3.19.2011

This is where we march to our fate.

-¡Vengan, miren esto!

Carnero veía por la otra ventana, la que daba al bosque. Cuando todos se acercaron, efectivamente, vieron el bosque, pero este terminaba mucho antes de lo que debería y le seguía una pradera que rápidamente daba lugar a un vasto desierto iluminado por la luna. El Padrino recordó las palabras del libro, las consecuencias serían impredecibles.

-Increíble... al parecer el choque ha tenido bastante magnitud -dijo Búho.
-¿Creen que... las dimensiones se hayan... fusionado? -preguntó Liebre temerosa.
-No hay manera de saberlo -respondió el Padrino-, los desiertos son completamente normales en nuestro mundo, puede que solo sea un reajuste geográfico... tendremos que esperar para estar seguros. Ahora -dijo alejándose de la ventana-, alisten sus sigilos; tenemos que ir al río Octubre.

Todos regresaron a sus habitaciones, se cambiaron a las túnicas y se pusieron sus máscaras respectivas. Además, cada uno se puso un par de guantes blancos con sigilos, símbolos mágicos, diseñados por cada uno.

Cada sigilo diferente tenía diferentes propósitos. Primero, común a todos, un sigilo de activación en el reverso de la mano izquierda; este les permitiría activar un sigilo más grande en conjunto para realizar hechizos de gran escala. Segundo, en la palma de esta misma mano, un sigilo de mejora física, que aumentaría su fuerza, velocidad y resistencia. Este requería una gran cantidad de energía mágica para su activación y mantenimiento, por lo que era inservible en ese momento. Tercero, en el reverso de la mano derecha, un sigilo cinético, cuyo consumo de energía mágica variaba dependiendo del objeto que se quisiera mover y la velocidad a la que se quisiera hacerlo, así como la distancia. Finalmente, la función del sigilo en la palma derecha había sido escogida por cada uno y era única. Estos eran mucho más complejos que los otros, había tomado varios años desarrollarlos y su consumo de energía mágica también era bastante alto.

El sigilo de Liebre le permitía distorsionar los estímulos sensoriales de manera que la percepción de estos se alteraba. Dodo tenía un sigilo que le permitía afectar la gravedad en una zona determinada. Ciervo creó un sigilo de manipulación de tejido, con el que podía tanto curar heridas, como causarlas. Cisne decidió crear un sigilo que le permitiera controlar las condiciones atmosféricas de un área elegida por ella. Félin hizo un sigilo que le permitiera controlar y crear corrientes electromagnéticas a diferentes escalas. El sigilo de Mariposa le permitía crear portales espaciales, con lo que lograría algo muy parecido a la teletransportación; sin embargo, el potencial de estos portales era mucho mayor, pero desconocido y, por lo tanto, peligroso para experimentar.

Lobo creó un sigilo que le permitiera manipular el flujo de energía mágica dentro de un cierto perímetro. León hizo un sigilo de asimilación con el que podría fusionarse con casi cualquier cosa que tocase. Carnero tenía un sigilo que le permitiría animar objetos inanimados y tener control sobre ellos. Búho creó un sigilo con el cual su percepción a través de los cinco sentidos se elevaría inmensamente, hasta llegar a saber y darse cuenta de cosas que otros no podrían. Panda hizo un sigilo con el cual podría abrir pequeños agujeros negros por décimas de segundo, las cuales eran suficientes para que todo lo que tocara el agujero se desvaneciera de la existencia; abrir un agujero más grande durante más tiempo implicaría un consumo constante de grandes cantidades de energía mágica. El sigilo de Gallo le permitía hacer entrar en combustión lo que él quisiera.

El Padrino miró su sigilo con cariño. Este era una versión avanzada del sigilo cinético; con él podría mover materia a nivel atómico, con lo que la controlaría en cualquier sentido. Solamente no podía crearla.

La Mascarada se reunió afuera del sanatorio mental y marcharon hacia el río Octubre. Todos llevaban tanques metálicos de agua vacíos colgando de sus espaldas.

-¿Tienes idea de lo ridículos que nos vemos con estas cosas? -dijo Gallo.
-Las necesitamos... -respondió El Padrino- Además no creo que se vean tan mal... -buscó aprobación en la mirada de los demás, pero no la encontró- Bien, se ven horribles...
-Al menos los hubiéramos pintado de negro para que vayan bien con las túnicas...
-Sí, el amarillo patito como que llama mucho la atención -Ciervo respaldó a Panda.

Solo por la máscara no se notaba lo irritado que estaba El Padrino.

-¡Bien! -se repuso- En marcha.

Al lado del río había un enorme sigilo cavado y una parte de este estaba sumergido en la orilla. La Mascarada se puso alrededor de este sigilo.

-¡Activen sus sigilos de... activación!
-Debimos haberles puesto otro nombre -dijo Félin.
-... ¿ya?
-Lo siento.
-Prosigamos. Recuerden, este va a ser nuestro primer hechizo y lo estamos haciendo juntos, como parte de la familia que somos. Nos puede tomar mucho tiempo llegar a la concentración necesaria para activarlo, pero valdrá la pena.

Cada uno en su respectivo lugar, guardaron silencio y cerraron los ojos. Visualizaron la energía mágica del río fluyendo a través de cada línea del sigilo cavado en el piso; al mismo tiempo se deshicieron de cualquier otro pensamiento que pudiera desconcentrarlos. El proceso duró unas dos horas, pero, finalmente, el agua del río comenzó a fluir a través del sigilo. Luego, lentamente, el agua en el sigilo fue adquiriendo un brillo púrpura y el sigilo quedó activado.

Todos miraron asombrados. Tenían magia frente a sus ojos y la habían hecho ellos mismos. La Mascarada se sentó, exhausta pero satisfecha.

-Excelente... ¡excelente! -dijo el Padrino mientras se limpiaba el sudor- Llenemos nuestros tanques, no nos volveremos a cansar de esta forma.

Así hicieron, llenaron los tanques de agua de sus espaldas hasta el tope. Este líquido recibía el nombre de Éter y era una fuente de energía mágica. El Éter irradiaba la energía, pero esta solo era consumida al ser absorbida por un sigilo, con lo que también disminuía la cantidad del líquido.

Cada miembro de La Mascarada activó su sigilo de mejora física. Entonces el tanque en la espalda ya no les pesaba más, el cansancio disminuyó considerablemente y decidieron que era hora de marchar hacia Delaran.

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