5.01.2010

La Herida

Los bastardos no pudieron seguirnos el paso. Sin embargo, no llegaríamos muy lejos con lo que nos quedaba de gasolina, teníamos que encontrar un grifo en la carretera.
No sabía, sinceramente, dónde estábamos. Nos salimos de la carretera central pues estaba plagada de los autos de todos aquellos que intentaron huir de la ciudad en las primeras horas del suceso y de sus cadáveres andantes. Lo único que sabía era que estábamos en medio de la nada y que a nuestra derecha, a lo lejos, se veía el mar, pero no porque estuviera cerca, sino porque lo único que nos separaba de él era un desierto de tierra árida.
Mi preocupación aumentaba con cada minuto que pasaba sin que viéramos un grifo. Al menos pude distraerme oyendo la conversación entre Green y el chico que encontramos. Perdón, que nos encontró.
-¿Te duele mucho? -preguntó ella mientras le revisaba la pierna.
-No.
-Vamos a desinfectarla y a aplicarte un antibiótico.
-¿Lo has... -sus palabras se interrumpieron por un gruñido de dolor que reprimió entre dientes al sentir el alcohol sobre la herida- ¿Lo has hecho antes...?
-No -respondió lentamente con una sonrisa, mientras aplicaba cuidadosamente el antibiótico con una jeringa. El cadete volvió a reprimir un gruñido-. Eso debería ser suficiente -terminó, vendándole la pierna.
El cadete dio las gracias secamente.
-Me llamo...
-Eh, espera -lo interrumpí-. Piensa en todas las cosas que has hecho desde que comenzó esto. ¿Aún crees que eres la misma persona? No creemos en los...
-Me llamo Ezequiel.
Me ignoró olímpicamente.
-A mi dime Green.
-Yo soy Brown -dije algo disgustado- y gracias por ayudarme allá en la ciudad. Por cierto, ¿cómo me encontraste?
-Había estado viviendo en un departamento abandonado no muy lejos de donde te encontré. Las provisiones de la zona parecían haberse acabado después de los meses que había estado ahí, así que fui un poco más lejos. Encontré un minimarket, pero, antes de poder coger cualquier cosa, el escándalo de los gruñidos llamó mi atención.
-Eres cadete, ¿verdad? -Green, al igual que yo, lo dedujo por su ropa- ¿Qué pasó con tu cuartel?
-Supongo que murieron... -dijo con una media sonrisa que nos enervó- Cuando todo comenzó, nuestro cuartel fue uno de los lugares a los que más gente acudió. Claro, pensarían que los protegeríamos y, de hecho, fue así durante varias horas. Pero varias de las personas que ingresaban habían sido heridas por -hizo una pausa para buscar el término adecuado- los muertos, las infecciones eran terribles y se nos comenzaban a acabar los medicamentos. Me di cuenta de lo que esto significaba a tiempo para poder escapar. Luego de algunas horas de haberlo hecho, vi que el cuartel había comenzado a arder en llamas.
Más que dolido por sus compañeros, parecía orgulloso por haber sobrevivido.
-¿Por qué no le avisaste a nadie?
-Nadie tenía tiempo para escucharme. Además, no quería arriesgarme a que me acusen de desertor y arruinen mi escape. No los necesitaba de todas formas.
-¿Entonces por qué viniste con nosotros? Si no necesitas a nadie, pudiste haberte ido luego de ayudar a Brown o, mejor aún, ni siquiera acercarte a ayudarlo -Green sonaba irritada.
-Ellos se condenaron solos, no fueron lo suficientemente inteligentes para sobrevivir; si los hubiera traído conmigo, habrían sido una carga. Pero ustedes son sobrevivientes, como yo, han sido astutos y han permanecido vivos por su cuenta. Simplemente pensé que podríamos hacer un buen equipo.
No pude evitar sentirme halagado por sus palabras; después de todo, tenía razón.
-Bueno, Ezequiel, pero, si vas a estar con nosotros, tenemos que estar seguros de que no nos vas a abandonar cuando te necesitemos.
-Somos un equipo, pero no dependo de nadie.
-...Como quieras -terminé.
A lo lejos me pareció un espejismo, pero, conforme nos acercamos, confirmé que era real: habíamos encontrado un grifo.
El lugar estaba abandonado, al menos por afuera. La construcción que vendría a ser la tienda estaba sellada con tablas en las ventanas, podrían haber sobrevivientes adentro.
-Voy a revisar mientras llenas el tanque -dijo Ezequiel mientras se acercaba a la puerta con el arma preparada. Lo vi abrirla, entrar y volví a lo mío. Segundos después, disparos me sobresaltaron. Ezequiel se asomó por la puerta y gritó:- Despejado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

buen post! sorprendente manera de Ezequiel de demostrar que son un equipo: "Despejados", pensé que los abandonaría :)

saludos

M. dijo...

me encanta y lo sabes jaja sigue!