9.12.2009

Historia de Amor Pre-Apocalíptica

Todos ya sospechaban lo que pasaría, pero aún así se necesitaba de una noticia oficial para desatar el caos. Quiso las Naciones Unidas dar esta noticia siete días antes, aquel Miércoles a mediodía. Y lo hizo así:

“Tanto la Organización de las Naciones Unidas como la NASA y cada gobierno de la Tierra se auto declara incapaz de detener al asteroide Excidium en su impacto contra nuestro planeta, luego del intento fallido de destruirlo mediante misiles nucleares.”

-Hijos de puta… -dijo Alex.

-¿Ah? –le respondió Melinda, al otro lado de la línea.

-Pudieron habernos avisado antes –Alex hablaba con voz sombría-, tengo muchas cosas que hacer antes de morir, una de ellas…

-¿Ya viste? –lo interrumpió- Dice que va a caer en Estados Unidos.

-Bueno, han sido dioses políticos, económicos y militares una buena parte de la historia de la humanidad, no pretendas que el clima sea perfecto el día que mueran… Espera, tengo otra llamada, te llamo más tarde.

-Ok, adiós.

-Amor… -dijo una nueva voz al otro lado de la línea, angustiosa-, ya debes haber visto las noticias.

-Sí, Emy, ya las vi –respondió Alex, contagiado de angustia-. ¿Quieres que vaya para allá, linda?

-Sí, ven –respondió Emily, quebrándosele la voz.

-Ay, pero no llores –trató de consolarla-, ya voy.

Afuera era un pandemonio infernal. Devotos hasta de religiones que Alex nunca había visto se encontraban arrodillados en las aceras rogando y llorando. Mientras cada tienda era saqueada. Alex pudo incluso oír disparos y gritos. El gran embotellamiento que parecía no tener fin dificultaba enormemente el paso del joven por las calles, mientras murmuraba “Imbéciles, aún quedan siete días… y, después de eso, ¿para qué querrán todas estas cosas?”

Alex pasó toda la tarde abrazando a Emily, consolándola y besándola cuando paraba de llorar. A eso de las cinco de la tarde, la mamá de Emily entró bruscamente al cuarto.

-¡Emy, Emy! –hacía un esfuerzo tremendo por no levantar la voz- ¿Te acuerdas de tu tío Freddy, el astrólogo? Ha llamado –prosiguió sin esperar respuesta-, dice que han ubicado unas islas en el océano Indico, ¡casi al lado opuesto de donde va a caer el asteroide!

-¿Qué? –Emily estaba incrédula.

Alex dirigió la mirada hacia la señora, con los ojos bien abiertos, esperando oír más.

-No es completamente seguro, pero dice que la probabilidad de sobrevivir ahí es mucho mayor, no van a llegar ni los tsunamis ni los gases tóxicos.

-Tenemos que avisarle a todos –dijo Alex.

-¡No, no! –le gritaron madre e hija al unísono.

-¿Crees que toda la humanidad va a entrar en unas cuantas islas? –le preguntó Emily, molestada por lo que había dicho.

-Nos vamos hoy mismo –le dijo la señora a Emily. Luego vio a Alex con compasión, y le dijo-: Alex, tu familia y tú nos pueden acompañar, pero decidan rápido, esta misma noche estamos yendo al aeropuerto, nos vamos a encontrar con mi hermano en Estados Unidos y de ahí vamos a una de las islas. Sólo lleven lo necesario… ¡Ah!, y por favor, nadie se debe enterar.

Alex se retiró de inmediato, diciendo que iba a avisar a sus padres y a su hermano. Una vez en la calle, sacó el celular y llamó “Líneas ocupadas…” dijo la primera vez e intentó otra; está vez si entró la llamada.

-¿Mel?

-Alex, ¿quién era?, ¿Emily?

-Sí.

-Ah… ¿Cómo está ella?

-Acabo de estar acompañándola, ya está mejor.

-Me alegra… Alex.

-¿Sí?

-Te extraño…, ¿cuándo fue la última vez que nos vimos?, ¿en la graduación? Ala, eso fue hace tres años.

-No, la última vez fue en la fiesta de Nadine, unos meses después de la graduación.

-¡Ah, sí! ¡Lucía y Ricardo terminaron tan mal!

-Jajá, sí, me acuerdo… Oye, creo que el fin del mundo es una ocasión que amerita una salida –dijo, medio en broma-, nos vemos en el Óvalo Gutiérrez en… a penas puedas, voy ahora mismo, te espero.

-Nos vemos –por la voz, Alex pudo percibir que Melinda sonreía al otro lado de la línea.

Mientras más se acercaba, más la distinguía, más recuerdos venían a su mente en rápida sucesión: desde el día en que la presentaron como alumna nueva, en los años de primaria, hasta la fiesta de Nadine, donde la había sacado a bailar más de diez veces por el simple capricho de bailar con la chica más linda de la fiesta.

Él sonrió cuando estuvieron bastante cerca y ella lo abrazó de improvisto.

-A los años.

-Sí, a los años –concordó ella.

-¿Qué planes para esta semana?

-Nada, ahí. Creo que viviré cada día como el último.

Ambos rieron, se miraron un instante y ella recordó:

-¿Qué me ibas a decir que querías hacer antes de morir?

-Quería decirle a una persona cuánto la quiero.

-Y supongo que ya lo hiciste. Acabas de estar con Emily, ¿no?

-Sí, pero no lo he hecho aún.

-¡Alex! El mundo se acaba, tienes que decírselo –le dijo con una sonrisa cómplice.

-¡Tienes razón! Mel…

Ya se habían ido acercando, pero un segundo antes que sus labios se tocaran, ella retrocedió.

-Tú tienes a Emily… -le dijo, arrepentida de lo que iba a hacer.

-Yo… -se arrepintió de lo que iba a decir y lo cambió-, sí, yo tengo a Emily –aceptó, desviando la mirada. Pero, ¿y si no la tuviera?, ¿si decidiera quedarse para pasar sus últimos siete días con Melinda y morir con ella en vez de dejarla morir sola e ir a formar parte de la probablemente nueva era humana con Emily? Su cabeza estallaba en indecisión, hasta que finalmente vio, como una revelación, lo que debía hacer.

3 comentarios:

M. dijo...

wuuu, demasiado bacan (Y)

Azul dijo...

gracias, ya comencé la continuación :)

Kim Possible dijo...

O_O WTF! TU Y TUS CLIFFHANGERS!
Imbeeecil xD cuando te vea te golpeare. :)

PD: TEAM MELINDA. ;D