5.04.2013

40 years

-Muy buenas noches, damas y caballeros. En esta edición del programa tenemos con nosotros a un invitado muy especial. Él es un director de cine del cual probablemente todos ustedes han oído. A sus 60 años, su carrera es espectacular. Por favor recibamos con un fuerte aplauso a Piero Gotelli.

El público aplaude con fervor y un hombre viejo, bien vestido entra al set con un caminar firme y con párpados pesados.

-Buenas noches, Letterman, gracias por invitarme a tu programa.
-Gracias a ti por venir, Piero. Me imagino que te ha sido difícil conseguir este tiempo para nosotros entre todos tus proyectos.
-Un poco, pero no tanto. Después de todo, es lo único a lo que me dedico.
-Sí, sabemos eso... Y creo que tiene que ver con uno de los temas que me gustaría tocar hoy. Uno de los grandes misterios que rodea a tu persona son tus acompañantes. En cada evento se te ve con una bella jovencita, una diferente cada vez.
-Todas ellas son grandes amigas mías, bellas damas a las que considero como hermanas... o como hijas, viendo mi edad.

Letterman y el público ríen, pero él a penas esboza una sonrisa.

-Ah, ya veo. ¿Entonces te encuentras solo? ¿sin compromiso alguno?
-Solo sí, Letterman. Pero tengo un compromiso.
-¡Ajá! ¿Podrías contarnos quién es la afortunada?

El público se pone a la expectativa de la revelación.

-No creo que sea lo que piensas.
-¿Cómo? Pensé que ya habías encontrado a la mujer de tu vida.
-Así es, la encontré hace mucho tiempo. Solo estoy esperando por ella.

La siempre alegre expresión de Letterman se torna un tanto confundida. El director prosigue.

-Todos ustedes me ven y piensan que mi vida es increíble. Logré la fama y la fortuna haciendo lo que me apasiona, nunca caí en ningún vicio, mi salud es buena y estoy rodeado siempre de buenos amigos. Pero, déjenme decirles una cosa, si es que ustedes han encontrado a la persona con la quieren compartir el resto de su vida y están juntos, sus vidas son infinitamente mejores que la mía.

El público queda en silencio. Letterman pierde completamente la expresión alegre y se pone serio.

-¿Cuánto tiempo ha pasado?
-Cuarenta años. Cuarenta años desde que terminamos. Cuarenta años desde que le prometí que, si algún día, cual sea, cambiaba de opinión, me lo diga, y yo la buscaría. Cuarenta años que espero.
-¿Cómo sabes que ese día llegará?
-No lo sé. Pero tengo que estar listo por si llega, por si algún día lo decide. Por eso tengo que esperar.

Letterman se queda sin palabras. El público llora.

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