, pero permitió que la magia, aparentemente natural de aquel mundo, fuera posible en bajas proporciones en el nuestro, con lo que se nos permitió realizar hechizos simples, pero suficientes para ganarnos el lugar de deidades entre los ignorantes, quienes se encargaron de crear mitos y leyendas sobre nosotros.

Eventualmente ambos mundos se volvieron a separar y nuestra magia quedó inservible. Sin embargo, considero la posibilidad de que en el futuro otro choque ocurra, tal vez uno de mayor magnitud con consecuencias que no me atrevería a predecir, a excepción de una: la posibilidad de realizar hechizos avanzados.

En este libro no solo documentaré mis avances en el campo de la magia, sino que exploraré algunos de los infinitos hechizos que serían posibles de estar disponible magia avanzada.

Hécate"

-Seremos como dioses... -dijo El Padrino para sí mismo.
-Y tú, nuestro líder, ¿verdad? -Félin había estado detrás de él.
-¿No te parece justo? -no mostró sorpresa- Todo esto es posible gracias a mí. Además, La Mascarada es como un concejo; las decisiones son más nuestras que mías.
-Nunca dije que estuviera mal -comenzó a pasearse por el lugar-. ¿Qué vas a hacer con el libro?
-Nos ha servido mucho, pero ya no nos puede enseñar más. Lo esconderé para proteger su contenido. A partir de ahora estamos por nuestra cuenta.
-O sea que vas a seguir haciendo planos que no podrás realizar, cual Da Vinci... -dijo en broma. El Padrino rió.
-Félin, pequeña Félin -se acercó-, nuestro día llegará -terminó acariciando el cabello castaño por sobre la máscara de gato.
-No tienes ningún inconveniente en que te acompañe mientras escondes el libro, ¿verdad?
-Claro que no, confío en ustedes como en mí mismo.

El Padrino puso el libro dentro de una caja fuerte, la cerró y la empujó por un profundo pozo cavado hace tiempo.

-Además, ni aunque quisieran lo podrían sacar -rió.
-Pendejo -rió también.
-Vámonos de acá.

Llegaron al segundo piso y se dispusieron a ir a sus respectivos cuartos, pero un temblor los detuvo. Comenzó suave, como un murmullo entre las placas de la tierra, y se fue haciendo más fuerte conforme los segundos pasaban. Se convirtió en un rugido terrestre y permaneció así durante muchos segundos más; su magnitud no crecía, pero su duración se alargaba de forma innatural.

Los demás miembros de La Mascarada salieron de sus habitaciones tal y como estaban, en pijamas y sin máscaras.

-¿Cuánto va? -preguntó Lobo después de un rato.
-¿Diez minutos? -trató de adivinar Mari.
-Más como quince -dijo Gallo mirando su reloj de pulsera.

El Padrino se dirigió a la ventana del pasadizo que daba hacia Delaran. Se quitó la máscara lentamente y una gran sonrisa de regocijo se vio en su rostro ante lo que veía. Delaran, la ciudad que nunca dormía, estaba en completa oscuridad apenas a la medianoche.

-Señoritas, caballeros... ha comenzado.

3.14.2011

This is where you think everything is gonna be alright.

Delaran era una de las numerosas mega-ciudades construidas luego de La Gran Catástrofe que acabó con gran parte de la población humana hace ya un par de siglos. A pesar de la magnitud de esta, la raza humana se recuperó rápidamente al mismo tiempo que lograba avances tecnológicos en escaso tiempo, lo que le permitió salir adelante más rápido aún.

El cielo de Delaran nunca está despejado. Si bien los residuos lanzados ya no dañaban a la atmósfera, o la dañaban ínfimamente, estos se asimilaban a gruesas capas de nubes y para cuando ya habían sido expulsados al espacio exterior, nuevos residuos ocupaban su lugar. Sin embargo, era un precio que los habitantes estaban dispuestos a pagar: Delaran era una ciudad con tecnología de avanzada y con todas las comodidades que esta traía: calles por las que daba gusto pasear, numerosas áreas verdes, un sistema de transporte eficiente y ordenado, impresionantes construcciones, alamedas, bulevares, plazas, enormes centros comerciales y de reunión social, playas hermosas y limpias, seguridad por todos lados... en fin, un nivel de calidad de vida bastante por sobre el estándar.

Rodeando la ciudad se encontraban innumerables invernaderos climatizados que proveían a la población con una gran diversidad de vegetales, frutas, legumbres, granos y tubérculos. También habían granjas para suplir la necesidad de carnes, lácteos y otros productos derivados de animales. Los principales encargados de ambos eran computadoras que controlaban y organizaban los sistemas para que la calidad de los productos sea óptima; los escasos humanos en cada invernadero o granja solo se ocupaban de que los sistemas funcionaran correctamente, probablemente ni sabían lo que estos hacían.

Más allá se encontraba una franja de prado que rápidamente daba paso a una zona boscosa que se hacía más y más frondosa conforme se avanzaba. La ciudad más cercana, Cassiopeia, se encontraba luego de estos bosques inexplorados.

Dos ríos cruzaban la ciudad, el río Octubre y el río Otoño, de este a oeste, desembocando en el mar y proporcionando el agua que la ciudad necesitaba. Sobre estos se situaban las dos plantas eléctricas que junto a las plantas de energía solar, dispersadas por la ciudad, hacían posible la vida en Delaran y el funcionamiento de todos sus sistemas

La población consistía en cerca de dieciocho millones de habitantes, todos viviendo cómodamente en casas o departamentos.

En uno de los millones de hogares en una de las cientos de miles de calles en uno de las decenas de distritos de Delaran se encontraba este muchacho. Sentado en su cama, al lado de la ventana, con teléfono en mano, en una vídeo-llamada con su enamorada.

-Hoy cumplimos cuatro meses, bonito -dijo ella mostrando su sonrisa.
-Lo sé. Más tarde iré a buscarte -respondió también con una sonrisa.
-¿A dónde vamos a ir? -preguntó incapaz de esconder el entusiasmo.
-Ya sabes, hay una reunión con todos los demás.
-Ah... bueeeno -el entusiasmo desapareció.
-Claro que... -hizo una pausa para crearle suspenso-, voy a pasar por ti antes y vamos a comer al lugar de siempre antes de ir.
-¡Ya! -esta idea pareció gustarle mucho más, aunque, la verdad, habría preferido algo nuevo. En fin, ella sabía que él se esforzaba y que la amaba así como ella a él.
-Llego a tu casa a las seis. Nos vemos, amor.

David colgó, se pasó la mano por su entreverado cabello rubio y se metió a la ducha.
Mandy colgó, se tiró boca arriba en su cama y suspiró. Se levantó y se metió a la ducha.

3.13.2011

This is where you become one of us.

La menuda chica fue llevada al salón principal. Había pertenecido a La Familia ya unos pocos años, por eso sabía que frente a ella, sentados en una larga mesa, se encontraban los doce miembros de La Mascarada con sus habituales túnicas negras.

En un extremo se sentaba la de la máscara de pájaro dodo, a su derecha había un asiento vacío, el del extremo de la mesa, pero a su izquierda se encontraba la de la máscara de ciervo. Estas dos estaban muy atentas al evento que ocurriría, a diferencia de la que seguía, la de la máscara de cisne, quien, a pesar de no ser muy notoria, mantenía una actitud impaciente. Le seguía la de la máscara de gato, menuda también. Después estaba la de la máscara de mariposa... reconocida por ser la mano derecha del personaje a su izquierda y casi tan antigua como él. Pero de él hablaremos después.

En el extremo contrario de la mesa estaba sentado el de la máscara de lobo; luego estaba el de la máscara de león. Estos eran los dos más corpulentos de La Mascarada. Les seguía el de la máscara de carnero, más alto que todos, pero su contextura haciendo contraste con la de los dos anteriores. Después estaba el de la máscara de búho, al igual que la de la máscara de cisne, estaba un poco impaciente. Sentado a su derecha estaba el de la máscara de oso panda y, a la derecha de este, el de la máscara de gallo; estos dos también eran conocidos como Los Hermanos de Sangre, ya que habían jurado lealtad el uno al otro. También eran cercanos al personaje a la derecha del de la máscara de gallo.

Sentado en el medio, llevando una máscara blanca sin expresión, se encontraba El Padrino, líder y fundador de La Familia. Había inspirado su visión en los cientos de miembros de la sociedad y era respetado por todos. Gracias a él estaban todas estas personas reunidas con un solo fin en mente: la magia.

El resto del salón era llenado por los demás miembros, todos con túnicas negras, pero sin máscaras. La chica que había sido llevada ahí estaba entre estos y La Mascarada. El Padrino se levantó de su asiento.

-Buenas noches a todos, espero que estén bien. El motivo de esta reunión es bueno, no hay nada de que preocuparse -rió-, pueden sacar esa expresión de sus rostros, muchachos -se oyeron algunas risas-. Como saben, los miembros de La Mascarada son elegidos tanto por desempeño como por confianza y amistad... Hoy, tras deliberar, hemos elegido a la que será la última miembro de esta. Por favor -se dirigió a la chica con voz amable-, acércate.

La chica, confiada ahora, se acercó y le fue entregada una máscara de liebre. Ella la apreció un par de segundos, la tomó entre sus manos, la puso sobre su rostro y amarró el lazo.

-Ahora eres una de nosotros.

La chica se volteó de manera que quedó frente a frente con el resto de La Familia, quienes comenzaron a aplaudir.

-Recuerden, sin embargo, que todos somos una gran familia. Por ahora nadie sabe quiénes somos, pero nuestro día llegará. La magia será posible y viviremos como reyes, solo crean y permanezcan juntos. Nuestro esfuerzo rendirá frutos a su momento. Gracias por estar con nosotros, pueden retirarse. Cuídense.

Así de corta fue la ceremonia. Luego todos se retiraron a seguir con sus labores y estudios. El enorme y elegante salón iluminado por innumerables candelabros quedó en silencio y desierto, a excepción de La Mascarada. Liebre ocupaba ahora el lugar vacío al lado de Dodo.

-Ya era hora -le dijo esta. Liebre asintió mirando al Padrino.
-Tú sabes que has sido nuestra amiga desde hace mucho tiempo, solo teníamos que esperar a que aprendas lo básico de la teoría mágica... ya sabes, formalidades -dijo el líder en tono amable.
-Bueno -dijo Félin, la de la máscara de gato- ya terminamos la ceremonia y el estudio de hoy, ¿qué hacemos?
-¿Jugamos Rápido? -dijo Panda.
-Yo voy a descansar -respondió Cisne.
-Sí, yo también -dijo Búho al mismo tiempo que ambos se paraban.
-Ustedes van a jugar Rápido en la cama -dijo El Padrino.
-Oye, Búho -lo detuvo Gallo-, pídenos una pizza, ¿sí?

Mari, Mariposa, comenzó a repartir las cartas.