Ximena se despidió de él, se puso el abrigo y salió por la puerta hacia las calles oscuras, donde la esperaba un taxi.
"No lo soporto."
Vaz usaba cuero negro y algodón blanco, muñequeras de púas y de hacer ejercicios, ropa de marca e independiente.
-"Soy Vaz y me visto como mierda me dé la gana" ese idiota...
-¿Por qué tanto desprecio? -Nadia acompañaba a Ximena en el taxi- Si hasta parece que te cae muy bien.
-A ti también, ¿no? Es que le sale muy bien su papel.
-Piensas mucho en él...
-No me gusta... Pareciera que de verdad supiera algo que los demás no.
-Déjalo que crea lo que quiera, si así es feliz... Y deja de darle tantas vueltas en tu cabeza.
-No tengo nada mejor que hacer. Es un sujeto bastante interesante, vale la pena observarlo.
-Vas a estudiar psicología, ¿no?
-Sí, ya te lo he dicho algunas veces.
-Haz un diagnóstico.
-Todos estamos locos.
Vaz caminaba confiado hacia su casa, a pesar de los peligros de la madrugada. Qué se podía decir, le gustaba demasiado la brisa nocturna como para considerar otros factores.
-No te muevas -le dijo un hombre con un arma de fuego mientras otros dos se disponían a revisarlo.
Aunque, la verdad...
-¿Por qué siempre algún idiota quiere malograr mis caminatas de noche? -empujó a los tres con el pensamiento.
Su seguridad la tenía bien planeada.
Extendió un brazo hacia la pistola y la hizo salir volando de la temblorosa mano del ladrón.
-Disculpa... -dijo el que más pudo esforzarse para hablar en medio de su confusión-, nos equivocamos de persona.
-Yo siempre soy la persona equivocada.
Los tres hombres se alejaron corriendo.
-Pero para todo...
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