3.14.2011

This is where you think everything is gonna be alright.

Delaran era una de las numerosas mega-ciudades construidas luego de La Gran Catástrofe que acabó con gran parte de la población humana hace ya un par de siglos. A pesar de la magnitud de esta, la raza humana se recuperó rápidamente al mismo tiempo que lograba avances tecnológicos en escaso tiempo, lo que le permitió salir adelante más rápido aún.

El cielo de Delaran nunca está despejado. Si bien los residuos lanzados ya no dañaban a la atmósfera, o la dañaban ínfimamente, estos se asimilaban a gruesas capas de nubes y para cuando ya habían sido expulsados al espacio exterior, nuevos residuos ocupaban su lugar. Sin embargo, era un precio que los habitantes estaban dispuestos a pagar: Delaran era una ciudad con tecnología de avanzada y con todas las comodidades que esta traía: calles por las que daba gusto pasear, numerosas áreas verdes, un sistema de transporte eficiente y ordenado, impresionantes construcciones, alamedas, bulevares, plazas, enormes centros comerciales y de reunión social, playas hermosas y limpias, seguridad por todos lados... en fin, un nivel de calidad de vida bastante por sobre el estándar.

Rodeando la ciudad se encontraban innumerables invernaderos climatizados que proveían a la población con una gran diversidad de vegetales, frutas, legumbres, granos y tubérculos. También habían granjas para suplir la necesidad de carnes, lácteos y otros productos derivados de animales. Los principales encargados de ambos eran computadoras que controlaban y organizaban los sistemas para que la calidad de los productos sea óptima; los escasos humanos en cada invernadero o granja solo se ocupaban de que los sistemas funcionaran correctamente, probablemente ni sabían lo que estos hacían.

Más allá se encontraba una franja de prado que rápidamente daba paso a una zona boscosa que se hacía más y más frondosa conforme se avanzaba. La ciudad más cercana, Cassiopeia, se encontraba luego de estos bosques inexplorados.

Dos ríos cruzaban la ciudad, el río Octubre y el río Otoño, de este a oeste, desembocando en el mar y proporcionando el agua que la ciudad necesitaba. Sobre estos se situaban las dos plantas eléctricas que junto a las plantas de energía solar, dispersadas por la ciudad, hacían posible la vida en Delaran y el funcionamiento de todos sus sistemas

La población consistía en cerca de dieciocho millones de habitantes, todos viviendo cómodamente en casas o departamentos.

En uno de los millones de hogares en una de las cientos de miles de calles en uno de las decenas de distritos de Delaran se encontraba este muchacho. Sentado en su cama, al lado de la ventana, con teléfono en mano, en una vídeo-llamada con su enamorada.

-Hoy cumplimos cuatro meses, bonito -dijo ella mostrando su sonrisa.
-Lo sé. Más tarde iré a buscarte -respondió también con una sonrisa.
-¿A dónde vamos a ir? -preguntó incapaz de esconder el entusiasmo.
-Ya sabes, hay una reunión con todos los demás.
-Ah... bueeeno -el entusiasmo desapareció.
-Claro que... -hizo una pausa para crearle suspenso-, voy a pasar por ti antes y vamos a comer al lugar de siempre antes de ir.
-¡Ya! -esta idea pareció gustarle mucho más, aunque, la verdad, habría preferido algo nuevo. En fin, ella sabía que él se esforzaba y que la amaba así como ella a él.
-Llego a tu casa a las seis. Nos vemos, amor.

David colgó, se pasó la mano por su entreverado cabello rubio y se metió a la ducha.
Mandy colgó, se tiró boca arriba en su cama y suspiró. Se levantó y se metió a la ducha.

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