4.18.2015

Miró con indiferencia a la ciudad desierta.

No le había importado la gente cuando estaba ahí, y no le importaba ahora que se había ido. Desde lo alto, imaginaba, con un gesto cada vez más displicente, a cada persona que había conocido en el lugar en el que probablemente estarían en ese momento si es que no se hubieran ido.

La ciudad había muerto mientras él dormía. Al despertar había encontrado polvo y cadáveres regados por todos lados. Uno imaginaría que un súper héroe se habría indignado tremendamente ante tal escena, y se hubiera puesto a buscar a los responsables de tal atrocidad en el acto, pero Vaz no era ningún súper héroe; él se movía por curiosidad y por diversión, no por deber ni por justicia.

Pensó en lo irónico que era que una ciudad construida en medio del desierto haya quedado desierta. Tal vez debió quedarse así desde un principio, tal vez ese era el estado natural de las cosas. En fin.

No estaba seguro de cómo se sentía. Entre las personas que se habían ido tenía a algunos seres queridos, pero sabía que si lo que había hecho esto no lo hubiera hecho, él mismo se habría encargado de la tarea. Tal vez no habría acabado con todos, habría separado a algunos que le importaran, pero incluso estos habrían terminado yéndose por miedo. Así que llegó a la conclusión de que así era mejor; al menos toda esta gente no había muerto temiéndole a él, sino a algo más...

¿Algo más capaz de causar tanto o más miedo que él? Le intrigaba la idea. Bueno, no tenía nada más que hacer aparte de estar sentado toda la noche en el borde del techo de aquel edificio observando las luces pálidas de la ciudad, así que decidió emprender la búsqueda del monstruo,

Se tiró de espaldas y durmió sobre el cemento frío hasta el amanecer. Se levantó a primera hora, se dio unos minutos para observar la salida del sol, y se elevó en el aire, comenzando a sobrevolar la ciudad en busca de pistas acerca de lo que había sucedido allí.