9.12.2009

Rusia

-Ya pe..., vamos a mi casa, está acá nomás.
-¿No íbamos a ir al cine?
-Pero no está dando nada...
-¿Y qué vamos a hacer en tu casa?
-Ver una pela.
-... de zombies? -adivinó ella.
-Ajá -respondió él, alegre.
-Jajá, ya, ya, vamos.

Tantas cosas quería decirle, pero por ser tantas no le salió ninguna. Todo el camino abría la boca como para decir algo, pero sus labios terminaban moviéndose como en una película muda. Cuando ella vio esto, se rió con él y lo tomó del brazo, entonces él ya no sintió más necesidad de decir algo. Y simplemente sonrió.

-Llegamos.
-¿Aquí nomás?
-Te dije que estaba cerca.
-¿Qué vamos a ver? -preguntó, una vez adentro.
-Tú escoges; tengo La Noche de los Muertos Vivientes, El Amanecer de los Muertos, El Día de los Muertos, La Tierra de los Muertos, El Diario de los Muertos, El Vuelo de los Muertos Vivientes, El Baile de los Muertos...

Ella se quedó mirándolo cómica e inexpresivamente.

-¿El Baile de los Muertos? -preguntó ella.
-Zombies adolescentes -respondió él con una sonrisa.
-Genial, veamos esa.
-Ya, paja; déjame ponerla...
El timbre del teléfono lo interrumpió.
-Demonios. Un toque. ¿Aló? Hola, ma... Ajá... ya ok. Chau, ma -dijo y colgó-. Mi mamá quiere que saque unas cosas de la vitrina de la sala, ¿me acompañas?

Abrió una puertecilla en la parte inferior de la vitrina de madera.

-Aquí debe estar... -dijo mientras buscaba, tanteando- Hey..., mira esto -dijo, sacando un vodka.
-Bien escondidito se lo tenía tu mami.
-Jajá, sí... ¿Quieres?
-¿Podemos?
-Sí, no se va a dar cuenta, nunca lo saca. Además, tampoco nos lo vamos a acabar.Ru
-Bueno -accedió ella sin más reparo.
-Voy a traer el jugo de naranja.
-¿Ah?
-No seas borracha, no lo vamos a tomar puro.
-Jajajá, cierto, cierto.

Sirvió el primer vaso para cada uno. Después del tercero, ya estaban diciendo idioteces... Sí, así de pollos eran.

-Y LA HUEVONA DIJO "¿EN EL DE 200? ¡LA SARITA!" -terminó de contar él. Ambos se cagaban de risa y se daban cuenta que era producto del alcohol, lo que les daba todavía más risa; les parecía cómica su patética situación.
-Ven, ven -le dijo ella, parándose y tomándole la mano-. Ay mierda, me caigo. Ven, vamos a dar vueltas.
-Nos vamos a matar, no seas loca.
-Veeen -lo tomó también de la otra mano y comenzó a girar; él no se resistió. A los segundos comenzó a ver como se fundían las paredes con los muebles con la alfombra con la vitrina y hasta con la botella de vodka. Perdiendo el control de la fuerza en sus manos, se soltaron y, por fortuna, cayeron en el sillón. Rieron con ganas, ya no solo producto del alcohol, sino tal vez producto de haber encontrado algo de felicidad... o algo que les de felicidad... o alguien.

Él paró de reirse en seco, se le acercó y la miró fijamente, mientras ella terminaba de reirse y se volvía hacia él. Sus miradas desorientadas se encontraron, pero fueron concentrándose en la del otro, venciendo los efectos del alcohol, que sólo los había picado un rato. Ella también se acercó y él la comenzó a besar. Ya no estaban bajo el efecto del vodka, pero decidieron creer que sí.

Así comenzó su historia; no con un "Eres tan bella" ni con un "Me haces sentir como nadie más" ni mucho menos con un "Te quiero tanto, ¿quieres estar conmigo?". No, nada de eso, comenzó con una botella de vodka.

1 comentario:

Laura Sánchez dijo...

A pesar de no gustarme la bebida como el vodka, no negaré que éste infiere magia a algunos momentos.

Claro que te lo doy :) Es algo antiguo, de ahí al nombre: laura12sagitario@ya.com