5.15.2011

This is where you thank us.

El gobernador era un hombre mayor, alto, de facciones rectas y cabello cano. Vestía un terno azul oscuro y una camisa blanca con delgadas rayas verticales también azules. Su corbata era azul marino con detalles dorados y tenía un adorno de oro en ella.

Su imponente voz pronunciaba palabras humildes. La Mascarada estaba sin palabras, se habrían visto sus rostros estupefactos si no hubieran tenido las máscaras puestas.

-No sabemos cómo agradecerles...
-No es necesario, señor Gobernador -respondió con seriedad el Padrino-. Esta también es nuestra ciudad. La Familia se hará cargo de las reparaciones necesarias y de comenzar a poner esta ciudad en estado habitable, como habíamos dicho antes.
-Avíseme si necesitan algo.
-No se preocupe, señor.

En el transcurso de los siguientes días, La Familia entera trabajó sin descanso. Las construcciones dañadas fueron reparadas y los escombros de las destruidas fueron retirados. Se terminaron de adaptar las granjas y los invernaderos para que funcionasen con sigilos. Todos los paneles solares fueron reemplazados por los sigilos que producían Éter a partir del sol. Se construyeron canales que llevaban el Éter de los paneles y de los ríos a un complicado conjunto de sigilos que trataban el Éter líquido y lo convertían en algo parecido a electricidad púrpura, la cual podía ser llevada por toda la ciudad con más facilidad que el líquido.

Se crearon diferentes artefactos mágicos. Estos eran creados por medios mágicos y funcionaban con Éter, pero el usuario no necesitaba saber magia para usarlos. Era la manera de La Familia de hacer la vida tan fácil como antes sin tener que compartir el conocimiento mágico.

Mientras se adaptaba la ciudad, los delarianos vivían en sus hogares y eran asistidos por miembros de La Familia para satisfacer sus necesidades básicas.

Pronto, un distrito había quedado completamente habitable y con todas las comodidades que solía ofrecer la tecnología.

-Esto, Panda -el Padrino admiraba el brillo púrpura que bailaba por sobre las calles, llevando la energía mágica a todos lados-, sí es una razón para celebrar.

La Mascarada se había alojado en el Palacio de Gobierno durante este tiempo. Un día, aún lejos de terminar las obras en la ciudad, el Gobernador los llamó a un largo salón en cuyo centro había una mesa, también larga, hecha de piedra índigo pulida bellamente. Las paredes estaban adornadas por cuadros de gobernadores anteriores con marcos de oro. La decoración en general era sobria, fina y elegante.

El Gobernador se sentó en el asiento de uno de los extremos; el Padrino, en el del extremo contrario. Los demás miembros de La Mascarada tomaron los asientos laterales.

-Señores -los enmascarados se sintieron raros ante tal nombramiento; habrían preferido "jóvenes"-, el pueblo de Delaran me ha expresado su voluntad de cumplir la petición que La Familia hizo en un principio a manera de agradecimiento, a pesar de que su organización no ha insistido desde el incidente de la invasión a la ciudad. Van a pagar la cuota o a trabajar en las minas.
-Nos alegra que sea así -respondió el Padrino con una sonrisa bajo la máscara; ya había decidido volver a requerir el pago de la ciudadanía una vez terminaran las obras- y que los delarianos se den cuenta de lo que hacemos por ellos. Por otro lado, señor Gobernador, quería decirle que nos gustaría el establecimiento de una institución encargada de todos los asuntos mágicos; esta estaría a cargo de nosotros, por su puesto.
-No veo ningún inconveniente con eso -el Gobernador se encontraba aliviado de conservar su puesto.

La reunión terminó, pero La Mascarada aún tenía un asunto pendiente, aunque más interno. Esta vez se reunieron en una sala de estar que se les había cedido aparte de los cuartos. También los acompañaban Mandy y David.

-¿Qué será, entonces? -preguntó Búho.
-Una votación parece lo más justo -respondió Panda.
-Entonces -dijo el Padrino- ¿quiénes están a favor?

Durante este tiempo, cada miembro de La Mascarada había tenido tiempo de conocer bien a la pareja y ambos muchachos se habían esforzado en estrechar lazos con los magos. El resultado: trece manos levantadas.

-Está decidido. Mandy, David, bienvenidos a La Familia.

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