4.08.2011

This is where you lose hope.

La Mascarada se reunió a las afueras de la ciudad. En este lugar había una alta construcción metálica en cuya cima se encontraba uno de los paneles solares que solían suministrar energía a la ciudad.

Subieron mientras el resto de La Familia esperaba abajo junto a Mandy y David.

Los ojos de Liebre se pasearon por el complicado patrón del sigilo que, inteligentemente, habían grabado con anticipación sobre el panel solar. Las líneas eran en su mayoría curvas y formaban figuras cálidas, astrales, soberbias. Ahora solo necesitaban activar el sigilo, y tendrían que hacerlo en tiempo récord por las vidas de los delarianos.

-El mismo procedimiento de antes -dijo el Padrino, confiando en cada uno de ellos.

Cerraron los ojos y extendieron los brazos. Comenzaron a visualizar la energía del sol entrando al sigilo, convirtiéndose en Éter.

Aunque el hecho de que tuvieran el Éter del río como fuente de energía hacía las cosas más fáciles, aún así les tomaría tiempo activar el sigilo.

En Delaran, los soldados hacían lo posible por conseguirle este tiempo a La Mascarada. Protegieron las entradas lo mejor que pudieron contra los lobos-araña, pero la llegada de nuevas criaturas, que incluso derribaron la muralla de árboles dejada por Carnero, los obligó a retroceder al interior de la ciudad.

Entre estas criaturas se encontraban varias del tipo que atacaron a Gallo y Panda en los invernaderos, cientos de ellas, tal vez miles, todas colosales. Las comenzaron a llamar 'alaridos' por el enloquecedor sonido que emitían antes de atacar.

Entonces hicieron su entrada a los que luego llamarían 'delirios', porque... porque era el único lugar del que pudieron haber salido. Se trataba de gigantescos bípedos, incluso más grandes que los alaridos. Sus pieles escamosas eran del color de algas oscuras y estaban cubiertas de una sustancia viscosa y altamente nociva; esta era secretada por innumerables orificios, los cuales, al verse en conjunto con la desagradable textura y arrugas de la piel, daban la impresión de que la criatura estaba formada por miles de rostros gritando.

Sus dos pares de brazos eran desmesuradamente largos y se arrastraban por el suelo con la postura jorobada de los delirios; cada dedo era una enorme cuchilla. Largas espinas óseas recorrían desde lo alto de sus cabezas, a través de sus espaldas y hasta la punta de sus colas reptiles. Pero serían las anchas cabezas los motivos de las pesadillas de los delarianos; estas parecían grotescos calamares abismales. Varias esferas negras y brillantes se encontraban incrustadas irregularmente en la cabeza y cumplían la función de ojos. Los nefastos tentáculos contaban con dientes negros en su lado interior; dos de estos tentáculos eran especialmente largos y hercúleos.

Estos titanes no eran numerosos, pero eran suficientes para acabar con la esperanza de todo Delaran.

El ejército cambió su estrategia y comenzó a tratar de hacer que la población pase desapercibida escondiéndola en las estaciones del subterráneo y defendiendo las entradas de los lobos-araña que lograban encontrarlas, mientras los delirios y alaridos se paseaban por la ciudad y se enseñoreaban de ella.

Mark y los otros amigos de Mandy y David se encontraban hechos manojos de nervios y lágrimas en una de estas estaciones. Se escuchaban los disparos con cierta frecuencia desde las escaleras, pero el silencio siempre regresaba y les daba una mínima sensación de seguridad.

-¡Fuego! ¡Fuego! -las voces de los soldados se escuchaban más desesperadas esta vez-. ¡Apunten a los tentáculos!

El fuego de los rifles se oyó más intenso que nunca, duró varios segundos y finalmente volvió el silencio, pero sin esa seguridad; esta vez era siniestro.

Un berrido abominable rompió el silencio desde la entrada de la estación. Entonces dos alaridos con los tentáculos manchados de sangre se hicieron presentes y los delarianos comenzaron a gritar, presas de la desesperación. Rápidamente entraron también varios lobos-araña a la escena, los cuales comenzaron a desgarrar a los ciudadanos uno a uno, mientras los alaridos los atrapaban con sus tentáculos y los llevaban hacia sus horribles bocas, con lo que sufrían la misma muerte que los soldados hace unos momentos.

-Entonces es así como acabamos... -dijo Mark para sí mismo, viendo la masacre, resignado a esperar su turno.

Pero estaba equivocado.

Una explosión se oyó desde la entrada y cuerpos destrozados de lobos-araña salieron volando, derramando una sustancia verdosa. Lobo entró junto a un grupo de miembros de La Familia. Tanto su túnica como la de los demás parecían impregnadas de luz solar.

Los miembros de La Familia contaban con sigilos de escudo en sus túnicas y de mejora física y cinéticos en guantes; algunos, los más avanzados, incluso tenían también sus sigilos personales con diferentes funciones. Haciendo uso de este arsenal mágico destruyeron rápidamente a las bestias.

Lobo canalizaba el Éter en esferas cuyo curso podía controlar, así como el radio de la explosión ,que causaban al entrar en contacto con su objetivo, para asegurarse de no herir a los delarianos.

-¡Esto recién comienza, perras! -Lobo se cubrió completamente de Éter mientras decía estas palabras.

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